Linda Ramone: «No me molesta que la gente lleve camisetas de los Ramones aunque no sepan quienes son»
La viuda de Johnny Ramone nos cuenta desde su rancho de Los Ángeles cómo gestiona el legado cultural de la banda que vendió muchas más camisetas que discos.
No son ni las 10 de la mañana y suena a todo volumen Smokey Robinson en la casa de Los Ángeles donde Johnny Ramone, uno de los guitarristas más influyentes de la historia de la música, cumplió su sueño de retirase –rodeado de sol y palmeras– cuando los Ramones decidieron separarse definitivamente. Al otro lado del teléfono responde vivaracha y tajante su viuda, Linda Ramone, una pieza fundamental para entender la compleja historia de la banda. Una historia con grandes peleas que llegaron a las manos y con «uno de los mayores triángulos amorosos de la cultura pop», en palabras de la revista Time. «Yo nunca fui una groupie. No tengo nada en contra de ellas, por supuesto, pero yo no lo fui. Las groupies iban buscando conocer a la banda. En mi caso no fue así.
Yo iba a la ciudad a disfrutar de conciertos y de pronto conocí a Joey, el cantante, y empezamos a salir». Pero años más tarde, Linda se enamoró de Johnny, el guitarrista, «y pasó lo que pasó». Lo que ocurrió fue que se casaron en 1994 en Nueva York. La amistad entre Joey y Johnny se rompió para siempre y solo se volvieron a dirigir la palabra para asuntos estrictamente profesionales.
¿Era tan mala y problemática la relación entre Johnny y Joey Ramone como la gente cree?
No, en absoluto. Es curioso porque Johnny pensaba que esto hacía que la historia fuera más entretenida. ¿Les podrían haber dado un premio a los mejores amigos? Obviamente no. Mira yo tuve una relación con Joey y eso a Johnny no le gustaba. Pero yo no perdí el contacto con Joey hasta que murió. No teníamos una relación rara o incómoda como la gente piensa. Se suele creer que le rompí el corazón y entonces nada volvió a ser lo mismo. ¡Por Dios! ¡Yo solo tenía 21 años! Pero ya sabes, siempre es lo mismo con las mujeres. Me culpan de todo lo malo que le pasó al grupo.
¿Cómo recuerda la época del CBGB, el local emblemático de conciertos de Nueva York?
Yo estaba en el CBGB cuando los Ramones dieron su segundo o tercer concierto. En aquel momento cuando yo iba allí no pensaba en lo increíble que era porque simplemente era parte de mi vida. Cuando estás haciendo algo no te imaginas que 40 años más tarde le vas a estar contando a la gente lo maravilloso que fue. Cada fin de semana era genial. Veía a los Ramones, veía a Blondie, Talking Heads, Patti Smith, Television. Veía a todos esos grupos, como The Jam, AC/DC… Todo el mundo tocaba allí. No era consciente que sería algo tan importante para la música. Para mí en aquel momento era solo una cosa: diversión.
Aunque los Ramones solo necesitaban 1 minuto y 32 segundos de canción (Judy Is A Punk) para provocar todo tipo de sensaciones –El País, en su crónica del concierto celebrado en Vista Alegre en 1980, aseguraba que más que un grupo eran «una experiencia»– nunca llegaron a tener un gran éxito comercial ni a cosechar números uno. Sus ventas de discos nunca fueron ni remotamente comparables al extraordinario éxito de sus camisetas, con las que, según reconoce la propia Linda, ganaron mucho más dinero que con su música. «El merchandising de los Ramones siempre funcionó muy bien. El logo del grupo lo diseñó Arturo Vega. Arturo era una persona que entendía de moda y tuvo un gran olfato. Eso ayudó muchísimo. Cuando los Ramones empezaron a vender camisetas en sus conciertos no era algo común. Quizá algunas bandas muy grandes como The Who lo hicieran. Pero nosotros estamos hablando de vender camisetas en la escena underground. Y se vendían como churros desde el principio».
En una entrevista a Arturo Vega publicada en S Moda en 2012, el diseñador mexicano –que se inspiró en la política militar de Washington y buscó crear algo «lo más típicamente americano posible»– explicó por qué, en su opinión, el logo había calado tan hondo en la cultura popular: «El punk rock se percibe como algo sincero y divertido. Por eso sigue teniendo éxito», dijo unos meses antes de morir. El diseñador, que firmó un acuerdo con la banda por el que el 10% de los beneficios de las ventas de merchandising fueran suyos, sentía cierta tristeza al recordar cómo su creación se había comido a las canciones. «Cada uno de sus 14 álbumes de estudio no vendió más de decenas de miles de copias, mientras que las camisetas se han vendido por millones. Por supuesto que me siento muy orgulloso del éxito de mi trabajo, pero no deja de molestarme», le dijo a la periodista Brenda Otero en aquella entrevista de S Moda. Linda Ramone, sin embargo, no siente esa frustración cuando alguien que jamás ha botado cantando Blitzkrieg Bop o She’s a Sensation (dedicada, por cierto, a ella) se pasea con una camiseta del grupo. «A mí me encanta que la gente lleve camisetas de los Ramones sean fans o no de la banda. Llegados a este punto, me emociona ver a gente por la calle con la camiseta de los Ramones porque si pasa un verdadero fan de la banda seguro que se pone muy contento al verlo. ¿Qué vamos a hacer? No podemos forzar a la gente a escuchar algo determinado. Si les gusta la camiseta estéticamente tienen todo el derecho a llevarla. No hay nada de malo en ello. Creo que si no saben quiénes son es su error y deberían buscar información. Pero bueno si les gusta la camiseta desde un punto de vista meramente estético no podemos culparles».
