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Teresa Gimpera: «Pertegaz nos dejaba escoger una prenda al final de temporada»

Casi 50 años en el mundo de la moda le dan la autoridad para afirmar que nadie mejor que ella sabe lo que le sienta bien. Teresa manda en su armario: no se admiten opiniones y se reserva el derecho de admisión.

Teresa Gimpera
Angel Font / Susana Sáez

En los años 60, Teresa Gimpera era la reina de las maniquíes en una España en blanco y negro. Además de modelo y actriz, fue musa oficial de la gauche divine. Aunque sigue en la brecha desde Barcelona, donde tiene su propia agencia de modelos, Gimpera Models, confiesa que los trapos cada vez le interesan menos. Pero no le importa descubrir para nosotros los secretos de su armario.

¿Podemos decir que se ha cansado de la moda?

No tanto… pero es que llevo mucho tiempo en este oficio. Cuando yo empecé con Pertegaz, la ropa se hacía sobre el cuerpo de las maniquíes…

¿Conserva ropa de aquella época?

No mucha… Pertegaz, en concreto, nos dejaba escoger una prenda al final de cada temporada.

¿Recuerda alguna en especial?

Una capa preciosa que me he llegado a poner hasta hace dos o tres años, cuando decidí regalarla. Ahora me arrepiento ¡porque se vuelve a llevar!

Dígame algo que aún conserve.

Un abrigo de terciopelo negro de Santa Eulalia, de corte acampanado. Lo retoqué un poco para acortarlo, y me lo pongo muchas veces.

Una prenda que le traiga buenos recuerdos…

Un traje de noche de Andrés Andreu que llevé cuando fui la presentadora del Festival de San Sebastián.

¿Cómo diría que es su armario?

Está lleno de prendas variadas, al margen de marcas y de modas. Sé perfectamente lo que me sienta bien y lo que no. En él está todo lo que necesito.

¿Con qué se abriga este invierno?

Tengo una chaqueta hippie de patchwork, un abrigo negro con cuello de renard y un abrigo de espiga de corte masculino.

Un color con el que siempre se encuentra bien.

El negro y también el rojo.

Elija una sola prenda entre todo lo que tiene.

Un kimono japonés auténtico, de seda negra, corto. Lo compré de segunda mano y lo usé mucho, e incluso lo llevé a la modista para que me lo copiara en diferentes colores. Ahora llevo un tiempo sin ponérmelo. Creo que abusé un poco del estilo oriental…

Es usted alta. ¿Le gusta alzarse en unos tacones?

Sí, pero reconozco que cada vez me resultan menos cómodos. ¡Antes los llevaba hasta para estar por casa!

Cuando va de tiendas, ¿se deja aconsejar?

No. De hecho, voy siempre sola y no quiero que nadie opine. Me conozco muy bien.

¿Y cómo consiguió conocerse?

Empecé en esto en el año 1963, y en España no había casi referencias. Compraba muchas revistas francesas, que costaban un dineral, y estudiaba los maquillajes, los peinados… Y así fue como aprendí a sofisticarme.

Fue de las primeras modelos españolas en salir al extranjero. ¿Iba de compras cuando estaba fuera?

Cuando fui a desfilar a Nueva York, traje un montón de vaqueros: era difícil encontrarlos aquí.

¿Ha hecho locuras comprando?

En Italia me compré un traje precioso de Gucci bastante caro… ¡pero
lo amorticé!

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