Llegan los primeros 231 niños saharauis que pasarán sus vacaciones con familias catalanas
Los chavales han sido recibidos en un instituto de El Prat con cinco horas de retraso
Sukaina ha empezado hoy sus vacaciones veraniegas acudiendo al Instituto de Educación Secundaria (IES) Ribera Baixa, del Prat de Llobregat. La niña de siete años comentaba lo impresionada que estaba por el avión que la ha llevado hasta allí, el primero que coge. Lo decía en árabe. Sukaina viene de un campamento de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia), y ha llegado esta mañana a Cataluña, con cinco horas de retraso a causa de la partida retardada de su avión y de la huelga de celo de la Policía Nacional en el aeropuerto del Prat. La acompañan otros 230 niños para pasar dos meses con una familia de acogida en Montmeló. Participa en la iniciativa Vacaciones en Paz, organizada por el Frente Polisario en cooperación con asociaciones catalanas que cooperan con los campamentos de refugiados. Son los primeros de los 726 niños en total que entre esta noche y la madrugada del jueves al viernes llegarán al IES Ribera Baixa, cedido por el Ayuntamiento del Prat para servir de centro de recibimiento, para ser llevados desde allí a los pueblos de Cataluña donde les esperan las familias que les acogerán durante julio y agosto.
Sukaina no sólo está impresionada por el avión chárter de Air Argélie que ha tomado esta madrugada en Tindouf y le ha llevado a El Prat haciendo escala en Orán. Dice que también le han impresionado las escaleras mecánicas del aeropuerto, los coches y los tres autobuses cedidos por los Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) que han trasladado los niños desde el aeropuerto al IES donde les esperaban los representantes de las comarcas catalanas donde irán. Lo dice en árabe, porque éste es el primer verano que participa en el proyecto. Le traduce Salek, un niño que lleva cuatro años pasando el verano en el Ampurdán y habla catalán.
Importancia del rendimiento académico
Son dos ejemplos de un patrón que se repite: Los niños comienzan a venir a partir de la edad mínima que exige la organización, siete años, y suelen repetir hasta la edad máxima permitida, los doce. Lo explica Mah Yadih, el delegado adjunto en Cataluña del Polisario. Yadih también explica que otro criterio fundamental para elegir a los 726 niños que vendrán a Cataluña y cerca de 8.500 que irán al resto de España es el rendimiento académico que han tenido durante el curso en Tinduf y su implicación en la escuela. Si son huérfanos o necesitan atención médica también tiene más opciones para participar. De hecho, la atención médica en la red del Institut Català de la Salut es un objetivo básico de estas vacaciones en Cataluña, explica Yadih. En las próximas semanas, todos los niños recibirán una revisión médica general. De hecho, ya hoy dos niños que presentaban problemas en el oído y en los ojos a su llegada al Prat fueron enviados directamente a un Centro de Atención Primaria por los voluntarios de la Cruz Roja.
Otro objetivo fundamental es que los chavales pasen las vacaciones en un ambiente que se diferencie de la arena, las piedras y el calor que dominan el paisaje en Tinduf. No sólo el clima aquí es más suave -Yadih asegura que a estas alturas del año ya se llega a los 60 grados en el Sáhara argelino-; los niños también pueden descubrir el mar o el agua corriente. De hecho, una de las atracciones más seductores del patio de la escuela donde los niños esperaban en grupos mientras eran identificados eran las fuentes. "¿Es agua?" preguntaba uno mientras apretaba el grifo. Detrás de él otros hacían cola para tomar un trago o, simplemente, mojarse la cara. Además de otro paisaje, pueden conocer también una cultura muy distinta de la suya, concluye el delegado adjunto. Todos están escolarizados y aprenden la lengua castellana, pero los más novatos sólo hablan árabe. Muchos voluntarios explican, sin embargo, que los chavales se empiezan a defender en castellano en cuestión de semanas. E incluso en catalán.
La indentificación ha sido ardua
Tras llegar a El Prat, la indentificación ha sido ardua, porque estos niños carecen de un pasaporte reconocido por el Estado español. Son saharauis, y como tales sólo se pueden identificar en algunos países como Venezuela, pero no en Europa. Por eso, vienen con pasaportes colectivos expedidos por Argelia. Comparten documento argelino -y visado español- de cinco a un máximo de 40 chavales.
Mientras los coordinadores resolvían estos obstáculos, los niños eran distribuidos por comarcas de destino. Lejos de identificaciones, para ellos la principal preocupación parecía ser el cansancio después de un larguísimo viaje. Y para los que llegan por primer año, digerir tantas impresiones nuevas. Pero vienen cargados de la curiosidad infantil para lograrlo. Lo demuestra Jamila, una chica que ha estado ya cinco veces con una familia en Jaén. "Me lo pasé muy bien", dice. Esta vez llega por primera vez a Cataluña. Ataviada con una gorra del Barça que le regalaron durante sus anteriores estancias en Andalucía, asgura que "queremos mucho a las familias españolas
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