Ernest Callenbach, creador de Ecotopía, la nación sostenible
El escritor concibió en 1977 un país con energías renovables y autoconsumo
Ernest Callenbach (Williamsport, Pensilvania, 1929) disfrutaba en sus últimos años de la jubilación dedicándose, según comentaba él mismo en la biografía publicada en su página web, a dar largos paseos. Callenbach, que murió de cáncer el pasado 16 de abril, a los 83 años, según informó su esposa a los medios, no era, sin embargo, un jubilado más del montón: reflejó una preocupación casi visionaria por la ecología, la sostenibilidad y el uso de las energías renovables en un libro que publicó a finales de la década de los setenta: Ecotopía.
Callenbach imaginó un país independiente formado por los Estados de Oregón, Washington y el norte de California en 1999, año que se antojaba como un futuro lejano en el tiempo en el que publicó la obra (1977). Los miembros de esa sociedad se alimentaban de sus propios productos, los pocos coches autorizados a circular eran eléctricos, los trenes se desplazaban por el aire mediante un complejo sistema magnético y el transporte asequible a todo el mundo eran las bicicletas blancas que se podían tomar prestadas en la vía pública. Todo se reciclaba, se prohibían aquellos materiales y objetos que no fueran reutilizables, y la energía procedía del Sol.
En la década de los setenta, la ecología basada en la sostenibilidad y el corto plazo no era un planteamiento de debate generalizado. En este contexto, unas 25 editoriales rechazaron el manuscrito de Callenbach y se limitaron a asegurar, como única justificación, que la ecología era un tema pasajero. El autor recordó esos momentos durante una entrevista con The New York Times en 2008: “Algunos dijeron que no había suficiente sexo y violencia o bien que no se sabía si era una novela o un tratado”. Sin embargo, Callenbach, el hijo de un granjero de Pensilvania, se sentía hastiado del modelo de vida consumista imperante en su país y del modo de deshacerse de los residuos, así que publicó el libro con la ayuda económica de un grupo de amigos. Lo que empezó con una pequeña tirada ha vendido hasta la fecha casi un millón de copias y se ha traducido a 12 lenguas.
Se sentía hastiado del modelo de vida consumista imperante en su país y del modo de deshacerse de los residuos y publicó un libro
Ecotopía se convirtió en una obra de culto. Hasta el punto de abrirse una biblioteca impregnada de lo que Callenbach llamaba el espíritu “ecotopiano”, en donde los libros circulaban de mano en mano, prestándose libremente. Lejos de temer por los beneficios del copyright, el autor de la utopía ecologista vio con buenos ojos la iniciativa: “Esto hunde mis derechos de autor, pero se salvarán árboles”. La obra, no obstante, también tuvo sus detractores. Las feministas criticaron los juegos de guerra rituales, en los que solo participaban hombres y tras los cuales, para festejar la victoria, se llevaban a las mujeres al bosque. Los ecologistas evangélicos, por su parte, pusieron un inconveniente opuesto al de los editores: había demasiado sexo en esa sociedad monógama con cuatro festividades para el libertinaje.
Tras el éxito de Ecotopía llegó otra serie de libros de temática ecologista. Entre ellos destacan Vestir pobremente con estilo y Vivir de forma barata y con estilo. Ambos inspirados en el estilo de vida de un hombre que iba al trabajo en bicicleta, condujo un coche de segunda mano durante 17 años y cultivó sus propias verduras.
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