Ratones de colores y gatos de ocho vidas, cinco años después de 'Dolly'

Ratones de colores y gatos de ocho vidas son parte de la herencia surgida a raíz de la clonación de la oveja Dolly, de cuyo anuncio se cumplen hoy cinco años. Este avance de la ingeniería genética generó una enconada polémica que aún perdura entre los que piensan que abrió una caja de Pandora de experimentos aberrantes y los que opinan que es la vía más importante para sanar enfermedades incurables.

Los avances logrados en la clonación en los últimos cinco años han obligado a los Parlamentos a reformar su legislación, a los científicos a introducir nuevas normas deontológicas y ha abierto un debate, a veces bizantino, sobre la moralidad de esta técnica.

La familiaridad con estos logros es tal que el anuncio, hace diez días, de la primera clonación de un gato no asombró por el hecho en sí, sino por que el minino no fuera idéntico a su madre: las manchas de su pelaje son muy diferentes.

El 23 de febrero de 1997 los científicos del Instituto Roslin de Edimburgo (Escocia) dieron a conocer al mundo la existencia de Dolly, el primer mamífero clonado con éxito en la historia.

Los expertos del Instituto, encabezados por Ian Wilmut, habían extraído el núcleo de una célula de una ubre bovina y lo habían transferido a un óvulo no fertilizado para conseguir un embrión, que implantaron en el útero de una "madre adoptiva" para su gestación.

Inmediatamente se desató la polémica: entre advertencias del Papa de que el hombre no debía jugar "a ser Dios", los científicos profetizaban remedios a enfermedades hasta ahora incurables, como la esclerosis múltiple o el Parkinson.

Y los primeros osados, como el italiano Severino Antinori, proclamaban su intención de clonar un ser humano antes o después. El Mundo Feliz que conjuraba en su novela el estadounidense Aldous Huxley parecía un poco más cerca.

Pronto se dio a conocer la clonación de terneros, ranas, gallinas, e incluso monos, con técnicas cada vez más perfeccionadas. A Polly, una oveja clonada a partir de una célula de Dolly, le fue incorporado un gen humano que le permite producir más leche y que podrá transmitir a sus descendientes.

Otras "creaciones" han sido más polémicas, como los ratones de color verde fosforescente obtenidos en Hawai al insertárseles ácido desoxirribonucleico (ADN) de otra especie, en este caso de una medusa.

Se ha puesto también sobre la mesa la clonación de animales extintos, como el mamut, y científicos españoles y estadounidenses tratan de devolver la vida al bucardo, una subespecie de la cabra montesa desaparecida hoy en día.

Y durante una época se habló mucho de la posibilidad de la clonación de cerdos para xenotrasplantes, el trasplante de órganos de una especie animal a otra, para solucionar así el problema mundial de la escasez de donantes.

Esta vía parece haberse abandonado ante el temor de contagiar entre los seres humanos virus inocuos para otras especies pero mortales para nosotros. Pero, sin duda, el asunto que más polémica ha generado ha sido el de la clonación humana. Desde el anuncio del nacimiento de Dolly, lo que antes parecía un argumento de ciencia ficción ha obligado a numerosos Parlamentos a reformar su legislación y prohibir esa práctica de modo específico.

Aunque sigue habiendo quien asegura que lo conseguirá, como el científico disidente Severino Antinori o la secta de los raelianos, que creen en la clonación como modo de lograr la inmortalidad.

En esta polémica ocupa un capítulo especial la llamada "clonación terapéutica", la clonación de embriones para fines de investigación médica y en particular la obtención de células madre, aquellas a partir de las cuales puede obtenerse cualquier órgano.

La Cámara de los Comunes británica aprobó en 2000 la clonación con fines terapéuticos de embriones menores de 14 días, en medio de una fuerte controversia aún no completamente resuelta. El hecho de que por cada animal clonado sano más de 200 fracasan o sufren malformaciones ha alimentado el debate.

En enero, el Instituto Roslin anunció que Dolly padece de artritis prematura, algo que ha hecho saltar las alarmas sobre las consecuencias de la clonación en la salud de los animales. Y apenas a comienzos de febrero, un equipo de científicos japoneses abundaba en lo mismo y advertía del alto índice de malformaciones y mortalidad temprana entre los animales clonados.

Visto lo visto, el futuro prometido por Un Mundo Feliz está aún muy lejos, al menos para los humanos... pero, de momento, a los gatos les ha añadido una octava a sus tradicionales siete vidas.