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La extraña dieta de Tom

Polémica en Holanda por el caso de una madre que solo da a su hijo comida cruda

Isabel Ferrer

Tom Watkins, un adolescente holandés de 15 años, lleva una década comiendo solo alimentos crudos. Con cinco años, su madre, Francis Kenter, suprimió todos los alimentos que precisan cocción, o han sido preparados de antemano: carne, pescado, cereales, pan, arroz, legumbres y azúcares. En 2009, dejó además el colegio porque sus compañeros se burlaban de su dieta. “¡Eh, chico! ¿Llevas también hoy tu manzana?”, le decían, al ver que su almuerzo consistía en fruta, hortalizas y nueces. Tom dice que la situación era molesta, sin llegar al acoso, pero su madre decidió escolarizarle en casa. Ahora, los servicios sociales han pedido que retome su educación o sea trasladado a un hogar de acogida. Alegan que no pidió permiso a Educación para estudiar desde casa y que su dieta es impropia de un país desarrollado.

Según la madre, los niños y adolescentes actuales consumen “ingredientes basura”. “En la escuela, por culpa de la presión del entorno, mi hijo no puede mantener la pureza de sus menús”, ha dicho. La situación ha generado un debate nacional sobre los límites del derecho de los progenitores a alimentar —y educar— a sus hijos como mejor les parezca. Sobre todo porque Francis Kenter tiene otro vástago que rechazó su estilo culinario, y vive hoy en Inglaterra con su exmarido, el padre de ambos chicos.

Escolarizado en casa

Al problema de los estudios de Tom, que debe seguir la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, se ha sumado su salud. Según los pediatras que le han revisado, tiene un retraso del crecimiento por falta de nutrientes. Un especialista que denunció el caso al servicio de abusos del menor ha llegado a decir que será 12 centímetros menos alto de lo que le correspondería (de media, los holandeses están entre los más altos del mundo). Lo ha comparado incluso con el grado de desnutrición de un menor africano en zonas deprimidas.

El chico dice que si lo sacan de casa se escapará y volverá con su madre: “Es simple: si me llevan, regresaré. Si Protección del Menor piensa en mi bienestar, ¿por qué quiere arrancarme de mi casa?”. La madre subraya que las autoridades no cuestionan su dieta: “Al juez le preocupa que un niño no vaya a clase, no lo que come. Tom y yo pensamos igual sobre los alimentos. La gente opina mucho de lo que ignora. En cuanto a los servicios sociales, son espantosos”.

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