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Todos trabajan el jueves a las once

El español está siempre trabajando, de las siete de la mañana a las nueve de la noche. Lo que pasa en esas 14 horas es algo que ni el INE ni las más prestigiosas consultoras han podido desentrañar.

EL PAIS

A los españoles se nos puede llamar ladrones, pero ay del que ose calificarnos de vagos. Ni de broma. El español está siempre trabajando, de las siete de la mañana a las nueve de la noche. Lo que pasa en esas 14 horas es algo que ni el INE ni las más prestigiosas consultoras han podido desentrañar. “Lo que pasa en la oficina se queda en la oficina”, se podría decir.

Con la llegada del móvil, la localización del currante es difícil de descubrir (a menos que se delate activándola en su smartphone), pero según el INE un jueves a las once de la mañana es el día y hora con mayor probabilidad de encontrar al trabajador delante de su mesa. A las once, el 70% de los empleados se encuentra en su puesto (74,3% de los hombres por el 64,6% de las mujeres). Ni a las diez ni a las doce, pues ya se baja unas décimas, y por supuesto ni a las nueve, cuando el porcentaje cae 9 puntos, ni a la una de la tarde, que cae 10.

Pero en ese pico de diez a doce de la mañana hay diferencia de sexos. El hombre se va a desayunar a las diez (73,1%), y la mujer, a las doce (63,3%). Como si hubiera un relevo de sexos en la oficina... y en la cafetería, ¿van a la misma? Tampoco nos lo dice el INE, pero diríase que no.

Ese nivelazo de asistencia no se vuelve a recuperar. A las dos de la tarde ya solo es del 36% de los empleados. “Claro”, dirán ustedes, “porque se ha acabado la jornada laboral”. Pues no los busquen a las ocho de la mañana, cuando solo hay un 40%. “Bueno, pero es que llegarán después de comer”. Pues va a ser que tampoco. Ese 70% no se verá más, ni el jueves ni en toda la semana, pues el viernes la coincidencia laboral cae dos puntos.

Si en hábitos laborales parece que, con pequeños matices, no hay mucha diferenciación entre sexos, lo mismo ocurre si se mira por nivel de formación de los empleados. Da igual el gremio sin estudios que el universitario: a las once, unos ponen ladrillos, y los otros, triples A o bonos basura. La única diferencia no es, pues, ni por sexo ni por educación, sino por edad. A los menores de 25 años, mejor llamarles a las doce y del jueves. El domingo, por favor, que sea la una.

¿Qué pasa a la hora de comer? ¿Cómo es la desbandada? ¿Es cierto que el hombre alarga más la comida que la mujer? Parece que no, los dos sexos se van incorporando al trabajo paulatinamente hasta las cinco de la tarde. Después de esa hora empieza a caer más bruscamente en el caso de la mujer. Sin embargo, de ocho a nueve de la noche hay porcentualmente más mujeres que hombres trabajando (17,9% contra 17,7%); en cualquier caso, porcentajes que chocarían con las costumbres laborales de los países luteranos.

Según otra encuesta del INE, el español no emplea más de dos horas al día en comer y beber, da igual que sea trabajador, parado o jubilado. Dos horas para desayunar, almorzar y cenar, ejemplo de productividad. En esa misma tabla choca que la población que más tiempo dedica a hacer deporte no sea la menor de 25 años, sino los mayores de 65 (63 minutos al día). No es extraño que se nos resistan las medallas en Londres 2012, aunque nos aseguren la gloria en los torneos de veteranos si nuestros abuelos se calman un poco, pues dedican a la diversión casi el mismo tiempo que los jóvenes. No les busquen a las once en la oficina, pregunten por el gimnasio.

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