Apollo, un programa para vencer
Solo pasaron ocho años entre el primer estadounidense en el espacio y el triunfo en la Luna La NASA contaba con el 4,3% del presupuesto federal
El histórico bip-bip-bip del Sputnik soviético, el primer satélite de la historia (1957), puso más que nerviosos a los estadounidenses: no solo quedaba ultrajado su orgullo nacional, sino que podía ser una amenaza bélica que llegara del cielo. Por si fuera poco, en abril de 1961, el ruso Yuri Gagarin se convertía en el primer hombre en el espacio. La URSS claramente llevaba la delantera en este nuevo terreno de confrontación y competición. Así, no sorprende demasiado que el presidente Kennedy, un mes y medio después de la hazaña de Gagarin, lanzara el inmenso desafío de llevar al hombre a la Luna antes de terminar la década. Lo que sí es asombroso es que se lograra, teniendo en cuenta el nivel tan incipiente de la actividad espacial estadounidense en aquel momento y salto inmenso que dio en tan pocos años para poner en el mar de la Tranquilidad a Neil Armstrong y Edwin Aldrin (con Michael Collins esperándoles allí en órbita).
Los hombres del Apollo (solo una docena de ellos llegaron al suelo lunar) han sido los únicos seres humanos que han viajado más allá de la órbita terrestre.
El programa de astronautas estadounidense había empezado con las cápsulas Mercury, para un solo tripulante, y solo en 1961, unos días antes de que Kennedy anunciara el desafío, Alan Shepard había sido el primer estadounidense en realizar un vuelo suborbital, ni siquiera dando la vuelta a la Tierra. Ocho años después, la NASA, con el Apollo 11, hacía realidad el sueño.
El vuelo de Gagarin puso nerviosos a los estadounidenses
Pero los sueños de esta magnitud no se cumplen sin el apoyo político necesario y el consiguiente esfuerzo financiero. El gasto espacial estadounidense pasó del 0,1% del presupuesto federal, en 1958, al 4,41% en su pico máximo (1966), para decaer luego hasta el 1,48%, en 1972, cuando se hizo el último viaje a la Luna, y ya estaba por debajo del 1% en 1975. Tanto como dinero era imprescindible otro recurso: la inteligencia, y mucha. En el programa Apollo trabajaron más de 400.000 personas.
Tras el programa Mercury, y con la perspectiva del Apollo, la NASA puso en marcha el programa de naves Gemini (para dos tripulantes). Y en la Gemini 8 se estrenó Armstrong como astronauta, junto con David Scott, en una misión para ensayar el primer acoplamiento en órbita y que, debido al fallo de un propulsor, obligó al futuro héroe de la Luna a afrontar una complicada situación de emergencia para regresar. En total se hicieron 10 misiones tripuladas Gemini en 1965 y 1966, diseñadas para experimentar en órbita las maniobras espaciales de naves y módulos necesarias para viajar a la Luna. A la vez, la NASA trabajaba en los imprescindibles cohetes Saturno.
Se planearon 15 misiones tripuladas Apollo (las tres últimas se cancelaron) y no pudo empezar peor el programa, ya que en la primera murieron los tres astronautas (los únicos fallecidos en servicio hasta el desastre del transbordador Challenger, en 1986). Gus Grisom, Roger Chaffree y Edward White murieron abrasados dentro de la cápsula durante unos ensayos en el centro de lanzamientos de Florida, cuando se desencadenó un fuego y no pudieron sacarlos.
Kennedy respondió al desafío y en ocho años se llegó a la Luna
En diciembre de 1968, unos pocos meses antes del vuelo de Armstrong, Aldrin y Collins, el Apolo 8 fue el primer artefacto tripulado que rodeó la Luna y Frank Borman, Jim Lovell y Bill Anders, los primeros humanos que vieron su cara oculta. Luego hubo otras dos misiones de pruebas con el Apollo 9 y el Apollo 10 y llegó el Apollo 11, con toda la gloria para sus tres astronautas y para EE UU. Todavía se realizaron seis misiones más en la Luna, incluida la fallida Apolo 13, cada vez más complejas y más ambiciosas, con los astronautas conduciendo vehículos todoterreno por el suelo de l la Luna, tomando kilos de muestras….
Pero el programa había cumplido su misión política prioritaria, como símbolo del prestigio del país y como ganador de la carrera espacial con la URSS. El apoyo y el presupuesto para el espacio cayeron en picado. Quedaron incluso sin utilizar algunos ejemplares del cohete Saturno V, el más potente que jamás se ha construido y se abandonó la capacidad de enviar astronautas a la Luna.
Desde entonces ningún astronauta se ha alejado de la Tierra más de unos 600 kilómetros, en órbita, como mucho, tan lejos de los 384.000 kilómetros que nos separan de la Luna.
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