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Esto es lo que necesitas saber si quieres que un grupo toque en tu boda

Fran Nixon es uno de los pioneros. Para Evrípidis Sabatis o Juanjo Pedro (Nitoniko) es algo habitual. Hablamos con ellos y con una pareja que en su boda organizó nada menos que un festival.

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Pedro Agustín.

La música es un intangible que hace más felices las vidas de muchísimas personas. Marca momentos, estados de ánimo y numerosas cosas más del día a día. A la hora de organizar una celebración, lejos de ser un tema secundario, es fundamental. Bodas, cumpleaños, un regalo a un amigo… toda ocasión es buena. Y no hace falta limitarse a la creación de una playlist específica para ese día, ni mucho menos dejarse llevar por el criterio del dj de turno que “nos facilite” el restaurante o espacio de eventos en el que vaya a tener lugar la fiesta. Nada de fichar a una banda de música digna de hilo musical de consulta de dentista para tu boda. ¿Por qué no contratar a un solista o grupo de música que nos guste de verdad para que venga a amenizar nuestra fiesta?

Uno de los pioneros del panorama indie español en estas lides es Francisco Nixon, quien comenta cómo comenzó todo: “Durante la promoción de un disco de Australian Blonde conocí a Rick Treffers, del grupo Mist, que hacía conciertos a domicilio. Básicamente, yo le copié la idea para hacerlo con La Costa Brava. En esa época yo tenía un blog bastante activo, y me di cuenta de que podía usarlo para contratar conciertos sin tener que pasar por los intermediarios habituales, especialmente siendo un grupo minoritario”. A partir de ahí, numerosas anécdotas, más allá del concierto en una casa con el que salieron en el telediario de Antena 3 como noticia curiosa. “Recuerdo una boda en Galicia en una pérgola encima de la playa, donde nos pusimos moraos de percebes. También recuerdo con mucho cariño unos conciertos organizados por una gente de Onda, que terminaron llevándonos a Alemania. También estuvimos en París… No sé, fueron muchos y muy divertidos”. Nixon ya no hace bodas “son muy complicadas”, dice. Pero otro tipo de eventos, si le encajan por agenda y le resultan apetecibles, los hace. “Últimamente estoy desbordado de trabajo y los fines de semana me los guardo”, añade.

Evrípidis Sabatis es un artista griego afincado en Barcelona con amplia experiencia en eventos privados. Su estilo versátil, elegante y atemporal hacen del suyo un show de lo más adecuado para una boda. Nos cuenta se enfrenta a un encargo de este tipo: “No tengo nada estándar. En mi boda de ensueño sonarían los Beach Boys, Las Ronettes, Las Shirelles, Las Supremes y demás grupos vocales de los 60 todo el rato, con armonías angelicales y letras cargadas de emoción post-adolescente”. El repertorio para un evento privado lo trabaja de forma personalizada, hablando con los novios, quienes eligen temas que les gustaría oír en un día tan especial. “La gente que me suele contratar tiene gustos musicales parecidos a los míos (Indie pop, new wave, soul, 60’s pop, rock and roll ), así que no me he enfrentado jamás con situaciones incómodas… Aunque me veo capaz tocar casi cualquier cosa, tocar fondo incluso, mientras este bien remunerado (risas). Total, todavía no me ha ocurrido”. Sus actuaciones suelen ser en inglés y castellano, aunque puede haber alguna excepción en griego, frances o italiano. “Cuando ya están decididos los temas, los aprendo y arreglo en el piano. Si el presupuesto permite más de un músico, nos ponemos a ensayar. Una vez, por ejemplo, toqué a los Beatles y Alphaville en un órgano de iglesia y tuve la oportunidad de hacer los ensayos allí mismo la semana antes de la boda”.

Juanjo Pedro es otro músico que vive en Barcelona y que también tiene experiencia en bodas a sus espaldas. Con una voz llamativa por lo potente y delicada al mismo tiempo, comenta a S Moda que “hasta ahora ha sido en acústico, voz y guitarra, algo íntimo, en la ceremonia. Si fuese para la fiesta, pues haría algo con banda. Incluiría canciones significativas para los novios, claro”. Este músico admite contrataciones tanto para hacer su repertorio como Nitoniko, como para tocar una lista de temas más popular: “Habría mucho pop, hits indies de los 70’s, 80’s y 90’s sobre todo, y más cosas internacionales que de aquí. He hecho versiones de The Field Mice, Anthony and the Johnsons, David Bowie, The Smiths, The Beatles, New Order, The Carpenters, The Cure, The Cranberries… y Astrud, Los Planetas, La Buena Vida o Carlos Berlanga”.

Hay grupos de música que han entrado en estas dinámicas de una forma un poco casual, y que ahora están abiertos a propuestas. Es el caso de Cosmen Adelaida, banda madrileña de pop: “Hemos tocado alguna vez en celebraciones de amigos y conocidos. Bodas, cumpleaños, etc… Ha surgido porque no sabemos decir que no, realmente. Es nuestro regalo particular en cosas de estas, y no solemos cobrar, sino que lo hacemos como detalle. Recordamos con especial cariño hace ya unos años cuando nos contactó un chico para que tocásemos en el cumpleaños de su novio. No íbamos a acceder, pero este chico fue tan majo que al final lo hicimos sin cobrar ni nada. Nos llevamos muy bien con ellos y nos quedamos toda la noche en el cumpleaños. A día de hoy, Luis e Isra (la pareja en cuestión) son de nuestros mejores amigos”. Por su parte el grupo barcelonés Doble Pletina ha tenido una única experiencia hasta el momento tocando en celebraciones privadas. “El motivo que nos movió a aceptar fue que conocemos a la agasajada. Vamos, que lo hicimos por gusto y sin cobrar. Tocamos tres o cuatro canciones para poco público y al que conocíamos prácticamente en su totalidad, así que no tuvimos que enfrentarnos a un público indiferente, hostil ni poco interesado. Todo muy agradecido y breve”.

