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Retratando el hambre

El fotógrafo Alfons Rodríguez ha recorrido nueve países para documentar situaciones extremas

El cuerpo de un anciano en Chakbara, Bangladesh.
El cuerpo de un anciano en Chakbara, Bangladesh.ALFONS RODRÍGUEZ

Capítulo sexto del Apocalipsis. Cuatro jinetes. Victoria, guerra, el hambre y la muerte. El proyecto del fotógrafo Alfons Rodríguez (Barcelona, 1968) retrata el paso del caballo negro por 9 países.

927 millones de personas pasan hambre, según datos de la propia ONU. Uno de cada siete habitantes del planeta. Los niños son los más vulnerables. Uno de cada tres muertes en el mundo de niños menores de cinco años se debe a la malnutrición.

“Retratar el hambre es un compromiso con la sociedad, conmigo mismo, con aquellos a los que he fotografiado en el proyecto”, comenta Rodriguez, autor de The Third Rider (El Tercer Jinete) . “Esto es el fotoperiodismo: documentar para ayudar, denunciar, concienciar”, cuenta sobre la esencia de este trabajo pero también de toda su trayectoria.

El fotógrafo ha recorrido durante dos años rincones donde el hambre endémica es la antesala de la muerte. “En los países donde he documentado el hambre, la gente lo pasa mal de verdad. No hay salida”, recalca. “Se muere tu hijo en los brazos y no puedes hacer nada, ni acudir a nadie”, dice para diferenciar bien la situación que vivimos en la actualidad. “Lo de las crisis económicas europeas o americanas se relativiza cuando vives aquellas situaciones”.

El proyecto ha sido posible gracias a las ONG con las que ha trabajado estos años. “Los fotoperiodistas independientes debemos optar por nuevas vías para financiar nuestros proyectos, y una de ellas es la participación de las ONG”, cuenta. “En realidad tratamos de hacer lo mismo: mostrar una realidad, en muchos casos una realidad que debe ser cambiada, mejorada”.

El fotógrafo ejerce de testigo. Y sufre. “No hay blindaje, lo pasas mal”, responde tajante ante la fuerza psicológica que hay que tener. “Pero tal vez nos anestesiemos escudándonos en el fin. Creo que es la única vía”.

Las fotografías son duras. Salta siempre la duda ética de si el fin justifica finalmente la foto. Alfons Rodríguez muestra un discurso sólido. "La ética debe de estar siempre en nuestro interior. Si respetamos lo que hacemos, respetamos lo que fotografiamos y a la sociedad que después observará nuestras imágenes, es más fácil no incurrir en un traspaso de límites", comenta.

“Hay que ser mero testigo de la situación”, continúa al ser preguntado sobre cómo realiza sus imágenes, “pero tu fotografía la puedes intervenir a nivel fotográfico: cambiar un punto de vista, una composición, un encuadre determinado, usar el flash”, aclara.

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