Para Linda parte del fenómeno se debe también a que los Ramones han pasado a la historia como unos referentes de estilo. «Ellos inventaron el look de camiseta con cazadora de cuero combinada con vaqueros rotos y deportivas. Son unos iconos de la moda tan grandes que hoy, en 2020, la gente se sigue vistiendo como ellos e imitando sus looks».
Linda sabe de lo que habla. Para ella la moda siempre ha sido una de sus grandes pasiones. En su colección de ropa tiene vestidos vintage de Pucci y Valentino y una cuidada selección de caftanes de Zandra Rhodes. «Levantarme por la mañana y arreglarme me hace sentir bien y feliz. Ahora me encanta llevar capas y accesorios metalizados». Este interés por la moda la ha llevado a diseñar una colección de calcetines para la firma Happy Socks, inspirada en la historia de amor que vivió junto al músico. Además, Alessandro Michele, director creativo de Gucci, la cita como inspiración.
El retiro soñado
Cuando Johnny Ramone fue diagnosticado de cáncer de próstata y poco después, en septiembre de 2004, falleció con solo 55 años, la pareja vivía plenamente su soñado retiro en California. «Nos mudamos a Los Ángeles para dejar atrás el mal tiempo de Nueva York. Abandonar el frío fue fundamental en la decisión, pero también queríamos dejar de vivir en un apartamento pequeño de solo una habitación para por fin disfrutar de una casa grande. Habíamos ahorrado mucho para comprar una casa. Esta fue la segunda o tercera que vimos cuando empezamos a buscar. Lo primero que dijimos a la vez al entrar y ver una de las habitaciones fue: ‘Esta será la habitación de Elvis’. Siempre tuvimos claro que queríamos habitaciones temáticas: una de Disney, porque nos encanta y cada año íbamos al parque de vacaciones, una de Elvis y otra de películas de terror. Aunque Johnny no sabía nadar siempre habíamos imaginado tener una piscina en forma de riñón como la que tiene esta casa. Así que este rancho cumplía con todos los requisitos que buscábamos». Desde este lugar alegre y colorido, Linda gestiona la parte que le toca de la herencia del grupo. «No lo vivo como una responsabilidad, sino como un privilegio. Johnny se tomaba muy en serio su legado y me eligió a mí para conservarlo».
The Johnny and Linda Ramone Ranch, situado en el barrio angelino de Sherman Oaks, fue también escenario de algunas de las fiestas más sonadas de la ciudad en los 2000. «Solían venir Eddie Vedder, Vincent Gallo, Chris Cornell. A veces alguno se quedaba a pasar la noche porque teníamos una habitación extra. Nosotros fuimos los que presentamos a Lisa Marie Presley y a Nicolas Cage… ¡y después se acabaron casando en Hawái!». La profunda amistad entre Eddie Vedder (líder de Pearl Jam) y Johnny Ramone siempre ha generado cierta fascinación en el mundo de la música. Vedder, muy de izquierdas, y Johnny, profundamente conservador y republicano, no parecían, a priori, llamados a entenderse.
¿Cómo surgió la amistad entre Eddie Vedder y Johnny Ramone? Vedder estaba en casa el día de su muerte…
Eddie es tan dulce. Es un gran amigo. Todo empezó porque Pearl Jam pidió que los Ramones les telonearan. Johnny bromeaba y decía que era porque necesitaban vender entradas. Pero como sabes Pearl Jam, por supuesto, tenían las entradas agotadas. Solo querían tocar con ellos por un tema de humanidad. Desde el primer momento que nos conocimos no volvimos a dejar de salir juntos. La política no importaba. Cuando hablamos de amistad, música y rock and roll las ideas políticas nunca deberían importar. Todo está ahora tan politizado. Tan radical. Hay cosas que no deberían ser politizadas y ahora lo intentan hasta con el fútbol americano. La gente trabaja duro, quiere llegar a casa, entretenerse y pasar un buen rato.
¿Qué cree que pensaría Johnny Ramone sobre el presidente Donald Trump?
Yo no puedo hablar por Johnny porque desgraciadamente está muerto. Pero pienso que diría que Trump es muy punki, porque hace lo que le da gana. No deja que nadie le fastidie. Si lo que hace está bien o no, o si es propio de un presidente, no es la cuestión. Pero si me preguntas qué opinaría Johnny… Honestamente, creo que le parecería guay (risas).
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