Cacería de serpientes en Miami
La muerte de una niña de dos años fuerza una medida sin precedentes
Hace dos semanas una serpiente pitón albina de casi tres metros de largo escapó de la jaula donde estaba encerrada en una casa de campo de Oxford, al noroeste de Orlando (Florida, EE UU), y estranguló a la hija de dos años de los dueños de la casa. Fue la trágica gota que derramó el vaso de la paciencia de las autoridades del sur del Estado ante el gravísimo problema de seguridad planteado por estos ofidios. Les han declarado la guerra y ha empezado una cacería controlada para tratar de paliar el daño.
No se descarta incluso una apertura de veda con recompensas. Las pitones birmanas, especie no autóctona y una de las de mayor tamaño del mundo, protagonizan una auténtica invasión en Florida. Ejemplares como el que acabó con la niña han sido habitualmente lanzados a los distintos lagos y parques naturales floridanos, desde el Okechobee hasta los Everglades, cuando sus dueños se cansaron de ellas tras haberlas importado legalmente. La familia de Oxford no lo hizo.
Su reproducción es tan rápida que se calcula en unos 150.000 ejemplares los que ya habitan la amplia zona pantanosa que rodea Miami al oeste y al norte.
"Es sólo cuestión de tiempo que una de estas serpientes ataque a un visitante de los Everglades", dijo hace unos días en el Congreso el senador demócrata por Florida Bill Nelson.
Llevó incluso a la comparecencia la piel de un ejemplar de casi seis metros de largo, similar a los que comen prácticamente de todo. Hasta ciervos y cocodrilos adultos. Una de estas serpientes, de algo más de cuatro metros, fue encontrada recientemente reventada al no poder resistir la presión causada por el caimán de casi dos metros que acababa de engullir.
Las abundantes lluvias de la pasada primavera, con el consiguiente aumento del caudal de todos los acuíferos surfloridanos, convierte en habitual la presencia de cocodrilos en canales o lagos muy cercanos al centro de Miami. Uno de ellos fue cazado hace un mes cuando trataba de cruzar una autopista. También suele suceder después del paso de los huracanes. Pero son animales "residentes" y sólo de vez en cuando se efectúan cacerías para controlar a los más agresivos. Como estos días sucede con los mosquitos, otro molesto fruto de la crisis. Junto a las charcas con restos de lluvias, las muchas casas abandonadas por desahucios han multiplicado la plaga.
Pero el caso de las pitones es mucho más serio. Rodney Barreto, presidente de la Comisión de Conservación de la Flora y la Fauna de Florida (FWC), llegó a hablar en mayo con Ken Salazar, secretario del Interior, sobre la posibilidad de encargar a cazarrecompensas la batalla contra las invasoras birmanas. Pero la idea del volver al Oeste salvaje está aparcada, por lo mal vista que sería. De momento, la cacería va a empezar con una veintena de cazadores profesionales. El jueves se dio el visto bueno federal y estatal, y el Big Cypress National Wildlife Refuge, que linda con los Everglades, es el primer blanco de ataque, junto a un programa para evitar más importaciones.
Es el territorio donde aún viven los descendientes de los feroces indios seminolas que hirieron de muerte a Juan Ponce de León en su búsqueda de El Dorado hace cuatro siglos.
Pero erradicar las pitones será una tarea ardua. Según naturalistas, nunca se van a poder ver más del 5% de las cientos de miles existentes. El viernes se cazó la primera. Sólo una.
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