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Veronika Hilbrunner, la chica de pueblo que dice al mundo cómo vestir

Carne de ‘street style’ y embajadora de Mango, el estilo de esta alemana cotiza al alza. Charlamos con ella sobre su rechazo al término ‘influencer’ o acerca de por qué decidió hacer pública la vida de su hijo en Instagram.

Vestido de MANGO (69,99 €), calcetines de CÓNDOR (5,50 €) y mocasines de SEBAGO (295 €). Alfombra Royal Newheritiz (99,99 €), alfombra Bela (149,00 €), cojín Carmen (12,99 €) y cojín Lloris (19,99 €), todo de ZARA HOME.
Vestido de MANGO (69,99 €), calcetines de CÓNDOR (5,50 €) y mocasines de SEBAGO (295 €). Alfombra Royal Newheritiz (99,99 €), alfombra Bela (149,00 €), cojín Carmen (12,99 €) y cojín Lloris (19,99 €), todo de ZARA HOME.Antártica
Clara Ferrero

No llamen influencer a Veronika Heilbrunner. No le molesta, simplemente le resulta «absurdo». «Entiendo que puede ser útil para describirme, pero jamás me presentaría diciendo ‘Hola, me llamo Veronika y soy influencer». Esta alemana no tiene cifras de seguidores millonarias como otras reinas de Instagram (acumula 192.000 en la red social), pero todo el mundo en la industria sabe quién es. Su nombre no ha dejado de sonar desde que en 2012 empezara a dejarse ver en las semanas de la moda acompañada por su pareja, el consultor y exdirector creativo de Brioni, Justin O’Shea. Los fotógrafos de street style no pudieron resistirse a inmortalizar la estampa: ella, experta en combinar delicadas prendas con botas de montaña o aparatosas zapatillas deportivas; él, viva encarnación de una nueva masculinidad construida a base de modernos trajes, tatuajes y una barba que ha protagonizado casi tantos artículos en la prensa especializada como su propio dueño.

Así, entre flashes, lograron convertirse en una de las parejas más reconocidas de la industria. «Nunca nos hemos planteado si somos la power couple de la moda, como nos han bautizado algunas publicaciones, pero trabajar en el mismo sector facilita mucho las cosas, hace que nos entendamos mejor», reconoce. Antes de compartir la codiciada primera fila en desfiles como Gucci, Off-White o Burberry, él había sido minero en su Australia natal y ella, nacida en un pequeño pueblo de Alemania, limitaba su currículo a sus pinitos como modelo.

Desde que sus caminos se cruzaran cuando un amigo en común los presentó hace más de 10 años en una fiesta organizada por la firma de culto Acne Studios, han trabajado para el mismo portal de venta online de lujo (MyTheresa), han compartido las páginas de las principales cabeceras internacionales de moda y han colaborado, juntos o por separado, con otras tantas marcas. Mango es la última firma que ha puesto su atención en ella reclutándola para su selecto club de embajadoras junto a nombres como Sofía Sánchez de Betak, Jeanne Damas o Tamu McPherson.

Minutos antes de empezar esta sesión de fotos, Heilbrunner cuelga en Stories una imagen familiar en la que también aparece su bebé, Walter Jones. Tras dar a luz al pequeño en junio del pasado año, él también forma parte de la ecuación para alcanzar el éxito digital. Lo mismo aparece posando junto a su madre, que dice sus primeras palabras a cámara o luce algún diseño de la etiqueta de moda de su padre, SSS World Corp. «Es complicado decidir si debes o no sacar a un niño en redes sociales. Fue algo en lo que pensamos mucho antes de que naciera, pero al final queremos pasar el mayor tiempo posible con él y por el tipo de trabajo que tenemos es difícil separar lo privado de lo público», responde al ser preguntada por el debate ético alrededor de publicar imágenes de menores en la red. «Siempre evito subir fotos en las que esté llorando o desnudo, pero me parece aún más raro cuando la gente tapa la cara de sus hijos», defiende.

