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DESAYUNO CON... REBECA GRYNSPAN

“Las afganas son extraordinarias por su valentía”

La vicesecretaria general de la ONU combate la falta de sensibilidad social

Jorge Marirrodriga
Rebeca Grynspan, vicepresidenta general de la ONU, ayer en Madrid.
Rebeca Grynspan, vicepresidenta general de la ONU, ayer en Madrid.CRISTÓBAL MANUEL

—¿Cómo quiere el café?

—En vena, por favor.

Ni el que sea primera hora de la mañana ni el jet-lag logran que Rebeca Grynspan pierda el sentido del humor ni una risa constante que se hace presente en cada respuesta. Esta economista costarricense, que desempeña el cargo de secretaria general adjunta de Naciones Unidas, es la administradora del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), una posición que le obliga a viajar permanentemente y a estar en contacto con multitud de personas. “Yo quería tener una vida académica tranquila y hacia eso iba cuando un día me llamó el ministro de Presidencia para que aceptara un cargo de asesora del Gobierno”. Grynspan no tenía experiencia política y llegó al despacho del ministro Danilo Jiménez con su mejor sonrisa y un “no” en los labios. Pero no tuvo opción. “El ministro simplemente me dijo: ‘Rebeca, algún día tiene que empezar... Venga el lunes”.

Y desde que “empezó” ya no ha parado, ampliando cada vez más el horizonte en el campo de la ayuda al desarrollo y el diálogo social. Primero en Costa Rica, país del que llegó a ser vicepresidenta entre 1994 y 1998, luego en Latinoamérica al frente de la dirección regional del PNUD y ahora en todo el mundo. “Dentro de poco tengo que volver a Afganistán. Siempre que voy a algún sitio pido dos cosas: ver un proyecto concreto que el PNUD esté realizando y reunirme con las mujeres de la sociedad civil. En Afganistán tuve una reunión con mujeres. Son extraordinarias por su valentía. Son situaciones en las que uno se encuentra con los verdaderos héroes de la historia”.

Rebeca Grynspan dirige una organización que va mucho más allá de la simple aportación de ayudas económicas. El PNUD ha tenido un papel determinante en numerosos procesos de paz de sociedades divididas incluso por las armas. “El PNUD es un actor que permite un espacio de imparcialidad donde acuden todos los actores de la sociedad. Esto es muy importante en los diálogos nacionales que han sucedido en varios países”, explica, pero advierte que nada puede sustituir a la voluntad de acuerdo por parte de las diferentes fuerzas de un país. “No hay nada más importante que un compromiso nacional. Ninguna organización internacional lo puede sustituir”.

Cuando puede, Grynspan pasea por Central Park, en Nueva York, o se reúne con amigos. “Me gusta leer, lo último ha sido La desigualdad en América, de Kemal Dervis, pero, honestamente, hace siglos que no abro una novela”. Optimista por naturaleza —“tal vez porque soy de Costa Rica y veo lo que ha conseguido”—, Grynspan considera que no es necesario ver los resultados a corto plazo, sino que lo importante es lo que suceda al final. “En mi puesto no se puede ser pesimista. El diálogo no es lo mismo que un acuerdo definitivo, pero es una inversión permanente que vale la pena”, asegura mientras mira por los ventanales.

Para Grynspan, hay algo peor que las dificultades materiales: las personas que no ven la necesidad de superarlas. “Lo que más me frustra es encontrarme a gente en puestos de responsabilidad que no manifiestan sensibilidad hacia la pobreza o la exclusión”: Y añade: “Mire, el Talmud dice que quien salva una vida, salva a la humanidad. Yo veo el mundo con optimismo. Siempre pienso en las soluciones”. Y como muestra, acto seguido se retoca para la foto. A falta de espejo, bueno es el cristal de un cuadro.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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