Habrá quien piense “un artista al que admiro está aquí presenciando un momento íntimo para mí, ¡qué corte!” ¿Y… qué? Pongámonos al otro lado, el del artista. Para ellos un evento así supone un reto mayor al de tocar en una sala de conciertos, y un mayor compromiso. “La intimidad es mayor y en un primer momento todo el mundo está un poco cortado, pero gracias a ellos hemos hecho muy buenos amigos”, asegura Francisco Nixon. Cosmen Adelaida recuerdan un momento de especial presión: “Este verano tocamos en la boda de unos de nuestros mejores amigos y la cosa era complicada, ya que poníamos música a la entrada del novio, a la de la novia, y a la salida. En el momento en el que aparecía la novia tocábamos la canción favorita de su padre, que la llevaba del brazo. Seguramente no habíamos tenido tanta presión encima desde la final del Proyecto Demo. Suficiente que no nos meamos encima”.

Y es que en el caso de las bodas lo difícil no son los novios… sino el resto del público. Templeton, un grupo de música integrado por santanderinos que se fraguó en Madrid, dieron un concierto sorpresa en una boda y según recuerdan “fue un regalo de la novia, y el novio no supo nada hasta que llego al jardín. Entraron mientras tocábamos y fue precioso. Impone bastante, hay algo de tensión porque quieres hacerlo perfecto y que les quede un bonito recuerdo, pero la gente suele emocionarse mucho y terminas contagiándote y disfrutando”. No obstante, según cuentan, de todo hubo: “hay quien no nos conocía y nos vino a felicitar tras el concierto, y también hubo quien se fue al bar antes del primer estribillo. Pero, por lo general, la gente entiende que es algo destinado a los novios y disfruta por y con ellos”, añaden. Para Fran Nixon el público de las bodas “es el más difícil porque hay gente de todas las edades y además hay personas que han pagado por el cubierto y creen que están en su derecho de reclamar un servicio personalizado. En una fiesta ‘normal’ el ambiente es diferente, mucho más relajado”, asegura. Para Cosmen Adelaida “por lo general la gente es muy maja y agradecida. Tocamos canciones que encajan en el contexto y después siempre te felicitan”.

La cuestión logística no es menor. Lo más habitual es que los músicos lleven su propia equipación y aparatos necesarios, aunque el formato y cantidad de los mismos siempre dependerá del presupuesto y condiciones en que se cierre el acuerdo. Aunque suele haber posibilidades para todo. Por ejemplo Evrípidis Sabatis, que toca el piano, dice que “un piano de verdad siempre luce mucho mejor, no se puede negar su alto factor de chic, pero si hace falta yo tengo mi propio piano eléctrico, portable y listo para nuevas aventuras”. Pues eso, que por logística que no sea.

En cuanto al dinero, reduciendo costes lo más posible, al artista le sale rentable y el presupuesto es asumible dentro del contexto de una gran celebración. En el caso de La Costa Brava era sencillo: “Básicamente calculábamos un beneficio de tanto por persona y luego sumábamos los gastos de desplazamiento, cena y alojamiento”. Por supuesto eso es lo habitual: que alojamiento, transporte y dieta vayan aparte. Evrípidis comenta que “el precio se decide dependiendo de la ocasión. Obviamente no es lo mismo tocar a una boda a 50 kms de Barcelona (ciudad en la que vivo) que a 600 km. Y tampoco es lo mismo tocar en una boda de colegas que una boda multitudinaria”. Juanjo Pedro da una cifra: “En mi caso depende de la distancia, el formato y el tiempo de la actuación, pero estaría entre los 500€ y los 1200€”. Doble Pletina confiesan que alguna otra vez han recibido ofertas para tocar en bodas o fiestas “pero hasta ahora no han sido lo suficientemente atractivas como para que nos planteemos hacerlo”.

Ángela Fernández y Alejandro Ramos son una pareja de Oviedo que decidió casarse con mucha música en vivo y, según dicen, no les resultó complicado. “Desde que nos conocimos nuestra vida en común siempre ha estado muy ligada a la música y los festivales. Jandrín tuvo un bar durante siete años en el que ponían principalmente música indie y es parte de la promotora La Radio de Cristal, por lo que lleva muchos años metido en la dinámica de la organización de conciertos. Cuando no teníamos siquiera en mente lo de casarnos siempre decíamos de coña que ‘si un día hay boda, haremos un festival’”. Y eso hicieron: montaron un festival. “Desde el principio teníamos claro que para el cartel queríamos grupos con los que teníamos una vinculación anterior, tanto musical como afectiva. Así que la mayoría nos dijeron que sí al minuto”. Y allí que se presentaron Un Pingüino en mi Ascensor, La Orquesta Química, o Willy Naves. El único que no pudo ser fue Francisco Nixon. “Fran fue mi regalo sorpresa en uno de mis cumples en el pasado. A la boda no vino. Nos dio pena porque es especial para nosotros, pero para que se vea que no le guardamos ningún rencor, nuestro baile nupcial fue con ‘Treinta y tres’.

Una experiencia seguro inolvidable. El secreto, con estos y otros grupos, está en lanzarse y probar. Quién sabe si llegar a un acuerdo es más fácil de lo que solemos pensar y si podemos acabar disfrutando de música de calidad en directo en nuestra celebración especial.

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