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Roberto Etxeberria: «Prefiero arriesgar, aunque no venda»

Su éxito está en la provocación, la de quebrantar las normas de la sastrería masculina clásica y combinarla con pieles exóticas, referencias al skate y los toros.

Roberto Etxeberria

Mañana (domingo día 7) es una de las fechas más importantes de su carrera: debutará en la semana de la moda de Nueva York con la colección Pura Piel, que nos muestra en exclusiva unas semanas antes en su casa-taller de Barcelona. «Soy barroco en las presentaciones. En cada salida mostraré un mínimo de cuatro prendas. No entiendo cuando Versace saca a cinco modelos solo con un slip», comenta Roberto Etxeberria (Guipúzcoa, 1976). Nada más abrirnos las puertas, nos dirige a la planta de arriba. Aquí está su sala de confección, donde ultiman la pieza estrella del desfile: una cazadora perfecto de cocodrilo. Sin poder evitarlo, se la prueba al instante y sale al jardín para mirarse en los cristales de los ventanales que dan al salón. «Ésta, si no se vende, me la quedo yo», dice para sí casi como un deseo. En esta chaqueta ha invertido 2.500 euros solamente en la piel. «Siempre lo más caro es lo que vendo antes», explica, convenciéndose de que tendrá que renunciar a ella. «No quiero parecer soberbio al hablar de costes. Trabajo con los materiales que puedo, como cualquier otro. También hago modelos de cuero desde 500 euros». Los precios forman parte de su estrategia. «Desde el principio supimos dónde queríamos posicionarnos: en el mercado de las prendas de lujo alternativo, con los mejores materiales y patrones que pueden usar ambos géneros. Esto a veces es muy arriesgado; pero si no te diferencias, más vale que ni lo intentes en este negocio».

En el recibidor, una cabeza de toro comprada en Nimes y el sillón Isla Negra, obra de Germán Rodríguez para Pablo Neruda. Los aparadores son diseños de Pierre Cardin. Encima, óleo de Pere Pruna y reproducción de una cabeza de cocodrilo.

Pep Ávila

Nos sentamos en el bordillo de la piscina, desde donde se observa casi la totalidad del interior del hogar, la famosa casa Moratiel, construida en 1958 por el arquitecto José María Sostres. Todos los espacios están llenos de piezas de autor: sillones de Le Corbusier, sillas de Jacobsen o Wagner, aparadores de Pierre Cardin –«De los que solo hay dos en el mundo», comenta– o grabados de Chillida, Moore y Palazuelo. Una colección que ha adquirido junto con su pareja y socio, el arquitecto Joan Roig –quien se encargó de la restauración a partir de los planos conservados en el archivo del Colegio de Arquitectos de Barcelona y las fotografías que realizó en la época Francesc Catalá-Roca–, y que convive con sus diseños, accesorios heredados y caprichos de firmas que admira, como Junya Watanabe, Undercover o Yiqing Yin.

Entre las patas de ciervo, un bastón con puño con calavera de plata –herencia de su abuelo–.

Pep Ávila

En apenas unas horas, sus últimas creaciones –que aparecen en este reportaje– estarán en movimiento en la Gran Manzana. Una línea confeccionada exclusivamente en avestruz, anguila, napa, ante o iguana, sin licencias a otros tejidos. No teme las quejas de las asociaciones para la protección de los animales. «Nunca he tenido ningún problema con ellos. De todas formas, si tienen que molestarse con alguien, que lo hagan con quienes legislan y permiten que la venta de estos materiales sea legal. Yo me sujeto a la ley, tengo certificados que explican la vida y procedencia de cada animal. También quién ha curtido el pelo y qué productos químicos se usaron. Yo no he matado a ninguno. Si alguien me llama maltratador, es porque es un inculto».

Etxeberria con su línea de calzado.

Pep Ávila

Hace tres años presentó La piel que habito, su primera colección masculina, en la plataforma EGO otoño-invierno 2011/2012, con la que ganó el premio L’Oréal. Le siguió Jour de fête, con la que repitió galardón. Desde entonces, ha mostrado sus diseños en Austria, Brooklyn, París y Florencia, donde han sorprendido por su forma de combinar la sastrería clásica con referencias taurinas, ropa de deportes extremos que él mismo practicó –«Cuando era un pieza y hacía escalada sobre hielo, rugby, snow o vuelo en ala delta», cuenta– y uniformes de trabajo. «Porque antes de dedicarme a la moda tenía una empresa de distribución de bebidas al por mayor. También estuve en la fundición, he sido fontanero y he llevado una carretilla».

El comedor está decorado con sillas de Wagner, cortinas de la tela Canas que hizo Arcadio Blasco en 1955 para Gastón y Daniela y lámpara de madera de Coderch.

Pep Ávila

Su firma se vende en París, Sorrento, Moscú, Nueva York y Baltimore. Allí tiene clientes como Jaden Smith, el hijo de Will Smith, «que se puso una de nuestras chaquetas para la presentación de After Earth (2013) en Seúl», comenta. Aunque, para él, el mejor de todos es, sin duda, el español Óscar Jaenada, quien ha desfilado para su marca en dos ocasiones y ha llevado sus prendas en la promoción de su última película, Cantinflas (2014).

Crear para mujer era el siguiente paso lógico. El próximo 16 de septiembre descubrirá su primera colección femenina en la MBFW de Madrid. «Será una adaptación de la masculina», adelanta. «Comenzar confeccionando para hombre fue la mejor decisión que he tomado. Si diseñas bien para caballero, automáticamente tienes a las mujeres a tus pies. Las chicas se pueden poner todo lo de nuestro armario, pero nosotros no podemos hacer lo mismo con el de ellas».

Una de sus toreras

Pep Ávila

Su salto a Nueva York lo justifica diciendo: «Allí pasan cosas; en España no existe un vínculo entre diseñador, inversor e industria, solo llegas, posas en un photocall y no pasa nada más». Recordamos la crítica que hizo Suzy Menkes sobre la moda española, en la que afirmaba que sigue tendencias en lugar de marcarlas. «Estoy de acuerdo. Todos esos diseñadores haciendo vestiditos de princesa, sin personalidad, sin nada nuevo. Moverme dentro de unos parámetros distintos puede ser un error y limite las ventas, pero prefiero arriesgarme, aunque las prendas acaben en mi armario».

Patrones de anteriores colecciones.

Pep Ávila

Uno de sus pares de botas favoritos, de astracán bicolor y napa.

Pep Ávila

Detalle de los pantalones de pitón preferidos por el diseñador, una de las piezas que le han hecho merecedor del último Premio Nacional de Diseño de Moda al Nuevo Valor, que recibió de manos de la reina Letizia.

Pep Ávila

Detalle de la chimenea del salón, junto a un separador de los Eames.

Pep Ávila

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