Recibir en fiestas es todo un arte: aprendemos de las que realmente saben
Tres experimentadas anfitrionas –Andrea Zarraluqui, Ana María Chico de Guzmán y Susana Cruz–, nos dan las claves del éxito para celebrar estas navidades con los nuestros. Su secreto: brindar con Viña Esmeralda.
No todo el mundo tiene la misma mano para montar una mesa bonita o crear el ambiente perfecto. Pero sí tenemos clara una cosa: cuando recibimos en casa para celebrar las fiestas navideñas queremos ser los mejores anfitriones. A veces, el más sencillo detalle puede marcar la diferencia. Bien lo saben las tres invitadas a nuestra cita: la diseñadora de vajillas Andrea Zarraluqui, la creadora de tocados y relaciones públicas Ana María Chico de Guzmán (conocida por su marca Mimoki) y la joyera Susana Cruz, alias Suma Cruz. Son mil las historias y las veladas que las unen, pero hoy es Andrea quien recibe en su taller-estudio para festejar con Viña Esmeralda, el vino blanco aromático y ligero con alma femenina. Juntas comparten los secretos de su éxito cuando invitan. Tomen buena nota.
Un buen ambiente no nace, se hace
La cita con nuestras anfitrionas de hoy empieza entre risas. Y con una botella de Viña Esmeralda recién descorchada, que es lo primero que recomiendan: “Que esté bien frío y listo para ofrecer algo de beber según vayan aterrizando nuestros invitados”. A pesar de ser bien conocidas en las citas sociales de Madrid por su exquisito gusto y su savoir-faire, las tres coinciden en lo mismo: cuando vas a recibir tienes que tener lo que Ana María llama “el cajón de los horrores del último momento, un armario o hueco donde recoges todos los abrigos para despejar el perchero y todo lo que anda por ahí”. Susana, que tiene tres niños pequeños, le suma a eso los juguetes desperdigados; y Andrea, rastreadora experta de objetos decorativos, apuesta por un baúl bonito. Una buena luz ambiental y unas velas aromatizadas en lugares estratégicos (el hall, el baño) completan ese golpe de efecto inicial.
Elige bien qué beber: apuesta por el vino blanco
Lo tienen claro: “Si es un encuentro entre amigas, somos mucho más de vino blanco. Cuando vienen señores ya es más mezclado lo que se bebe. Pero si la cita es solo de chicas, que ahora se lleva mucho, toca un buen vino blanco como Viña Esmeralda, sin duda”, dice Andrea. Y Ana María se ríe: “Me encanta, porque Andrea a ellos les dice siempre ‘señores’, pero nosotras siempre seremos ‘chicas”. Y las carcajadas resuenan por todo el precioso estudio de Andrea donde, además de tener el showroom de las vajillas que ella decora (y que le han valido clientes de la talla de la mismísima Olivia Palermo), alberga infinidad de piezas decorativas que hacen gala de lo que ella llama su “Diógenes de cosas bonitas”.
¿Y por qué un vino blanco como Viña Esmeralda? “Es más fácil de beber y más fresco, menos pesado, sobre todo con el aperitivo”, dice Susana. Y Ana María completa: “Hay veces que empiezas con el vino blanco y sigues con el blanco. Yo ya me he dado cuenta de que aunque se me alargue el plan hasta las tantas de la madrugada sigo con vino blanco”.
Los aperitivos, mejor sencillos y de calidad
Las tres se confiesan “súper adictas a las tablas de quesos”. La propia Andrea tiene en su estudio un rincón donde recibe con una mesa que sirve a su vez de enorme tabla donde también caben el jamón y la cecina. Y también frutas de temporada. Aquí para ellas la sofisticación está sobrevalorada. Como dice Susana, “mejor cosas más básicas pero de buena materia prima, que aperitivos muy preparados o canapés”. “¡Eso! Lo que yo llamo cuerpo incierto. Cuando te vas a echar algo a la boca que no sabes ni lo que es”, completa Andrea. Carcajada generalizada. Y añade: “Y una bandeja con cremas de distintos colores en chupitos, además de muy nutritiva, queda muy estética: de calabaza, de calabacín… Calientes en invierno y frescas en verano”.
