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«Reconocer a Polanski es escupirle en la cara a todas las víctimas»: así piensa Adèle Haenel, la actriz que abandonó la gala de los César

La intérprete fue la primera en dejar la Sala Pleyel cuando la Academia del Cine Francés entregó el galardón a Mejor director al franco-polaco. Inmediatamente le siguieron una decena de compañeras, entre ellas su pareja, la directora Céline Sciamma.

Adèle Haenel durante la pasada ceremonia de los premios César.
Adèle Haenel durante la pasada ceremonia de los premios César.getty

La ceremonia de anoche de los premios César en París se auguraba revuelta. Y así fue. La alfombra roja empezaba rodeada por cientos de feministas que protestaban contra el realizador Roman Polanski. Pese a la ausencia del director, la nominación récord de su largo El oficial y el espía (optaba a 12 estatuillas) levantó polvareda.

De la docena, al final se hizo con tres. Entre ellos, el de Mejor director. La reacción no se hizo esperar. Primero, se oyeron abucheos en el patio de butacas. Y al momento, al menos una decena de actrices se levantó y abandonó la sala, lideradas por Adèle Haenel, la primera en alzarse. Al grito de «¡Qué vergüenza!» y con gestos airados, la intérprete dejó la gala. Su pareja, la directora Céline Sciamma (bajo cuyas órdenes trabajó en Retrato de una mujer en llamas, y que competía en la categoría que ganó Polanski), le siguió, junto a otras compañeras de profesión.

No resulta extraño que Haenel respondiese de forma tan rápida y contundente a la decisión del jurado. El pasado noviembre, la francesa acusó al cineasta Christophe Ruggia de acoso sexual cuando tenía 13 años. Se convertía así en la primera actriz de renombre en el país en pronunciarse sobre el abuso en la industria del cine gala. Un hecho llamativo dentro de un sector que, en respuesta al #MeToo que se originó en Hollywood en 2017, se encontró con una carta firmada por Catherine Deneuve y un centenar de artistas e intelectuales francesas denunciando el «puritanismo» del movimiento. Frases como «La seducción no es un delito» indignaron en su momento a todo el sector feminista.

Sobre esa percepción del #MeToo (aunque sin mencionar explícitamente el manifiesto) se pronunció Haenel en una entrevista reciente con The New York Times. «Muchos artistas confundieron, o quisieron confundir, la distinción entre comportamiento sexual y abuso. El debate se centró en la cuestión de la ‘libertad de importunar’ [de los hombres] y en el supuesto puritanismo de las feministas. Pero el abuso sexual es abuso, no libertinaje», declaró.

Tras la ruptura de su silencio sobre su propia experiencia, la actriz se encontró con un gran apoyo. Brigitte Macron, la primera dama de Francia, dijo que Haenel merecía “gran respeto”. La intérprete aprovechó el espacio que le daba el diario neoyorquino para pedir al presidente, Emmanuel Macron, aumentar los esfuerzos para combatir la violencia contra las mujeres.

En la misma entrevista, Haenel dio su opinión sobre la nominación del franco-polaco como mejor director. «Reconocer a Polanski es escupirle en la cara a todas las víctimas. Es decir que violar a las mujeres no es tan malo».

Sin tapujos, y directa, ha respondido desde que se atrevió a contar su historia. A las preguntas de un periodista en Estados Unidos y a la entrega de un premio a Polanski. Lo mismo hace cuando se le planteó en la entrevista si le preocupa que sus declaraciones afecten a su trayectoria. Lo tiene claro. «Es muy pronto para saberlo, pero realmente no importa si daña mi carrera. Creo que hice algo bueno para el mundo, algo que me hace sentir íntegra». Por ahora, reconoce, solo ha recibido palabras de gratitud. No solo de la primera dama. «A veces la gente cuando me ve en la calle me da las gracias por haber alzado la voz. Cuando me agradecen, me conmueve, porque mi intención era ayudar. Me enorgullece y me llena de dicha».

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