"En Arquitectura te forman mejor y más duramente que en otras carreras"
Pasqual Herrero es arquitecto por la Universidad Politécnica de Valencia, tiene 25 años y con su proyecto fin de carrera se ha convertido en el primer español galardonado con el premio Douglas Hunter en el certamen internacional Archiprix 2009. Su proyecto, Árbol enraizado, rehabilita el barrio valenciano de Velluters, de tradición artesanal, y propone la construcción de una escuela de arquitectura como centro de transmisión del conocimiento y alegoría de la transmisión del saber en los oficios, de generación en generación.
¿De dónde le viene la vocación de arquitecto?
Me marcaron las enseñanzas de mi abuelo sobre la arquitectura vernácula de los molinos. Yo soy de Llucena, un pequeño pueblo de Castellón, y mis padres son médicos, nada que ver con la arquitectura, pero mis abuelos tenían molinos. Hace muchos años los reconvirtieron para producir electricidad y abastecer a los pueblos de la zona. A mí siempre me fascinó ese tema de ingeniería, el uso del agua, poleas y dinamos. Ahora los molinos están en desuso, pero los conservamos. Por otro lado, siempre me ha gustado dibujar, la vocación artística está en el arquitecto.
-¿Qué hace ahora?
Trabajo en Valencia para Menis Arquitectos, un estudio canario. Uno de los proyectos más importantes que manejamos es el de un auditorio en Turun (Polonia), que creo que será muy potente. También preparo el doctorado en el Departamento de Urbanismo de la Universidad. Trato de sacar tiempo porque quiero seguir aprendiendo, pero aún no he elegido el tema de la tesis.
-El proyecto Árbol enraizado recupera un área tradicional, ¿en qué consiste exactamente?
En el siglo XVII, Velluters era un barrio de artesanos donde muchos trabajaban la seda. Hoy aún hay quien se dedica a la artesanía y el barrio conserva una pátina de esa tradición, tiene mucho encanto, pero en decadencia, y hay que evitar que llegue a la degradación. Hay muchos solares, problemas de movilidad y focos de droga. El proyecto aprovecha esa pátina, y potencia la movilidad y las zonas verdes. La escuela tiene forma de árbol, enraizado como la tradición de la artesanía en el barrio.
-El sector de la construcción ha entrado en crisis, ¿cómo se transmite esa realidad en las aulas?
En la facultad hay una conciencia general y se nota que existe una caída en el trabajo. El plan de estudios de mi universidad nos permitía, sin embargo, participar ya desde segundo en proyectos internacionales, privados y para la administración, que es lo que tiene más salida ahora. Así, ya desde segundo teníamos contacto con el mundo de la empresa. Ahora es difícil establecerse como autónomo y lo que abunda son las colaboraciones.
- ¿Encuentra algún defecto en el programa de estudios de Arquitectura?
En España se incide mucho en la construcción de forma teórica, y en parte es por eso por lo que se nos demanda en países extranjeros. Sin embargo, habría que dedicar más tiempo a la práctica. Cuando trabajas con gente de Alemania o Suiza ves que han tenido un contacto muy real con la profesión a través de sus prácticas y que tienen una creatividad muy despierta.
-¿Hace falta más especialización?
La especialización es necesaria y por eso hay que trabajar en equipo. Es imposible que una persona pueda ocuparse de todas las facetas de un proyecto.
-¿Qué opina de que con el nuevo plan Bolonia las prácticas pasen a estar englobadas en el currículo académico?
En el plan de estudios que yo cursé ya se contemplaban 20 créditos de prácticas obligatorias en empresa. Creo que son experiencias muy positivas y deben tener ese peso.
-¿Qué le han aportado sus prácticas en empresa?
Supusieron un antes y un después. Me permitieron colaborar con el estudio alicantino Grupo Aranea en un concurso a nivel europeo, el Europan VIII, y ganamos un premio. Ese verano tuve un contacto muy directo con el estudio, vi cómo funcionaba y aprendí mucha filosofía acerca de cómo trabajar, como por ejemplo evitar repetir ideas anteriores o valorar el territorio y el uso de las materias primas que se pueden conseguir en él.
-En el campo de la arquitectura, ¿hay una fuerte conexión entre la universidad y la empresa?
Hay cátedras, como por ejemplo la de Lladró, que sacan concursos para estudiantes y permiten que nos introduzcamos en el mundo de la empresa antes de acabar la carrera. Además, para la gente que está haciendo estudios de Doctorado, como es mi caso, son necesarios recursos para poder hacerlo. Creo que la labor que cumplen las empresas financiando proyectos de investigación es muy positiva.
-Algunas escuelas de Arquitectura españolas tienen muy buena fama en el extranjero, ¿cree que es merecida?
Sí, totalmente. En los estudios internacionales hay arquitectos españoles que son el motor de los proyectos. De España sale gente muy capaz, y también llega a ella gente muy competente. Es cuestión de complementarse.
-¿Ha participado en el debate en torno al controvertido plan Bolonia?
La polémica me pilló en Suiza, así que no me impliqué demasiado. Creo que, en esencia, el nuevo sistema intenta adaptar el contexto español al europeo, y creo que en este sentido introduce más cosas positivas que negativas. Además, en mi opinión Bolonia facilitará el transvase de una rama de estudios a otros, y permitirá a los estudiantes especializarse en lo que más les interese desde un principio.
-Se comenta que algunas competencias propias de la Arquitectura, con el nuevo espacio de estudios, podrían pasar a ser compartidas con ciertas ingenierías. ¿Qué le parece?
Me parece que este temor se debe al miedo de los recién titulados a no tener trabajo después de los estudios. Pero creo que no es bueno obsesionarse con eso, porque si alguien ha estudiado y tiene formación, no tiene por qué no encontrar trabajo en su disciplina. Además, los arquitectos también desempeñan labores propias de otras parcelas: diseñan puentes, que puede ser un trabajo más propio del arquitecto; o también entran en el campo del diseño.
- Antes estudiar Arquitectura se veía casi como un seguro de vida, ¿ha cambiado esa percepción?
Siempre la he visto como una carrera con muy buenas perspectivas, pero también muy vocacional, ya que hay que dedicarle muchas horas. Trabajo hay y habrá pero, en España, en los últimos años, se ha habido un desarrollo muy exclusivo de la construcción, que ahora, con la crisis, es un sector que está muy parado. Sin embargo hay otras salidas, como las rehabilitaciones.
-¿Cuál es el futuro de la arquitectura en España, más allá de los grandes proyectos?
Desde hace tiempo las inversiones se han centrado en la nueva construcción. Creo que ahora podría ser el momento de rehabilitar pueblos sumidos en procesos de ruina y despoblación. En este sentido, en los últimos tiempos han surgido nuevos colectivos de arquitectos con objetivos no tanto de construcción como de gestión de los espacios en busca de nuevos usos. Creo que es fundamental ir hacia ese equilibrio.
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