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MEDIO AMBIENTE

Bush ofrece como alternativa a Kioto medidas voluntarias y estímulos fiscales

El plan fue definido por una de las principales organizaciones ecologistas de Estados Unidos como "un regalo de San Valentín a los contaminadores industriales"

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha presentado una modificación al Protocolo de Kyoto sobre calentamiento climático basada en medidas voluntarias y estímulos fiscales a la industria. El plan fue definido por una de las principales organizaciones ecologistas de Estados Unidos como "un regalo de San Valentín a los contaminadores industriales que financiaron su campaña".

El proyecto de Bush se distancia de las normas obligatorias del tratado de Kioto de 1998, recientemente firmado por 170 países en Marrakesh (Marruecos). Anuncia un modelo voluntarista de lucha contra el recalentamiento del planeta causado por los gases de efecto invernadero.

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Según la Casa Blanca, en los próximos diez años permitirá reducir un 18% la intensidad de esos gases generados por la economía norteamericana, un objetivo "comparable" al del protocolo de Kioto.

Bush ha propuesto controlar el aumento de las emisiones de gases nocivos y para ello cuenta con la buena voluntad de los industriales norteamericanos, que emiten el 36% del gas de efecto invernadero de los países industrializados, contra el 31,6% de Europa. Para alentar a la industria y a los consumidores a dar muestras de civismo ecológico, la Casa Blanca anuncia estímulos fiscales de 4.600 millones de dólares para adoptar fuentes de energía renovables.

4.500 millones de dólares

El presupuesto de 2003 contendrá asimismo unos 4.500 millones de dólares de créditos para una serie de actividades vinculadas al clima, un aumento de 700 millones de dólares en comparación con el presupuesto de 2002.

Carl Pope, director del Sierra Club, una de la grandes asociaciones estadounidenses de defensa del medio ambiente, estima que estas medidas constituyen "un regalo de San Valentín a los contaminadores industriales que financiaron su campaña". El gobierno de Bush sostiene "la política de polución reclamada por las industrias de energía, en lugar de tomar medidas diseñadas para proteger nuestra salud", afirma.

El año pasado Bush rechazó el protocolo de Kioto, que Washington había firmado, y se negó a limitar las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal responsable del efecto invernadero.

Entonces, Washington justificó su decisión señalando que el acuerdo atentaba contra la economía norteamericana y reprochó que se impusieran obligaciones exclusivamente a los países industrializados.

Para el Gobierno norteamericano, el nuevo plan tendrá la ventaja de vincular directamente el ritmo de las reducciones de gases nocivos al rendimiento económico de la economía.

Concentraciones de gas

Asegura que este enfoque permitirá "estabilizar las concentraciones de gas de efecto invernadero en la atmósfera a largo plazo, manteniendo el crecimiento económico necesario para financiar infraestructuras energéticas más limpias".

La casa Blanca ha anunciado además la iniciativa "cielo claro" para sostener una reducción progresiva de dos tercios, de aquí a 2018, de las emisiones de tres grandes contaminantes: dióxido de sulfuro, monóxido de nitrógeno y mercurio.

Los industriales serán incitados a respetar estos objetivos mediante un sistema basado en la economía de mercado y en la creación de créditos de emisiones contaminantes negociables, un mecanismo contemplado también por el protocolo de Kioto.

Japón ha recibido con beneplácito el plan alternativo presentado Bush, pero no ahorrará esfuerzos para persuadir a EEUU a que regrese al acuerdo que firmó en 1997, ha dicho hoy el ministro portavoz del Gobierno, Yasuo Fukuda.

Según Fukuda, el programa presentado por Bush muestra que Washington no rechaza la protección del ambiente, y añade que era un paso más para eliminar las diferencias respecto al acuerdo climático al que EEUU renunció el año pasado bajo el argumento de que perjudicaba su economía.

El presidente estadounidense, George W. Bush, en una imagen de archivo
El presidente estadounidense, George W. Bush, en una imagen de archivoAP

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