Javier Calleja, el malagueño que vende sus criaturas de ojos grandes por millones
Los protagonistas de su obra son pequeños héroes que acaban de superar algo doloroso y están a punto de sonreír de nuevo. Calleja se consolida como una de las figuras más interesantes del arte contemporáneo a nivel global. Lo celebra con una gran exposición y una colección de moda.
En la vida de Javier Calleja (Málaga, 1971) buscar un camino que siga los cauces tradicionales es inútil. Este artista figurativo, cuya obra destila ternura y acidez a partes iguales, nunca elige la ruta más fácil ni tampoco la más previsible. Por eso llegó al mundo del arte “supuestamente tarde”, con 30 años, pero con las ideas tan claras que poco a poco se fue ganando el respeto y la admiración internacional. “Yo venía del mundo del deporte, justo había acabado la carrera de Educación Física cuando me di cuenta de que quería ser artista. Era algo que se me daba bien de pequeño, pero que nunca me había planteado como nada serio. Sin embargo, al acabar mi primera carrera, con mi padre recién fallecido y con ciertas dificultades económicas, decidí empezar de cero. Justo cuando se suponía que era el momento de establecerse y buscar estabilidad, yo me decanté por la locura de empezar Bellas Artes”.
No se equivocó al huir de lo que se le presentaba como lo correcto. En los últimos años, su extraordinario éxito internacional le ha llevado a figurar entre la lista de los creadores más demandados, sobre todo en Asia, donde su obra goza de una gran popularidad. Para que nos hagamos una idea, en 2021, la filial de Christie’s en Hong Kong vendió su obra Waiting For a While por 1,14 millones de dólares. Con sus criaturas de ojos grandes se ha posicionado entre los entendidos como uno de los artistas más interesantes para invertir. Ahora el reconocimiento llega también en su ciudad, Málaga, donde se puede disfrutar en el Centro Cultural Fundación Unicaja de Mr. Günter: The cat show, una exposición con esculturas a gran escala y pinturas inspiradas en su gato.
Calleja se podría haber instalado en Nueva York, Tokio o Madrid, como se espera de un artista de sus características, pero ha preferido quedarse trabajando en Málaga, donde crea sus particulares criaturas en transición desde la niñez a la adolescencia. Los protagonistas de su obra, pequeños héroes que acaban de superar algo doloroso y están a punto de sonreír de nuevo, son los que se podrán disfrutar en la Fundación Unicaja hasta el 6 de septiembre. “Soy un artista de libretita. Aunque paso mucho tiempo en Málaga, donde está mi estudio, pinto mucho también cuando viajo, cuando me quedo en un hotel tranquilo, en una cafetería. El artista muchas veces es como un Seven Eleven abierto las 24 horas. Nuestra tarea no es solo ponerte a pintar y mover el brazo. Es también un trabajo que consiste en observar, en escuchar. Fijarte en cualquier cosa, desde una mosca que pasa a una seta que te encuentras paseando por el campo. De todo puede surgir algo”, asegura.
Todo este talento para conectar con las emociones de la gente no ha pasado desapercibido para la moda, con la que Javier Calleja ha colaborado en numerosas ocasiones. Sus criaturas se han integrado en productos de Uniqlo, Vans e incluso en Rolls-Royce. Ahora su obra se puede tocar y llevar puesta gracias a la última colección que ha sacado con la diseñadora de ropa Mira Mikati. “Trasladar mi obra a las telas ha sido sorprendente. Tenía miedo en que se quedase en una simple serigrafía sin más. Pero llegó Mira diciendo que el pelo lo hacemos con borrego. El trazo lo vamos a bordar con esta técnica y vamos a empezar a experimentar con texturas. Ha sabido plasmar mi obra de un modo excelente, con cosas que no se me habían pasado por la cabeza”, explica el malagueño. Para Mira Mikati, reina absoluta del color y la energía y creadora de colecciones de ropa alegres y optimistas, poder trabajar con Calleja ha sido un sueño hecho realidad. “Siempre he estado enamorada de su arte. Durante el confinamiento, acudía a sus trabajos para encontrar luz y reírme. No nos conocíamos, así que le mandé un mensaje y le conté que estaba obsesionada con su obra. Pensé que lo peor que me podía pasar era que no me contestase. Le conté que siempre colaboraba con artistas y para mi sorpresa dijo que me conocía y que su mujer ‘moría’ por mi ropa. Creo que los dos sentimos que no hemos querido crecer y que no nos tomamos la vida demasiado en serio. Eso nos une mucho”, explica Mikati desde su tienda de Londres.
Pero ¿de dónde saca Javier Calleja toda la inspiración para crear obras de arte que muevan a todos los que las disfrutan, bien en una sala de exposiciones, plasmadas en una sudadera o en la tapicería de un coche? En esto el creador tampoco sigue las reglas. “A mí me inspira todo. Incluso me inspira no tener inspiración. No sufrir esa losa encima de tener que estar siempre inspirado y creando es muy importante. A veces digo que cuando no se tiene inspiración lo mejor es dormir porque con una siesta se pueden arreglar muchas cosas. Creo que soy una persona que reivindica más la siesta que la inspiración”.
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