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Anorgasmia o disfunción eréctil, ¿son las piedras el remedio (ancestral) para mejorar nuestra sexualidad?

La juguetería erótica al estilo ‘Picapiedra’, elaborada a partir de minerales, promete mucho más que un suelo pélvico tonificado o una noche de placer pero, ¿lo cumple?

El invento del vibrador no es algo de lo que las modernas civilizaciones puedan presumir, ya que en muchos yacimientos arqueológicos han aparecido piedras talladas con forma de pene, con su glande y todo. El más antiguo de todos es el Falo de Tübingen, descubierto en el interior de la cueva Hohle Fels, en Alemania, con más de 28.000 años de antigüedad. Además de servir para determinados rituales, como la adoración del lingam (falo) o el yoni (vagina) en el tantra, algo que todavía puede verse en los templos indios, muchos arqueólogos apuntan a que nuestros ancestros ya utilizaban estos artilugios como juguetes sexuales, mucho antes de que Lelo o Fun Factory reservaran fines tan tentadores para la silicona médica.

Los antiguos no solo estaban familiarizados con la juguetería erótica, que ellos tenían en versión ‘Picapiedra’, sino también con el pompoarismo o El beso de Singapur: una técnica basada en la contracción de los músculos vaginales, los tres anillos, con diversos fines. Primero, mejorar el placer de la mujer y del hombre al poder masajear el glande con la vagina durante la penetración y sin necesidad de moverse; segundo, fortalecer el suelo pélvico y evitar en el futuro pérdidas de orina; y tercero, facilitar los partos y la expulsión del feto. Para licenciarse en esta practica, las mujeres jóvenes eran entrenadas por las más mayores y utilizaban ciertos accesorios como las bolas chinas, antiguamente fabricadas de jade. Un mineral que, según comenta la brasileña Eliza Marx, conocedora del poder de las piedras para trabajar la sexualidad ancestral y creadora de Omphalo -marca que ofrece talleres, asesoramiento y productos- “proporciona vitalidad y fuerza, al mismo tiempo que calma. El jade en China es llamado ‘el semen del dragón’. Por eso casi todas las bolas vaginales se hacían en esta piedra”.

Eliza conoció el yoga y el tantra gracias a su abuela y empezó a interesarse por el pompoarismo cuando se quedó embarazada muy joven. “De lo que se trata”, comenta Marx, “es de que la gente conecte con una sexualidad más ancestral, sin tantos tabúes. Y las piedras pueden ayudarle a ello de dos formas: como un juguete sexual más con la misma función que un vibrador, o como unas bolas chinas de las que compramos en un sex shop. Con la diferencia de que éstos son orgánicos y están hechos de un material cien por cien natural. Son piedras que ha sido convenientemente tratadas y pulidas para que no tengan aristas ni rugosidades. Pero además, cada piedra tiene una determinada vibración, una energía y unas cualidades que potencian la mera función de juguete o accesorio para ejercitar nuestra musculatura pélvica y ayudan en procesos sanadores”.

No todas las piedras son aptas para este delicado trabajo. Según Eliza, “el lapislázuli, el ojo de tigre o la malaquita, ente otras muchas, no son utilizables para estos fines, ya que podrían ser tóxicas. Las más usadas son obsidiana, cuarzo, shiva lingam, jade o unakita”. Además de los ‘yoni eggs’, huevos diseñados para introducir en la vagina, con distintos fines, Omphalo cuenta con dildos y otros accesorios. “Básicamente, hay piedras de día y de noche”, apunta Eliza. “Las primeras están pensadas para trabajar la musculatura pélvica y las segundas, que se usan mientras dormimos, trabajan el inconsciente, favorecen el temas de bloqueos emocionales y pueden ayudar en casos de anorgasmia, vaginismo o problemas de erección. Pero es importante que la persona acuda a un experto en esta materia y no que ella misma compre la piedra y empiece a utilizarla, porque cada caso es distinto y las formas de usar los huevos varían, desde ponerlos en contacto con la ropa interior, hasta introducirlos en la vagina”.

Eliza es una firme defensora del poder de ciertos minerales para mejorar la sexualidad, “pero no solo la femenina, los hombres también pueden beneficiarse del poder de la obsidiana, que puede ayudar en problemas de disfunción eréctil, al igual que esta piedra es también muy beneficiosa para mujeres menopáusicas, ya que mejora la sequedad y aviva el deseo. Y el cuarzo, especialmente el rosa, está muy indicado para la recuperación del amor propio y la fortaleza interior”.

Algunos expertos, sin embargo, ven con cierto recelo esta técnica a caballo entre la fisioterapia del suelo pélvico y el chamanismo. Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, del Instituto Iberoamericano de Sexología y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, cree que “desde el punto de vista de accesorio para fortalecer el suelo pélvico y ejercitarlo, los huevos de piedra podrían sustituir a los de silicona, claro que no se sabe qué efecto podía tener el ph o las secreciones vaginales en contacto con determinados minerales. Lo que todavía no está demostrado es el mecanismo sanador de las piedras a nivel inconsciente e incluso fisiológico, en sintomatologías como la anorgasmia, el vaginismo o los problemas de erección. Y luego, hay también otro punto controvertido que nos lleva a la idea de que la sexualidad (sus problemas y su sanación) se reduce a lo genital, y no estoy nada de acuerdo con esa teoría”.

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