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Los platos más rebañados, los lunes

Portugal percibe una pobre alimentación en un número creciente de niños

Antonio Jiménez Barca

Ya hace tiempo que, en determinados municipios portugueses y en vacaciones, las escuelas abren los comedores de los centros para que los padres que carecen de recursos envíen a sus hijos a alimentarse. En Navidad, según datos de la Associação Nacional de Municípios de Portugal, fueron cerca de 80. En Semana Santa, casi un centenar, incluidas varias escuelas de Lisboa y Oporto. El vicepresidente de esta asociación y alcalde de Boticas, Fernando Campos, asegura que el problema crece parejo a la crisis que estraga el país. “Es una pobreza con vergüenza, que por lo general afecta a familias hasta hace poco pertenecientes a clases medias o clases medias bajas. Por eso, porque sabemos que muchos padres tienen apuro en enviar a sus hijos a comer en vacaciones, muchas veces, se organizan también actividades lúdicas o culturales. Así se disfraza lo que en realidad pasa: que los niños van a comer”.

Campos asegura que en julio, incluso habrá más. Y pide al Gobierno que se haga cargo de la situación porque, hasta hoy, son los propios Ayuntamientos los que sufragan todo, “dejando otras áreas por atender”. En Portugal, este año, el PIB retrocederá más de un 2%, encadenando casi dos años seguidos de recesión y el paro escalará hasta un 18%, según el Ministerio de Finanzas, una cifra jamás alcanzada en un país cuyo salario medio roza los 800 euros y el mínimo no llega a los 500.

En noviembre, el secretario de Estado de Enseñanza, João Casanova, aseguró en la Asamblea Nacional que en el país se contaban 10.000 niños a los que era necesario alimentar en la escuela. En otras palabras: que pasaban hambre. Los educadores cuentan que los lunes, los platos de las comidas escolares acaban mucho más vacíos que el resto de los días laborables, lo que demuestra que durante el fin de semana no se han alimentado convenientemente.

Y en Elvas, una ciudad de 10.000 habitantes (180 kilómetros al este de Lisboa y a un paso de la frontera española), el Ayuntamiento distribuye, desde enero, cenas a los alumnos de familias más desfavorecidas. Es decir: no solo comen en el comedor escolar, sino que se llevan la cena puesta, elaborada esa tarde por una empresa de catering. Una asistente social de esta localidad, Sofía Santana, explicó recientemente a este periódico la razón por la que se había tomado esta decisión: “Nos dimos cuenta de que lo que tomaban en la escuela era la única comida importante que hacían a lo largo del día”. El programa comenzó con 500 niños de la zona, que incluía pueblos de los alrededores. También en este caso hay familias en las que todos sus miembros se han quedado en paro que sienten vergüenza de la situación y que jamás se han visto en otra igual.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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