Los nuevos rostros de los Goya: las mujeres que han devuelto la chispa al cine español
El 12 de febrero se celebrará la edición 36 de los Premios Goya y ellas estarán entre sus protagonistas más jóvenes. Las nominadas a dirección novel, Clara Roquet y Carol Rodríguez, y las candidatas a actriz revelación Almudena Amor, Ángela Cervantes y María Cerezuela nos dicen qué las empujó a dedicarse al cine.
Almudena Amor aún recuerda el día de la revelación. “Con 15 años, en 3º de la ESO, cambié francés por teatro. En una de las primeras improvisaciones de clase hice una escena en la que me iba quitando una venda de la cara y me redescubría. Y fue lo que me pasó en realidad, de forma inconsciente. Sentí que tenía que dedicarme a esto”, evoca ahora, 12 años y una nominación al Goya después. Cuando rodó El buen patrón no podía ni imaginar el alcance que tendría la película (récord de nominaciones en los Goya, con 20, y elegida entre las 15 preseleccionadas al Oscar a película extranjera) y la repercusión en su incipiente carrera: el medio especializado en cine Variety la ha incluido en su lista de estrellas emergentes internacionales junto a apuestas como Hoyeon Jung, del fenómeno televisivo El juego del calamar. Como la surcoreana, Amor arrancó su andadura siendo modelo, “para poder vivir y pagar los estudios”. Trabajó en showrooms en Milán y París y desfiló una vez en Cibeles. A la vez cursó Publicidad en la Universidad Complutense de Madrid. Hasta que se plantó. “Cuando acabé la carrera, con 22 años, tuve una crisis y decidí estudiar interpretación. Me di cuenta de que sentía una pulsión tan fuerte que tenía que intentarlo; tenía claro mi objetivo, lo iba a dar todo”, enfatiza.
Esa necesidad de la que habla es recurrente en las historias de las protagonistas de este reportaje. Todas ellas son nombres emergentes en la industria que el próximo 12 de febrero serán pronunciados en la gala de los Premios Goya, que celebrarán su edición número 36 en Valencia: Almudena Amor, Ángela Cervantes y María Cerezuela están nominadas como actrices revelación (Nicolle García, la cuarta candidata en esa categoría, no pudo participar en esta sesión al vivir en Colombia) y Clara Roquet y Carol Rodríguez aspiran al cabezón en el apartado de dirección novel por sus óperas primas. Las cinco atesoran recuerdos infantiles que conectan de forma directa con su vida actual. María Cerezuela (nominada por Maixabel) tiene grabado a fuego aquel día en el que, con ocho años, fue con su padre al cine a ver Harry Potter y la piedra filosofal, la primera entrega de la saga, que en 2021 cumplió dos décadas: “Me cambió la vida. A lo mejor es un poco friki, pero yo lo sentí así, dije ‘quiero ser Hermione, una niña que es lista, la cabecilla…’. Me pareció magnífica. Siempre he sido muy tímida y cuando iba a clases de teatro los sábados esa timidez se iba porque ya no era yo, en el escenario me camuflaba en el personaje y me sentía bien, libre y no juzgada”. Carol Rodríguez (directora de Chavalas) también se visualiza en el cine —“íbamos cada fin de semana, para mi hermana y para mí era el lugar más feliz de la tierra”— y yendo al videoclub a intentar descifrar sobre qué tratarían las historias de esas cintas de VHS solo mirando las carátulas. Clara Roquet (guionista y directora de Libertad) apuntaba maneras desde pequeña, con ocho años dirigió una obra de teatro escolar “sobre dos hermanas que querían vivir aventuras”, a los 10 publicó su primer cuento en la revista del colegio y con 14 supo cuál era su futuro: “Mi tío me regaló Hiroshima, mon amour, de Resnais, y Los 400 golpes, de Truffaut. Fue una revelación, me hizo abrir los ojos a un lenguaje nuevo con unas capacidades expresivas infinitas. Tengo un diario de esa época en el que hago una lista de posibles profesiones, y una de ellas era guionista”.
Al final Roquet estudió Comunicación Audiovisual en la Ramon Llull de Barcelona, una carrera “que es un cajón de sastre”. Porque otro punto común de estos nuevos talentos es que, ante la incertidumbre que prima en la industria (según las últimas previsiones del Ministerio de Cultura y Deporte, el cine español iba a cerrar 2021, otro año marcado por la pandemia, con una taquilla inferior a los 40 millones de euros, la cifra más baja desde que comenzó el siglo XXI), son conscientes de la importancia de tener un plan b. De hecho, Ángela Cervantes, que aspira al Goya por su papel en Chavalas, estudió Criminología en la Universidad Pompeu Fabra. “Siempre di clases de teatro como extraescolar, y luego fui a escuelas más profesionales, pero no lo tomaba como una formación, sino como algo que me gustaba hacer. Mi hermano es Álvaro Cervantes, y él empezó muy joven, a los 14 años, cuando yo tenía 10. Me hizo ver que era posible vivir de la actuación, pero yo quería estudiar otra cosa por si acaso”, cuenta. Él, nominado al Goya en dos ocasiones (por El juego del ahorcado y Adú), fue un referente y también un apoyo: “Me dijo que sea yo y lo intente disfrutar al máximo. Otro de sus consejos fue que estudiara interpretación con Fernando Piernas y que hiciera terapia; tener un acompañamiento así me ha ayudado mucho”. Roquet también considera clave recibir ese tipo de apoyo. “Dirigir me parece duro física y psicológicamente, hay momentos de bajón. Tienes mucha responsabilidad, te están dando dinero, mucho de ese dinero es público, y eso hace la responsabilidad aún mayor, y además es un mundo en el que es fácil que te vaya muy bien y luego muy mal, hay muchos altibajos, y hay que tener fortaleza mental para sostenerlos, por eso creo que es importante la terapia”, explica.
