Las claves de la hemodiálisis
En las sesiones de hemodiálisis se extrae la sangre del cuerpo del enfermo y se bombea al interior de un aparato que filtra las sustancias tóxicas, devolviendo a las personas la sangre purificada
Cuando los riñones fallan, se puede extraer los productos de desecho y el exceso de agua de la sangre por hemodiálisis.
En las sesiones de hemodiálisis se extrae la sangre del cuerpo del enfermo y se bombea al interior de un aparato, denominado dializador, que filtra las sustancias tóxicas, devolviendo a las personas la sangre purificada. La cantidad de líquido devuelto se puede ajustar.
En la hemodiálisis se crea quirúrgicamente una conexión entre una arteria y una vena para facilitar la extracción y el retorno de la sangre. Ésta fluye a través de un tubo conectado a la fístula (unión entre la arteria y la vena) dentro del dializador.
La sangre y un fluido similar a los fluidos normales del cuerpo (dialisato) entran al dializador por distintos conductos. Una vez dentro, una membrana artificial semipermeable pone en contacto a ambos líquidos. Por el principio de osmosis, los distintos componentes de la sangre y del fluido se compensan hasta equilibrarse. Por ejemplo, si, como es habitual, la sangre del enfermo presenta exceso de urea, el contacto con una solución que tenga una concentración baja de la misma sustancia, provocará que baje el nivel de urea en la sangre.
La hemodiálisis puede provocar hemorragias en el intestino, en el cerebro, en los ojos o en el abdomen provocadas por un anticoagulante que se utiliza en las sesiones
En general, los enfermos del riñón se someten a sesiones de hemodiálisis dos o tres veces por semana con una duración de entre dos y cuatro horas.
Principales complicaciones en la hemodiálisis
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