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Reportaje:

El cielo al alcance de todos

Consejos para iniciarse en la observación del firmamento como aficionado

Imagen de la Vía Láctea obtenida por el autor del artículo con una cámara Canon 350D adosada a un telescopio con seguimiento, con un objetivo Tamron de 28 mm y una exposición de 6 minutos.
Imagen de la Vía Láctea obtenida por el autor del artículo con una cámara Canon 350D adosada a un telescopio con seguimiento, con un objetivo Tamron de 28 mm y una exposición de 6 minutos.

El cielo estrellado en una noche despejada atrae la atención de cualquier persona. ¿Quién no ha mirado alguna vez las estrellas después de una puesta de Sol? El firmamento estrellado ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (la organización de la ONU que promueve la colaboración internacional en la educación, la ciencia y la cultura) y del cielo nocturno puede disfrutar cualquier ser humano, independientemente de su nacionalidad, religión, género, cultura, estudios o ideología política.

Pero, ¿cómo iniciarse en esto de ver las estrellas? Muchas veces se acude a una óptica a comprar un telescopio pensando que de esta manera se van a poder descubrir las maravillas que nos muestran los periódicos, libros y páginas web. Sin embargo, este ilusionante paso suele ser un gran error.

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Imaginemos por un momento el firmamento estrellado como una gran bóveda a la que están adheridos los astros, como lo hacen las estrellas de mar en los acuarios. Un telescopio, por pequeño que sea, normalmente no abarca un campo de visión mucho más grande que el área que cubre sobre el cielo la yema de un dedo con el brazo estirado. Ese minúsculo espacio que podemos ver a través de un telescopio hace muy difícil encontrar objetos llamativos al alcance del instrumento recién adquirido, si no sabemos donde están los objetos interesantes. El firmamento no es una sucesión de planetas, galaxias, cometas, etc..., fáciles de localizar. En la bóveda celeste encontramos más bien grandes zonas vacías de objetos de interés para pequeños telescopios.

Comencemos con unos prismáticos

Para evitar la desilusión de no encontrar nada, la primera sugerencia es comprar unos buenos prismáticos y, desde un lugar oscuro, escudriñar con ellos la Vía Láctea. Esta idea es perfecta para el verano, pues entonces la Vía Láctea recorre la bóveda celeste desde el sur hasta el norte como si de una cicatriz lechosa se tratara. Al mirar con los prismáticos, descubriremos que nuestra galaxia se compone de miríadas de estrellas que forman increíbles campos estelares... y alguna que otra sorpresa, que te invito a descubrir. Además, unos buenos prismáticos nos acompañarán toda la vida aunque después adquiramos la experiencia necesaria para usar un telescopio. Es recomendable apoyar los prismáticos fijamente en un coche o un muro, o mejor aun, fijarlos a un trípode, para obtener imágenes nítidas y quietas.

Una vez que nos hemos asomado con los prismáticos a los tesoros que guarda el firmamento, ¿cómo podemos encontrar esos objetos interesantes? La mejor opción es compartir la experiencia de otros aficionados, por lo que la siguiente sugerencia es localizar la asociación de aficionados más próxima al lugar de residencia. En el mundillo de los astrónomos aficionados normalmente hay una fantástica predisposición a compartir experiencias y equipos con los recién llegados.

Otra alternativa son las numerosas páginas de Internet, los libros o las revistas especializadas. En todas esas fuentes encontraremos mucha información sobre los diversos temas que abarca la Astronomía y mapas del cielo que nos señalarán la posición de objetos interesantes. Para empezar tenemos la Luna, Júpiter (del que con unos prismáticos de 11 aumentos podremos distinguir cuatro satélites) y objetos que no pertenecen al Sistema Solar y que son visibles según qué estación. Con el mapa de una revista o un planisferio (que se puede adquirir en librerías), propongo encontrar en primavera el racimo de estrellas hermanas de Coma Berenices o el Pesebre (M44); en verano, la guardería de estrellas La Laguna (M20) o el cúmulo de estrellas M22. En otoño, la galaxia de Andrómeda (M31); en invierno, el grupo de estrellas hermanas Pléyades (M45) y la guardería de estrellas de Orión (M42).

