¿Vale todo para acabar con el topillo?
La población de topillo vuelve a amenazar las cosechas de Castilla y León. Los ecologistas denuncian que las medidas aprobadas para frenarlos son completamente ineficaces y afectan a otras especies
Los agricultores están quemando linderos y zonas adyacentes a los campos de cultivo para intentar frenar la proliferación de topillos -un pequeño roedor que acaba con las cosechas- y evitar una plaga semejante a la de 2007. Las quemas están autorizadas por la Junta de Castilla y León. Nadie está contento. Ecologistas y científicos lo consideran una barbaridad porque no acaba con el problema, incluso lo intensifica, y afecta al hábitat de otras especies. Mientras que los agricultores reclaman medidas a más largo plazo, sin esperar a que el peligro sea inminente. Los grupos ecologistas denuncian también el uso de veneno anticoagulante (rodenticidas), que la Junta distribuyó en 2008, y advierten de los efectos perjudiciales que puede tener sobre aves rapaces, mamíferos carnívoros y cualquier animal, incluidas especies cinegéticas como el conejo o la liebre.
Hay zonas donde la densidad de topillo ha llegado a los 400 o 500 ejemplares por hectárea, según los datos de Javier Viñuela, científico del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, dependiente del CSIC, que se encuentra inmerso en varios proyectos que estudian el comportamiento de este animal, entre ellos uno de la Unión Europea. "El problema son los campos de alfalfa, que están infestados; en los linderos, que es lo que se quema, también hay, pero es secundario. Estos animales encuentran en los terrenos cultivados el hábitat apropiado, no ha hecho frío en invierno y tienen comida, ¿qué más quieren?".
La solución adoptada por la Junta le parece totalmente incongruente. "Es increíble que se cometa el mismo error que en otras ocasiones porque la Consejería de Agricultura no escucha los criterios científicos", critica. "Si al menos las quemas se llevaran a cabo en otoño o en pleno invierno, sería más razonable. Se afecta a otras especies silvestres que son depredadoras del topillo y que podrían ayudar a controlar su densidad", indica. "Por no hablar de que este animal vive en el subsuelo y el fuego es superficial, por lo que no les afecta. Sencillamente se trasladan a los campos de cultivo, donde, además, ya están", añade Fernando Jubete, de la Asociación de Naturalistas Palentinos.
Viñuela confirma que se está utilizando veneno. "Sí, lo están echando pero la Junta se niega a decirnos en qué municipios, para que no podamos estudiar sus efectos". El problema para el investigador no es tanto el producto, porque se emplea una sustancia poco tóxica, sino la forma de administrarlo. "No lo ponen en las madrigueras, sino que lo distribuyen por el campo en forma de grano, y el topillo come muy poco grano, con lo que son otras especies las que se acaban alimentando con él".
¿Y cuál es la solución? Medidas a más largo plazo como mantener un paisaje diversificado, donde existan predadores capaces de controlar a estos y otros roedores, como la lechuza o el cernícalo, inundar los campos o ararlos, explican las asociaciones ecologistas denunciantes como SEO/Birdlife, Ecologistas en Acción o WWF, entre otras. "O simplemente acoplar el ciclo de la alfalfa al del topillo. Si se sabe que hay una explosión de estos animales cada cinco años y el ciclo de la alfalfa dura entre cuatro y seis años, lo lógico sería arar en el momento en el que más animales hay y sembrar después", subraya Viñuela.
El coordinador de la organización agraria y ganadera COAGen Castilla-León, Aurelio Pérez, cree que el gran error es estar demasiado tiempo sin hacer nada, pero como medida preventiva aprueba la quema. "Los lindes son focos de reproducción masiva, tendría que hacerse anualmente", sostiene.
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