¿Cuál es el mejor método para dar eutanasia a los animales de laboratorio?
Un congreso científico debate las alternativas para evitarles sufrimiento Las cámaras de gas de CO2, el sistema preferido, les causan estrés
Cada año, millones de animales de laboratorio, sobre todo roedores (pero también cerdos, monos y de manera creciente peces, entre otros), son sometidos a todo tipo de experimentos con el fin de aprender algo que pueda ser aplicado a humanos. Pero a las complicaciones de ese trabajo los científicos han añadido otra: cómo quitarles la vida de la manera que sufran menos cuando ya no son útiles o han sufrido daños que haría inhumano mantenerlos vivos. Ese es el objetivo de un congreso que ha convocado para el viernes la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y que ya tiene todas las plazas adjudicadas.
Los temas a tratar no dejan lugar a dudas: “Evaluación de los aspectos de comportamiento y psicológicos de la aversión a los agentes eutanásicos inhalados (CO2, argón, anestésicos)”, “la eutanasia de neonatos: ¿son lo suficientemente conscientes como para sufrir?”, “Eutanasia de peces de laboratorio” y “métodos físicos de eutanasia. ¿Son un método humano?”.
El primero de los puntos es, quizá el más importante. En 2006, otro congreso similar discutió el sistema que se ha considerado el más usado: la asfixia con CO2. Este sistema tiene la ventaja de que es barato, rápido y puede aplicarse a muchos animales (roedores) a la vez. El gas los deja inconscientes, y luego se puede acabar el proceso por otros métodos. Pero recientes estudios muestran que antes de quedar inconscientes, los animales sufren estrés y molestias físicas por el gas. Por ejemplo, en uno de los trabajos se probó el método con ratas albinas, que, por esta característica, tienden a rehuir de la luz. Se hizo con un sistema de doble cámara: una a oscuras (por donde entraba el gas) y otra iluminada. Y se vio que, pese a su natural aversión, intentaban refugiarse en la parte con luz. Esto ha dado pistas de que, de alguna manera, según van notando el dióxido de carbono se sienten molestas. En el congreso, por tanto, se debatirán otros sistemas, como cambiar ese gas por otros, como el isofluorano.
Otras dudas que se intentan solucionar, y que ya afloraron en 2006, son, por ejemplo, qué es mejor: si llenar un recipiente con los animales poco a poco de gas o si es preferible llenar primero la cámara y meter los roedores después, ya que ninguno de los sistemas parece el ideal.
El tema de los peces ha adquirido creciente importancia con el uso de los peces cebra. Estos tienen la característica de que son casi transparentes, por lo que se pueden seguir los procesos biológicos con facilidad (por ejemplo, introduciendo marcadores fluorescentes en proteínas).
El debate puede ampliarse aún más. Genéticamente hay otros animales interesantes (gusanos, moscas), y últimamente para cuestiones de aprendizaje se empieza a recurrir a pulpos y calamares, por ejemplo.
Con los animales más grandes, en general, el problema ya está más encarrilado. Para empezar, se usan lo menos posible (por ellos y porque es más complicado, aparte de los reparos deontológicos como usar primates, los más parecidos evolutivamente a los humanos), y la idea es anestesiarlos primero y luego aplicarles la eutanasia. Eso no les evitará sufrimiento (un cáncer inducido, por ejemplo, o el estrés de ver alterado su grupo familiar o estar encerrado), pero la idea es que este sea el mínimo. Cero no podrá ser al menos hasta que no haya modelos virtuales lo suficientemente desarrollados. La alternativa sería aún más inadmisible: empezar a ensayar directamente con personas.
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