Casi todos estos objetos tienen una M en su denominación más técnica porque pertenecen al catálogo de Messier. Los objetos Messier son un grupo de objetos astronómicos catalogados por el astrónomo francés Charles Messier en su Catálogo de Nebulosas y Cúmulos Estelares, que se publicó originalmente en 1771. Messier centraba su interés en encontrar cometas, por lo que creó una lista de objetos descubiertos por él mismo que parecían ser cometas pero que no lo eran. La compilación de esa lista, en colaboración con su asistente Pierre Méchain, se conoce como catálogo Messier. La primera edición del catálogo incluyó 45 objetos, posteriormente Messier amplió la lista hasta 103. No obstante, otros astrónomos usaron las notas de Messier para completar una lista con 110 objetos.

Disfrutarás mucho de todos estos objetos tan llamativos, tanto más cuanto más nos alejemos de la luz de las farolas o de lugares con alta contaminación lumínica.

Si no es posible alejarse a zonas oscuras, la Luna es una fantástica alternativa. Fácil de localizar con prismáticos, estos ofrecen suficiente aumento como para poder apreciar en nuestro satélite multitud de cráteres, montañas y valles. Como además la Luna va cambiando su fase cada noche, en su superficie los accidentes geográficos varían mucho de apariencia de una noche a otra. Aconsejo observar la Luna varias noches seguidas para contemplar el baile de sombras de las montañas más altas sobre las planicies de los mares lunares u observar cómo por el borde oscuro de la Luna se asoman algunos cráteres que no serán enteramente visibles hasta la noche siguiente.1 ¿Podremos resistirnos?

¡Cuidado con las observaciones del Sol!

Un último consejo es no mirar jamás al Sol ni con el ojo desnudo, gafas de sol, prismáticos o telescopios por el altísimo riesgo que se corre de perder la visión. Por favor, cuidado siempre con el Sol. Hay que aprender a observar nuestra estrella acompañado por alguna persona, profesional o aficionado, con experiencia. Existen telescopios diseñados específicamente para observar el Sol y filtros especiales que se acoplan a los telescopios. Se pueden encontrar en tiendas especializadas o en Internet algunos dispositivos para observar el Sol proyectado en una pantalla, lo cual es útil para detectar la presencia de manchas solares. Paradójicamente, la mejor manera de encontrar y observar el Sol es dándole la espalda, obteniendo el perfil de la sombra del instrumento que estamos usando. Una vez localizado el Sol, se proyecta su imagen sobre una pantalla -comprada o casera (formada por un folio blanco rodeado de cartulinas a modo de cámara oscura)- para disfrutar sin peligro de una observación solar.

Alejandro Mendiolagoitia es astrónomo aficionado y miembro de la Agrupación Astronómica de Madrid

La Luna fotografiada por el autor con una <i>webcam</i> situada en el foco primario de un telescopio Lx200 de 22 cm de diámetro. La imagen es el resultado del alineamiento y añadido de 45 imágenes de 1/250 s cada una.
La Luna fotografiada por el autor con una webcam situada en el foco primario de un telescopio Lx200 de 22 cm de diámetro. La imagen es el resultado del alineamiento y añadido de 45 imágenes de 1/250 s cada una.
Esquema óptico de unos prismáticos.
Esquema óptico de unos prismáticos.

¿Cómo elegir unos prismáticos?

En los prismáticos, normalmente junto a uno de los oculares aparecen dos números con un signo de multiplicar entre ellos, por ejemplo "8 x 30" o "10 x 70": el primer número indica cuántos aumentos tienen los prismáticos y el segundo el diámetro del objetivo en milímetros. Si dividimos el segundo número entre el primero, por ejemplo 70/10=7, obtenemos el diámetro en milímetros de la pupila de salida, o sea, el diámetro del haz de luz que sale del ocular. Para elegir unos prismáticos de uso astronómico es muy conveniente que la pupila de salida tenga aproximadamente el mismo diámetro que la pupila humana, que en la visión nocturna se dilata hasta 6 o 7 milímetros. Siguiendo esta regla, unos prismáticos 8 x 30 no son ideales, porque su pupila de salida tendría algo menos de 4 mm. Unos prismáticos 7 x 50 o 10 x 50 son mucho mejores para observar el cielo. En este último caso tendríamos 10 aumentos, aunque la pupila de salida para algunas personas estaría en el límite inferior (5 milímetros) de lo que podemos considerar aceptable.

Otros elementos que hay que tener en cuenta son el peso, el diseño de los prismas y el tratamiento que el fabricante haya hecho de las lentes para reducir en la medida de lo posible las aberraciones cromáticas. En las tiendas especializadas os podrán aconsejar qué modelo es el que se adapta a vuestras necesidades. (Benjamín Montesinos)

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