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La opinión de los ciudadanos sobre el sistema público de salud mejora

Las listas de espera y la desigualdad entre comunidades son las mayores quejas, según el Barómetro Sanitario de 2010

En líneas generales, la opinión de los ciudadanos sobre el sistema nacional de salud es cada vez mejor. Según el Barómetro Sanitario de 2010, elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas para el Ministerio de Sanidad, le dan al conjunto un 6,57 sobre 10, una cifra que aumenta continuamente desde el 6,14 de 2005.

Este dato concuerda con el progresivo aumento de quienes piensan que funciona bastante bien o que necesita algunos cambios, que ha pasado del 61,3% de los entrevistados en 1995 al 67,4% en 2007 y al 73,9% en 2010.

En el extremo opuesto, el de lo peor valorado, están las esperas (para ser atendido por el especialista, para ser operado) y la coordinación entre comunidades.

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El trabajo se ha hecho con 7.800 encuestas entre marzo y noviembre de 2010, y tiene un error del 1,1%, y tiene la ventaja de que como se repite anualmente muestra fácilmente tendencias.

Muestra de esta mejor opinión está que ha bajado la proporción de quienes creen que habría que rehacer el sistema desde el principio (del 4,7% en 2009 al 3,5% en 2010). O, como destacó la ministra de Sanidad, Leire Pajín, que haya un continuo -aunque discreto- incremento de quienes prefieren acudir a un centro público que a uno privado. En atención primaria, por ejemplo, el porcentaje de quienes prefieren ir al ambulatorio de su sistema de salud es del 63,9% (en 2007 era del 61,7%), mientras que quienes prefieren ir a un médico privado cayó al 29,8% en 2010 del 32,3% de 2007. "La rapidez de la atención y la comodidad de sus instalaciones" son los motivos que dan, recalcó Pajín, quien insistió en que en ningún caso el motivo era que pensaran que iban a recibir una atención de más calidad.

Esta corriente de mayor aprecio al sistema (a pesar de que el año pasado ya empezaron los recortes por la crisis) se nota también en la valoración del personal, que sube ligeramente y en la apreciación de prácticamente todos los indicadores, desde la cercanía de los centros y la confianza en el médico a la tecnología y el número de especialidades.

Hasta en los aspectos peor valorados hay una ligera mejoría en el último año. Ocurre en el tiempo de demora para un ingreso no urgente en el hospital (la nota que le dan pasa del 4,54 al 4,74), el tiempo de entrega de resultados diagnósticos de los especialistas (del 4,72 al 4,85) y el tiempo que tarda el especialista en ver al paciente desde que este pide cita (del 4,78 al 4,89).

Uno de los borrones de esta mejoría es que cada vez más gente va a urgencias. Lo hizo un 30,1% de los ciudadanos. De los que fueron a un hospital, solo el 18% necesitó ser ingresado. El principal motivo es que los ciudadanos piensan que en estos servicios hay más medios (lo dice el 37,7%).

Esta demanda excesiva de urgencias se nota en la calidad del servicio. El porcentaje de quienes afirman que les atendieron con mucha rapidez -la clave de unas urgencias- bajó del 65,9% en 2007 al 63,8% en 2010.

La mejor opinión también llega a las listas de espera quirúrgicas. Por primera vez, menos de la mitad (el 49,7%) cree que siguen igual. En un año, la proporción de quienes piensan que han empeorado ha bajado del 13,11% al 11,7%. Esta apreciación más positiva coincide con los últimos datos (a 30 de junio de 2010), con un descenso de las personas en espera de 10 días (de 71 a 61 días). Por cierto que al respecto la ministra de Sanidad recordó que el Consejo Interterritorial ha acirdado que se iba a establecer un máximo por ley, aunque no se ha elaborado todavía el real decreto correspondiente.

Hasta en uno de los aspectos peor valorados (la coordinación entre comunidades) la apreciación mejora. En 2007, un 85,83% pensaba que debía mejorar; ahora lo hace el 83,6%. En línea con ello, menos de la mitad cree que efectivamente los servicios que dan las distintas comunidades sean los mismos, y entre 2009 y 2010 esa apreciación ha empeorado (lo que, por otra parte, no deja de ser una constatación de la realidad).

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