Lo que encierra el estilo navajo
El look indígena es tendencia: flecos, estampados tribales, ponchos…
«Go Navajo». Con esa frase resume Style.com la colección otoño invierno de Isabel Marant. Estampados que recuerdan a los tejidos de esta población indígena del suroeste de Estados Unidos. Flecos, lana rústica, ante… Proenza Schouler también diseña mirando a los navajos. Los tejidos de mantas y alfombras de la zona de Nuevo México sedujeron al dúo que reflejó en su colección su particular visión de la artesanía nativa americana a través de los estampados tribales, las mezclas de colores, los flecos…
Este estilo navajo no constituye una nueva tendencia. Durante las últimas temporadas, marcas con una visión más arriesgada de la moda la han revisitado. Opening Ceremony colaboró con Pendleton para confeccionar esta parka. Los asistentes a los desfiles adoptaron la tendencia con todas las consecuencias. Style.com dedicaba varios monográficos…
Ahora llegan Marant y Proenza Schouler, llegan los ponchos de Band of Outsiders, Alexander Wang, Rag & Bone y las botas de Rodarte. Por supuesto Asos se encarga de dar la alternativa en versión bajo presupuesto.
Las tendencias no surgen por generación espontánea y suelen continuar otras pasadas o complementarlas. Isabel Marant declaraba algo así a Style.com cuando le preguntaron por los tejanos que incluye en esta colección de espíritu navajo. «Dondequiera que haya un indio, el cowboy no andará muy lejos». En definitiva, el look indígena complementa una línea muy visible en la moda de los últimos años: el estilo América profunda. El aspecto folkie, el estilismo leñador montañero, el look total denim… Y cada vez se remonta más atrás, hasta el estilo navajo.
Isabel Marant
Getty Images
Estados Unidos fue el primer país en oficializar la crisis económica. Se cumplen este mes tres años desde la caída de Lehman Brothers. Cuando vimos a sus trabajadores abandonar las oficinas con unas cajas que generaban mucha más curiosidad que pena, pocos nos imaginábamos la que se venía encima. Esto fue la primera ficha de un dominó envenenado y subprime que nos ha traído hasta estos lodos. Pero volviendo a la moda, o quizás no tan lejos, aquellos tiempos de despilfarro, de inflar el valor de las cosas, de producción en masa, de abaratamiento brutal de costes, deslocalización y rebaja en los estándares de calidad en pos de aumentar al máximo la rentabilidad han dado paso a todo un movimiento contrario a este sistema de producción.
Rag & Bone es una marca estadounidense formada en 2002 por Marcus Wainwright y David Neville. Rag & Bone diseña y produce sus colecciones en Estados Unidos (a excepción de algunos tejidos de alta calidad, como el punto que realiza en Perú, donde se obtiene y trabaja uno de los mejores algodones del mundo). Marcus Wainwright confirma, vía email, el hartazgo de un sistema que solo se guiaba por el beneficio «Decidimos hacer nuestra ropa en algunas de las fábricas más antiguas de Estados Unidos, lugares donde aún recuerdan cómo se hacía la ropa antes de que el precio se convirtiera en el único objetivo en la industria textil«, explica Marcus.
Estados Unidos fue uno de los primeros (Japón no cuenta, porque en Japón esto no es nada nuevo) en virar el rumbo y mirar a los orígenes, a la artesanía, a las marcas con herencia, en una jugada maestra, mezcla perfecta de verdadero sentimiento e imagen. Desde allí se contribuye a concebir el lujo como un regreso a lo auténtico y original. Nada de logos. Desde un road trip hasta un inmenso cactus en un paisaje rocoso, un diner con toldo rojo y blanco o una kachina, Estados Unidos se aparta de su imagen más prostituida.
«Creo que a los consumidores les importa dónde se fabrican los productos. Además es muy importante hacer entender a la gente que fabricar aquí no es solo cuestión de orgullo o de tradición, sino que es esencial para mantener nuestra economía viva y para crear una completa infraestructura de trabajo. Esta industria es importante para nuestro país en muchos aspectos», explica Marcus Wainwright.
Proenza Schouler
GTresonline
El factor económico es, por supuesto, determinante en esta historia. Para producir en China se necesitan fabricar tiradas enormes, hay que pagar transporte, viajes, aranceles, llevar un control exhaustivo, exponerse a la copia de producto, rebajar las expectativas de calidad. Solo algunas grandes empresas se lo pueden permitir.
Hay por tanto algo de romanticismo en esta vuelta a los orígenes, algo de la autenticidad de lo artesanal, algo de económico en el rechazo a la deslocalización. Y algo estético también. La América profunda se ha extendido por el mundo de la moda como un it bag de Céline.
Levi’s, la marca americana por excelencia, fabrica parte de su producción a China. En 2009, sin embargo, saca la marca Levi’s Made & Crafted, una línea premium basada en la producción artesanal, en el buen diseño y en la tradición. Además, ha encargado al bloguero Jay Carrol que recorra Estados Unidos entrevistando a los artesanos que trabajan para Levi’s. El resultado son una serie de vídeos y reportajes unidos bajo el título ‘Levi’s made here’, que hacen apología de la producción local y artesanal. La deriva de la marca más genuinamente americana no es más que otro ejemplo (hay miles) de este regreso.
¿Se corresponde este viraje conceptual a los orígenes con una estética basada también en lo más ancestral de la cultura norteamericana? Puede que no tengan nada que ver y que, al fin y al cabo, esta tendencia sea solo una afortunada convergencia de ideas de varios diseñadores y productores. Puede también que sea algo más global, más tribal que exclusivamente navajo, más centrado en una vuelta general a la tradición y la artesanía. Puede que no haya nada de esto y que solo sea una tendencia vacía. Esto último parece más difícil a pesar de que muchos todavía crean que las modas surgen por inspiración divina
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