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La BBC recortará 3.780 empleos, un 14% de su plantilla

La radiotelevisión pública británica está inmersa en un plan de modernización de cara a la renovación en 2006 de su licencia

La radiotelevisión pública británica (BBC) ha cifrado hoy en 3.780 puestos el recorte de empleo que prevé llevar a cabo en los próximos meses en un intento por mejorar su balance económico —ahorrando 515 millones de euros—y, según ha informado, dentro del plan de modernización al que está siendo sometida.

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El pasado viernes, fuentes del medio filtraron que en la reunión del Consejo de Gobernadores celebrada un día antes se había tomado la decisión de recortar 1.500 puestos de trabajo (su plantilla tiene 27.000 trabajadores). Al final serán 2.050, repartidos como sigue: informativos (420), deportes (66), ficción dramática, programas infantiles y de entretenimiento (150), regionales (737), nuevos medios (58), televisión (47), radio (150) y otros programas (424).

Hace dos semanas, la BBC comunicó oficialmente la eliminación de 1.730 empleos administrativos —servicios financieros y jurídicos, recursos humanos y mercadotecnica— como primer paso de este plan de reestructuración. Pero los sindicatos están en pie de guerra desde el pasado mes de diciembre, cuando el medio público avanzó sus intenciones de recortar 2.900 empleos en tres años para ahorrarse 515 millones de euros.

"Si las cifras que están circulando son ciertas, representa un golpe devastador a los informativos y programas de la BBC. ¿Cómo cree la BBC que puede mantener sus altos niveles de calidad con unos recortes tan enormes?", indicó la semana pasada Jeremy Dear, secretario general del Sindicato Nacional de Periodistas —la mayor organización sindical de este ramo en el Reino Unido—. Dear agregó: "Aunque nunca nos hemos opuesto al cambio, opondremos resistencia a los cambios que signifiquen el despido de miles de personas, estrés extra y presión para los que permanecen y un servicio más pobre para los televidentes".

La BBC está en la actualidad en mínimos históricos de audiencia —va a cerrar el año con una cuota inferior al 35%—, debido sobre todo a la creciente competencia de las plataformas digitales por cable y satélite. A principio de los ochenta, la BBC se repartía prácticamente al 50% la audiencia con ITV, la única televisión comercial que había entonces. Con la llegada de Channel 4 en 1983, el medio público inició un lento pero paulatino descenso, que acentuaron la creación de Sky en 1991 y de Channel 5 en 1997. La BBC aún mantenía el 47% del público en 1990, por delante de ITV (42%) y Channel 4 (9%). En el 2000, la BBC había caído al 38%, las comerciales sumaban un 45% y las plataformas un 17%, que cierran este año con un espectacular 26%.

En adición a esta pérdida de tirón entre el público, la BBC se enfrenta a las críticas del partido conservador, que la considera demasiado liberal, europeísta y próxima al centro-izquierda. Por su parte, los laboristas creen que es demasiado crítica con el Gobierno —que ostentan—. Y los medios de la competencia opinan que tiene demasiado dinero y que en su lucha por la audiencia se ha convertido en un competidor desleal que crece de forma ilimitada.

El estatus de la BBC se basa en la Cédula Real y en el canon obligatorio (que deben pagar los hogares con televisor y que asciende a 121 libras esterlinas —175 euros— al año por familia), según informa Walter Oppenheimer. Está regida por un Consejo de Gobernadores, nombrado por el Gobierno, pero no por afinidad política o aritmética parlamentaria, sino por prestigio y eficacia. La independencia se la otorga a sí mismo el Consejo. Una de las claves de esa independencia es la holgada financiación por el canon. La cédula caduca a final de 2006 y los acuerdos financieros en abril de 2007.

El recorte de empleos se enmarca así en las negociaciones para renoval la cédula; aunque la prolongación del sistema de licencia parece asegurada, hay propuestas para que ese fondo no sea sólo para la BBC y se comparta con otros servicios públicos de televisión. Lord Burns, presidente no ejecutivo de la banca Abbey y muy próximo a Tony Blair, propone desgajar el Consejo en dos: las funciones reguladoras pasarían a un nuevo organismo público independiente, y la independencia la garantizaría un consejo más parecido a uno de administración que uno de gobierno. El Gobierno debe sacar en marzo un Libro Verde en el que basará en otoño sus propuestas definitivas.

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