Ana María reconoce que su mayor hallazgo reciente ha sido incorporar el edamame. La responsable de la exitosa firma de tocados para novia e invitada Mimoki apuesta por “hacer un aperitivo muy largo, así te saltas el primero y pasas después a un principal y un postre y, también, prolongas el momento más informal en lugar de pasar tanto tiempo sentados en el comedor”. Todas aplauden la idea y aprovechan para un primer brindis con Viña Esmeralda, el vino con certificación vegana, antes de pasar a la mesa principal.
La mesa tiene que estar bonita
Aquí no hay excusas. No se puede festejar sin una mesa bien vestida. Las flores son imprescindibles, pero cada una de nuestras tres anfitrionas tiene sus trucos. Andrea incluso crea sus propios elementos decorativos con piezas de cerámica en forma de flor o de mini bojs. “A mí me gusta mucho montar un jardín sobre mesa, eso que los franceses llaman jardin sur table y los italianos giardinetto, que consiste en incorporar estos elementos de cerámica, que suelen ser de forma ovalada, añadiendo o quitando módulos en función del número de invitados. Poniendo en medio velas o un jarrón con flores naturales te sirve como centro de mesa maravilloso”.
Ana María le suma “candelabros y espejitos, o cacharros de plata y cristal sobre manteles de lino. Y me gusta mucho combinar vajillas o cristalería. Y poner vasos de colores”. “Para las de agua no me importa, pero a mí en el vino me gusta que se vea el color”, interviene Andrea. Y toma la palabra Susana: “ Yo, como tengo tres niños, mis planes acaban siendo más diurnos… aunque se me junte la comida con la cena. Entonces recibo de otra forma: a otros padres también con niños. Y mis mesas suelen ser más light, y eso que mi casa es súper rococó. Pero para el comedor prefiero algo más rústico: tengo una mesa de bambú roja y no me gusta taparla con mantel, prefiero vestirla con platos de cerámica antiguos”.
Andrea vota por no ser purista con los vinos. “No creo en eso de que el pescado va con vino blanco y la carne, con tinto. Que sea lo que te apetezca”. “Bueno, en mi casa si cocina mi marido, que es quien prepara el pescado siempre, porque es el que se sabe todos los trucos de cómo lo preparan en Getaria y cosas así, acabamos con vino blanco sí o sí”. Con Viña Esmeralda, claro.
Y a todo esto, ¿qué me pongo?
Nuestras tres anfitrionas de hoy están versadas en resolverse un lookazo express antes de recibir a los invitados. Susana Cruz, que ha alcanzado el éxito internacional con su firma de joyas artesanales Suma Cruz (no en vano es nieta de joyero), opta por un aspecto informal… pero siempre con sus creaciones como fieles aliadas para brillar. “Si es que yo siempre voy enjoyada, desde las 8 de la mañana”, se ríe. Ana María nos recuerda que “te tienes que sacar al menos cinco minutos antes para maquillarte, aunque vayas apuradísima porque ya llega la gente”. Y aprovecha, dice, para ponerse “de todo menos tacones, porque entre el ajetreo de las preparaciones y de estar pendiente de atender a todo el mundo es mejor ir cómoda”. “Uy, pues yo todo lo contrario -exclama Andrea-; yo cuando hago cenas en casa aprovecho para ponerme el zapato con el que no puedo caminar ni 30 metros en la calle”, y explotan todas en unas risas festivas alzando sus copas de Viña Esmeralda para brindar por todo lo que nos queda por celebrar con los nuestros.
Agradecimientos a Aflore Mío.
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