‘Un Paso Adelante’, una historia de superación que retrata el mundo de la danza como nunca antes
Este 17 de marzo llega a las salas de cine la nueva película del director Cédric Klapisch, una carta de amor a la danza y a la resiliencia que cuenta con Marion Barbeau, primera bailarina de la Ópera de París, y el célebre coreógrafo Hofesh Shechter, como protagonistas.
Dice que le parecía algo “tan inalcanzable” que ni tan siquiera se permitía soñarlo. Una decisión, la de inhibir en ella hasta la oportunidad del anhelo, difícil de entender para quien consiguió alcanzar la cima de la danza internacional saliendo de un pequeño suburbio, Nogent-sur-Marne, al este de la capital francesa. Pero Marion Barbeau, primera bailarina del ballet de la Ópera de París, no solo ha cumplido al fin su deseo de debutar como actriz, sino que ha disfrutado cada instante de ello. “Nunca me había sentido tan feliz yendo a trabajar cada mañana”, asegura la protagonista de Un Paso Adelante, la película que convertirá, desde este próximo 17 de marzo, la sala de cualquier cine en el patio de butacas del icónico Palais Garnier.
Renacimiento, reconstrucción y resiliencia. Estos son los pilares temáticos del filme dirigido por Cédric Klapisch (Una casa de locos) que llega ahora a la cartelera española tras alzarse con el Premio del Público en el Festival de Cine Francés de Málaga y superar el millón de espectadores en Francia. Barbeau da vida a Élise, una reputada bailarina que se ve obligada a dejar de bailar al sufrir una lesión. Tratando de buscar un nuevo asidero profesional, la joven acaba topándose con una compañía de danza contemporánea que dará la vuelta a su forma de bailar y sentir, de aprovechar todas las vidas que la vida le acaba ofreciendo. En palabras de su intérprete: “Es una luchadora, alguien súper fuerte, que construyó un caparazón después de la muerte de su madre. Pero su lesión de tobillo también le enseñará a gestionar su fragilidad y a vivir con sus debilidades”. Junto a Barbeau, el célebre coreógrafo israelí Hofesh Shechter, uno de los creadores más importantes de la escena moderna, también debuta como actor y compositor en el filme al mismo tiempo que dota de su característico lirismo y sensibilidad a las poderosas escenas de baile presentes en la cinta.
Si bien son varias las películas recientes que han usado el mundo del ballet clásico o contemporáneo como contexto o pretexto, como Cisne Negro, Girl o Suspiria, lo que distingue a Un Paso Adelante del resto es su apuesta por supeditar el baile a cualquier otro aspecto narrativo o cinematográfico, casi más cercano al documental que a la ficción. Tanto es así que su cineasta, que llevaba 20 años concibiendo este proyecto, no escribió ni una palabra del guion hasta que no encontró a su protagonista tras un exhaustivo casting. “No quería hacer trampas. Quería que fueran bailarines actuando y no actores bailando o fingiendo bailar, como Natalie Portman en Cisne Negro (…) Me molestó mucho que ella fuera sustituida por una bailarina en casi todas las escenas de danza, como se hace en las películas de acción con los dobles. En mi opinión, cuando haces una película sobre danza es obligatorio que los intérpretes también bailen”, sostiene Klapisch, con una dilatada experiencia inmortalizando tras la cámara diversos espectáculos de esta disciplina. La apuesta le salió bien: medios como The Guardian han calificado el trabajo de Barbeau como “precioso” y “digno de una estrella”.
Un Paso Adelante también se aleja de clichés habituales con los que el séptimo arte ha retratado esta industria, como las rivalidades entre bailarines o esa idea de la danza como algo oscuro o desgarrador. Bailar es uno de los grandes placeres de la vida y la historia lo celebra con un prisma positivo, siguiendo la poética cotidianidad de los bailarines, el trabajo físico que implica y la emoción que despierta en el espectador. Bastan como ejemplo los primeros 15 minutos de la película, copados por una actuación musical sin diálogos que ya anuncia los conflictos dramáticos del guion. Su protagonista dice estar “impresionada” por lo conseguido por el director. “Es la primera vez que veo que la danza se reproduce tan bien en una ficción. Tanto la clásica como la contemporánea. Ya sean las representaciones que abren y cierran la película o las escenas de ensayos en las que la cámara cuenta lo que sucede, siempre está en el lugar perfecto para filmar”.
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