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La comunidad científica holandesa endurece sus métodos de control

El informe sobre el escándalo del psicólogo social Diederik Stapel, quien publicó resultados sin contrastar, denuncia la falta de espíritu crítico de las tres universidades donde trabajó

Isabel Ferrer

Diederik Stapel, un psicólogo social holandés que inventó los resultados de sus trabajos, se ha convertido en el paradigma de la mala ciencia. Encumbrado hace solo un año, cuando publicó trabajos falsos en las revistas Science y Nature, las dos publicaciones científicas de mayor prestigio internacional, ha pedido este miércoles disculpas tras conocerse el informe oficial sobre sus prácticas. No solo mintió o retocó los resultados de estudios donde afirmaba, por ejemplo, que comer carne provocaba agresividad. Ninguno de sus colegas cotejó bien sus análisis, “olvidando la función crítica de la ciencia a todos los niveles”, según afirma Pim Levelt, expresidente de la Academia Holandesa de las Ciencias, encargado de investigarle.

Stapel llegó a afirmar que la gente sujeta a vidas desordenadas suele despreciar a los extranjeros. Como ya sucediera con los supuestos efectos nocivos del consumo cárnico, sus afirmaciones eran muy llamativas. Demasiado, para resistirse a publicarlas. “No se trata de un fraude deliberado, pero sí de falta de cuidado”, añade el informe. En esencia, las estadísticas de Stapel no fueron contrastadas por sus colegas. “Algunos revisores de los textos incluso sugirieron dejar fuera algunas cifras para que la conclusión fuera redonda. Se arrumbó la integridad en nombre de unos artículos bonitos”, dicen los investigadores. En su opinión, hay resultados fraudulentos “en 55 de los 130 textos académicos escritos por el psicólogo, y los 10 estudiantes de doctorado que supervisaba”.

El escándalo, y la vergüenza académica, han sido mayúsculos, y las tres universidades holandesas (Ámsterdam, Groningen y Tilburg), donde Stapel colaboraba, modificarán sus cribas. En la capital holandesa, será obligatorio compartir la información manejada en los trabajos para controlarlos mejor. En Groningen, al norte del país, los estudios serán elaborados bajo la mirada de otros científicos, “porque se ha dañado a los investigadores que empiezan”, señalan sus responsables. Y en Tilburg, al sur del país, donde era decano de la facultad de Ciencias Sociales, los doctorandos solo podrán operar con dos supervisores.

El psicólogo social caído, por su parte, ha pedido perdón ante la televisión nacional. “He fallado como científico y también a los colegas que confiaron en mí. Estoy triste, avergonzado y lleno de remordimientos”, ha dicho. Mientras era investigado, ha recibido terapia y escrito un libro sobre las consecuencias personales de su situación. La obra aparecerá en breve en Holanda.

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