Poder ‘queer’ adolescente que suena brillante: razones para engancharse a ‘Dickinson’
Hoy la poeta hubiese cumplido 189 años. La serie de Apple TV+, adaptación libre y anacrónica de su vida, atrae a nuevas generaciones con una banda sonora poderosa y un estilo ágil y desenfadado.
Emiliy Dickinson nació un 10 de diciembre de 1830 en Massachusetts (EEUU), pero en la serie y adaptación (muy) libre de su vida que ha producido Apple TV+ –protagonizada por Hailee Steinfeld– lejos de sonar Chopin u óperas de Verdi se escuchan el Shut up and kiss me de Angel Olsen, Your best american girl de Mitski, Boys de Lizzo o All the good girls go to hell de Billie Eilish. Hasta aparece el tatuadísimo rapero Wiz Khalifa interpretando a la muerte (tan presente en la obra de la autora) como misterioso aliado cargado de sensualidad y secretos por explorar.
Con un montaje ágil con guiños al humor de Internet y frases coloquiales, la serie está orientada a millennials y zetas con ganas de disfrutar, por qué no, de las diatribas adolescentes de una joven queer en una época empeñada en encerrarla en casa y con un padre influenciado por la mirada misógina de su tiempo (pero con corazón de oro). La poeta no tiene ningún reparo a la hora de saltarse las barreras sociales: lo hace protagonizando una apasionada historia de amor con su mejor amiga, amante y futura cuñada, Ella.
Apple planteó Dickinson como una producción para el público más joven, pero está logrando lo impensable: robar protagonismo (positivo) entre la crítica a los pesos pesados de Jennifer Aniston y Reese Witherspoon, protagonistas de la producción estrella en el lanzamiento de la plataforma, The Morning Show. Así lo entendió Emily Nussbaum, crítica televisiva del New Yorker y ganadora del Pulitzer, cuando comparó las dos series en el semanario en noviembre y la describió como un producto «encantador y sincero, divertido y sensual y, a su manera, mucho más honesto sobre los adolescentes que las nihilistas versiones de Euphoria o Riverdale».
También lo siente así Kathryn VanArendonk, crítica de Vulture, que en un artículo publicado en octubre explicó que se «había enamorado» de la serie cuando el personaje de Emily grita a su amante y amiga Ella que «la vida es un océano de dolor sin fin» y cuando esta le pregunta que por qué dice eso, Emily responde: «Me ha venido la regla». Para esta crítica televisiva estamos ante una serie que «es parte romance queer, parte revisión literaria, parte comedia de instituto y parte de puro absurdo». Ingredientes igual de suculentos para Julia Alexander, que a principios de noviembre defendía la serie en The Verge, asegurando que «los adolescentes en Dickinson no piden perdón por serlo. Las relaciones son tóxicas, el autodescubrimiento transita por la angustia generacional y el futuro está lleno de posibilidades y se construye sobre los hermosos y temerosos sueños que solo se pueden tener a esta edad».
Cuando la edición estadounidense de Vanity Fair entrevistó a principios de noviembre a la creadora de esta ficción, Alena Smith (guionista de The Affair), y definió el show como la serie «más salvaje y loca» de Apple TV+, Smith defendió su adaptación libre de la vida de la autora, que incluye twerking en vestidos de época. Los peinados, sin embargo, no son acordes ni por asomo con los que llevaban las coetáneas de Dickinson. «El estilo capilar de las mujeres en 1850 era terrible», contó Smith a la publicación. «Los hombres sí se peinaban de forma genial, todos parecían hipsters de Brooklyn». Sobre por qué cree que ha funcionado tan bien esta biografía de una autora de hace casi dos siglos, su creadora lo tiene claro: «Supongo que es tan simple como que Emily Dickinson no fue del todo entendida en su época. Así que hemos tratado de comprenderla en nuestro tiempo».
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