_
_
_
_

El fiscal otorga nula credibilidad a la nueva versión de Carcaño

El asesino de Marta ratifica la acusación contra su hermano, imputado por el juez

Javier Martín-Arroyo
Miguel Carcaño, a su llegada a los juzgados.
Miguel Carcaño, a su llegada a los juzgados.José Manuel Vidal (EFE)

Miguel Carcaño, asesino de la joven sevillana Marta del Castillo, ratificó ayer ante el juez del caso, Francisco Molina de Asís, su última versión del crimen en la que acusa a su hermano de matar a la chica. Carcaño confirmó el relato de cómo su hermano Javier Delgado mató a Marta de un culatazo con su arma corta. “Mi hermano golpeó con la culata del revólver en la cabeza de Marta varias veces, no sé cuántas. Que yo viera le dio dos golpes. No provocó mucha sangre en Marta. Marta recibió los golpes en la sien izquierda”, dijo el asesino, condenado a 21 años de cárcel. Sin embargo, la fiscalía otorga “nula credibilidad” a esta versión, dado que Carcaño evitó concretar el lugar donde supuestamente ambos enterraron el cuerpo de la chica en 2009.

A priori, el juez tampoco da crédito a Carcaño, que compareció como testigo, pero como consecuencia natural de su acusación ha imputado por homicidio a Delgado, que declarará en las próximas semanas. Carcaño alegó que no buscaba autoexculparse ni incriminar a su hermano. “Si he llegado a esta situación es porque durante el tiempo que he hablado con la policía, he intentado que fuera encontrado el cuerpo de Marta”, añadió durante su declaración, que duró algo más de una hora. Carcaño ha acompañado a los agentes en dos ocasiones los pasados octubre y abril hasta el supuesto lugar donde se encuentran los restos de Marta. Ambas sin éxito.

El último relato sostiene que tras la muerte accidental de Marta en una grave pelea entre los hermanos, ambos trasladaron el cuerpo en el coche de Delgado hasta una carretera de La Rinconada, una localidad a las afueras de Sevilla. “La zanja en la que sepultamos a Marta estaba abierta y tenía una profundidad de algo más de medio metro (...) Tapamos el cuerpo con escombros que había al lado de la zanja”, añadió Carcaño.

La policía sí cree que esta última versión de Carcaño contiene más verdad que ninguna de las seis anteriores, pero el problema insalvable es que sin la prueba del cadáver, no hay hechos objetivos que le den credibilidad. Carcaño alegó ayer que hasta ahora no había contado la verdad porque su hermano es “la única familia que tiene”. “He querido protegerle (...) pero esto me está matando por dentro”, aseguró al juez. Carcaño solo aportó vaguedades sobre el sitio concreto donde supuestamente enterraron el cadáver. “No ha dado ni un solo dato más”, añadieron las fuentes conocedoras de la versión policial.

La fiscalía no se cree la versión del asesino, y prueba de ello es que no hizo preguntas. Y es que Carcaño ha cambiado su versión sobre el crimen hasta siete veces durante los últimos cuatro años ¿Dice ahora la verdad? A falta de pruebas sólidas, este último relato parece otra versión más. Carcaño ha situado el cuerpo en el río Guadalquivir, en el vertedero de Alcalá de Guadaira, y ahora en una zanja de La Rinconada. Ha inculpado y excluido en diferentes ocasiones a sus amigos Javier García El Cuco, condenado por encubrimiento, y Samuel Benítez.

Al ser preguntado ayer por el origen de los restos biológicos que la Policía Científica halló bajo la cama de su cuarto o debajo del ordenador, Carcaño dijo desconocer su origen. “¿Cómo pudo contemplar la agresión de su hermano a Marta y no hacer nada para defenderla?”, se le interrogó. “Me quedé parado, bloqueado”, respondió parco el asesino.

Otro detalle inverosímil del relato se refiere a cómo sacaron el cadáver del domicilio de León XIII, sentado en una silla de ruedas y con solo una manta en las piernas “dejando a la vista la cabeza de la menor (...) en la que habría recibido golpes muy fuertes con objeto contundente, capaces de provocar la muerte” con “heridas sangrantes”, destaca su declaración. “No cubrimos la cabeza y no utilizamos sujeciones del cuerpo a la silla. Solamente pusimos el cuerpo un poco inclinado”. A continuación, sonó el timbre y abrió la puerta sin antes preguntar. “Estaba sobrepasado por la situación”, alegó.

Y a la pregunta fundamental de cómo puede ignorar el punto exacto donde enterraron a Marta, si además volvió una segunda vez, su respuesta deja un sabor amargo: “Cerca del lugar existen naves y empresas, pero no relaciono ningún punto en las proximidades”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_