Aunque en las dos últimas ediciones de los Goya el premio en la categoría de dirección novel ha recaído en directoras (Belén Funes por La hija de un ladrón en la edición 34 de los premios y Pilar Palomero por Las niñas en la 35), las cifras de la representatividad femenina en el cine español aún son bajas, como constata el último informe de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), correspondiente a 2020 y publicado el pasado junio. El documento califica de “ampliamente masculinizada” el área de dirección, con un 19% de mujeres frente a un 81% de hombres (los otros campos que presentan este marcado desequilibrio son dirección de fotografía, sonido y composición musical). “Cuando ves los datos es desmoralizador. Tenemos la sensación de que se está avanzando, pero los porcentajes de mujeres son muy bajos. Y en películas de grandes presupuestos, aún más”, apunta Roquet. Y coincide Rodríguez: “No siento que se haya cambiado de paradigma, hay poquísima diversidad y la balanza no está equilibrada, pero da esperanza que haya muchas mujeres de nuestra generación contando sus historias en sus óperas primas, hablando de otros temas, la infancia, la amistad femenina, nuestros orígenes”. Para llegar hasta ahí, admite, ha tenido que superar muchas trabas, aunque también ha sentido el impulso otorgado por reconocimientos como la Biznaga de Plata del Festival de Málaga. “No me conocía nadie, y es un juguetito caro el cine, necesitas que confíen en ti porque hacer una película es una responsabilidad, los presupuestos son elevados, y es complejo lograr esa confianza. Pero, por muy difícil que lo viera, siempre he tenido la voluntad de explicar historias, aunque sean historias mínimas hechas con recursos mínimos. Ese ha sido mi aliciente, haber continuado ahí, hacer los cortos que me han dado la seguridad para ser directora de cine”, argumenta la autora.
En la cena de los nominados a los Goya celebrada el pasado diciembre, Rodríguez pudo conocer a dos de sus referentes, Icíar Bollaín y Fernando León de Aranoa. Al contarlo no puede evitar una sonrisa: “Icíar fue para mí un ejemplo de mujer que estaba haciendo cine y hablaba de amistad femenina, me fascinó Hola, ¿estás sola?, me aprendí los diálogos, quería independizarme con mi mejor amiga. Y Barrio me dejó en shock, porque vi en el cine adolescentes que habían tenido una vida similar a la mía, que también jugaban en plazas de cemento”. Gracias a Maixabel Cerezuela también pudo conocer en persona a uno de sus iconos: Blanca Portillo, a cuya hija interpreta en el filme de Bollaín. “Cuando tuve la prueba con ella pensé que me iba a dar algo, aún me emociono, le dije que era su fan en cuanto llegué, porque pensé a lo mejor no la volvía a ver en la vida, fue mágico”. Al final la escogieron para el papel, pero señala que lograr una oportunidad así es muy difícil. “Con 23 años me vine a Madrid y era la jungla, no sabía cómo encontrar trabajo, te tienes que enfrentar a muchos noes, gastas dinero en cursos y te frustras…”, lamenta. El mayor reto para una actriz que empieza, confirma Amor, es que se descubra su potencial: “Es muy importante la primera oportunidad, y es lo más difícil de conseguir, una persona que confíe en ti a muerte”. Ella encontró esa fe en Paco Plaza, que la eligió como protagonista de La abuela, que se estrenará próxima- mente. “Yo quería contar esa historia, tenía que contarla. Y gracias a estar en La abuela me salió El buen patrón. Siento que la vida me ha ido motivando a ser actriz, me han ido llegando cosas que me han traído hasta aquí”, cuenta aludiendo a guiños del destino como el hecho de que la tienda de ropa que sale en El buen patrón fuera un local de su barrio de la infancia, al que la llevaba su madre de niña.
“Esta profesión es particular, no hay un manual, cada carrera es un viaje distinto y no sé cómo va a ser el mío”, indica Cervantes, para quien “ahora ha cambiado todo mucho, ya no está tan juzgado ser actriz como en otras generaciones, al consumirse tanta ficción resulta más cercano para todo el mundo y no es raro ni se ve tan de la farándula”. Hace unas décadas, según relató en esta revista la veterana Carmen Maura, “era una tragedia que una chica quisiera ser actriz” y la oposición familiar estaba casi asegurada. Hoy la emoción es compartida, sostiene Cerezuela, que celebró su nominación al Goya con su madre y su hermana en medio de Berlín: “Estábamos en un tour por la ciudad, mi ama se conectó a ver el directo y de repente dijeron ‘¡Sí, sí’!’, y nos pusimos las tres a saltar y a gritar”. Lo que preocupa más en casa es, sobre todo, “la inestabilidad”, coinciden, pero cuesta menos que se entienda esa vocación, asegura Cervantes, para quien la mayor traba “en el nivel de exposición” que implica seguir este camino. Y hacerlo hito a hito, sin perder esta ilusión de la primera vez.
*Estilismo: Juan Cebrián. Maquillaje y peluquería: Yurema Villa (Ana Prado) para Guerlain y Mön ICON Team. Asistente de estilismo: Paula Alcalde. Asistente de maquillaje y peluquería con María Cerezuela, Carol Rodríguez y Clara Roquet: Ariadna Martín (Ana Prado) para Mön ICON Team.
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