Veronika lleva camisa de popelín de PRADA (c. p. v.) y pantalón de MANGO (39,99 €).
Veronika lleva camisa de popelín de PRADA (c. p. v.) y pantalón de MANGO (39,99 €).Antártica

La maternidad también ha tenido que ver en su reciente decisión de cambiar el bullicioso Berlín por la campiña inglesa, su refugio de paz entre desfiles y citas internacionales. «Conciliar es un reto cuando coges aviones casi todas las semanas. Solo es fácil los domingos», bromea. «Ya no recuerdo cómo era mi vida antes. Hoy mismo volando a Madrid me sentía rara estando sola, teniendo tiempo para leer en completo silencio. Me encanta esta etapa, aunque como todo el mundo tengo mis días de bajón».

En esa vida anterior a la que hace alusión tocó casi todos los palos de la industria. «Empecé como modelo, pero ejercí poco tiempo porque no me sentía cómoda con mi cuerpo. Me veía muy alta y fuera de lugar. Mis padres tampoco tenían ni idea de la industria ni podían ayudarme. Pero me sirvió para saber que quería trabajar en esto». Más tarde fue editora de moda de MyTheresa y de la edición germana de Harper’s Bazaar, puesto que abandonó en 2015 para crear Hey Woman!, una revista de estilo de vida para mujeres en la treintena. «En esa época empecé a ganar mucha popularidad en el street style y me sentía
bastante incómoda estando siempre en primer plano. Quería hacer cosas detrás de las cámaras», explica acerca de los motivos que la impulsaron a dar el paso.

Pero mantener una publicación de moda online no es fácil en tiempos de información rápida y encapsulada y tres años y medio después puso punto y final a su aventura empresarial. «Nuestros clientes cada vez estaban más interesados en que hiciéramos un post en redes sociales en lugar de un artículo más elaborado. Personalmente, ya solo utilizo Internet para reservar vuelos o comprar. Cuando leo prefiero tener algo que sujetar entre mis manos, no quiero hacerlo frente a una pantalla». Su propio estilo, que define como «romántico, fácil y práctico», jugó en contra en esta ocasión. «Cada vez me surgían más trabajos con marcas y tenía menos tiempo para ir a la oficina. Pensé que no estaba bien seguir si no podía involucrarme al 100% y tenía miedo de defraudar a mi socia [la consultora y editora Julia Knolle], así que decidí dejarlo. Además, me quedé embarazada y sabía que un bebé me quitaría más tiempo», cuenta.

Superadas las inseguridades que la acechaban en sus comienzos («creo que mi edad tuvo mucho que ver, tenía 17 años y todavía no me aceptaba»), parece que Heilbrunner ha entendido que medir más de un metro ochenta –no hay consenso sobre su edad ni su altura exactas– es un punto a su favor. «Resulta más glamuroso si digo que prefiero ir plana por cuestiones de comodidad, pero también influye la altura», admite. Algo tan simple como hacer del calzado deportivo su seña de identidad mucho antes de que se convirtiera en macrotendencia le ha servido para hacerse un hueco en el mundillo de la influencia digital, aunque no se identifique con el manido término influencer. «Mi hermana me decía el otro día que tengo que encontrar una palabra que defina mi trabajo porque sus amigos no entienden a qué me dedico», confiesa riendo.

Etiquetas aparte, no cabe duda de que desea trascender más allá de su número de seguidores, sobre todo, cuando el futuro de los reyes del marketing en Instagram deja entrever albores de tormenta tras las pérdidas que han registrado muchas marcas (según un estudio publicado por The Business of Fashion los anunciantes han perdido unos 1.300 millones de euros este año). «No hay que dejarse impresionar por la cantidad de followers. Cada día tengo varios mensajes en que me dicen cómo puedo comprar unos cuantos falsos. Instagram necesita una regulación. De lo contrario, acabará destruyéndose» .

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Sobre la firma

Clara Ferrero
Es redactora en S Moda, revista en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera. También es cocreadora de 'Un Podcast de Moda', el primer podcast en castellano especializado en la temática. Es licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, y especialista en Comunicación de Moda por la Universidad Complutense.

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