Festivales para sibaritas
La oferta de festivales sin tienda de campaña prolifera en España. Elige el tuyo y olvídate de los incómodos campings y de los adolescentes enloquecidos.
En agosto de 1995 arrancaba el Festival Internacional de Benicassim, un formato casi inédito en España que juntaba durante 3 días a grupos independientes nacionales y foráneos. Por entonces, se celebraba en un velódromo y el número de asistentes se consideraría hoy en día el de un festival pequeño. En 2012 ha celebrado su mayoría de edad con más de 100.000 visitantes y con grandes cambios: de un público mayoritariamente español se ha pasado al foco en el británico fiestero y el cartel se guía más por el "hype" del momento que por el gusto personal de sus organizadores. Pero hay un elemento fiber que se ha mantenido en el tiempo, el camping. Por eso, el FIB siempre será un festival joven, para adolescentes y veinteañeros que no se preocupan por su bienestar o la calidad de las instalaciones. Pero lo que no se puede negar es que abrió las puertas en España al gusto por la música y convirtió a los festivales en verdaderos planes de vacaciones para mucha gente. Hoy, los asistentes a las primeras ediciones del FIB probablemente sean padres, trabajen 40 horas a la semana y, desde luego, no aguanten 4 días de malos sueños, fiestas largas y sol extremo. Pero quieren seguir yendo a festivales a disfrutar de la música que les gusta. Y la oferta no ha tardado en aparecer, tanto fuera como dentro de nuestras fronteras.
Precisamente 2012 arrancaba con una iniciativa de un grupo que nació en la misma época que el FIB. Los americanos Weezer organizaron en enero el Weezer Cruise, un crucero de 5 días con salida en Miami y llegada a Cozumel (México) en el que, por precios que oscilaban los 600 y los 800 dólares, los asistentes disfrutaron de casinos, servicio de habitaciones, jacuzzis y piscinas, además de tres conciertos de la propia banda y de otras como Dinosaur Jr, Sebadoh, The Antlers o Wavves. La gran acogida ha llevado a otros a seguir el ejemplo: New Kids on the Block hicieron lo propio en junio, mientras que Kiss fletarán su barco en octubre.
Encontramos otros ejemplos foráneos, pero más a mano, en la edición europea del Pitchfork Festival, que en otoño celebrará su segunda edición en el Grande Halle del Parque de La Villette, en el corazón de París. Sin opción a camping, la edad de los asistentes está entre los 30 y los 40 años y solo tiene un escenario, evitando todo stress típico de cita mastodóntica. En Inglaterra, el ATP ya es una institución que funciona como comisaria para otros festivales y organiza eventos en resorts vacacionales, principalmente en la red Butlins. Los asistentes se alojan en bugalows y las entradas son limitadísimas.
Grande Halle del Parque de La Villette, París, donde se celebra el Pitchfork Festival.
Francia y, sobre todo, Inglaterra tienen una gran tradición festivalera, sin embargo España ha empezado hace relativamente poco a ofrecer este tipo de propuestas para un público no solo más adulto, sino más exigente, que pide alicientes aparte de carteles más o menos interesantes. La cita más próxima en el tiempo, y una de las más peculiares, es el gallego Festival Sinsal, que tendrá lugar el 24 y 25 de julio. Con una arriesgada estrategia que consiste en no dar a conocer el cartel, se celebra en la isla de San Simón y gracias a acuerdos alcanzados por los organizadores los asistentes podrán alojarse en el hotel Bahía de Vigo, de 4 estrellas. La entrada, a 30€, incluye el transporte desde la costa a la isla y prometen un cartel de 11 grupos que se repetirá cada uno de los días. En ediciones anteriores visitaron la isla grupos como Ariel Pink's Haunted Graffiti.
También durante el verano las Islas Baleares acogen el Ibiza Rocks y el Mallorca Rocks, festivales gemelos organizados desde Inglaterra que de junio a septiembre traen a lo más granado de la escena británica. Ya han pasado por las islas Kaiser Chiefs o Plan B, y quedan por visitar leyendas de la talla de New Order y Happy Mondays, además de grupos más jóvenes como Bloc Party, Two Door Cinema Club, Mark Ronson o Katy B. Las entradas se compran por espectáculo y tienen opción a noche de hotel, hostal o apartamento, eso sí, a precios bastante elevados que van de los 300 a los 500 euros.
El modelo de aunar hoteles y apartamentos con eventos musicales funciona para todas las partes: por un lado, los hosteleros se aseguran la ocupación en fines de semana con menos visitantes y por otro el público agradece la comodidad a precios razonables y en parajes únicos. Es el caso de On The Sea, que desde Polaris World vivirá su primera edición del 7 al 9 de septiembre. El resort murciano abarca hoteles, chalets y apartamentos, que por un precio de entre 150€ y 190€ alojarán a los asistentes durante el fin de semana, conciertos incluidos. Y presenta uno de los carteles más especializados y underground, con la presencia del alemán Michael Rother, Half Japanese, The Membranes y fiestas a cargo del sello asturiano Discos Humeantes e Intergalactic FM. El mismo fin de semana, algo más al sur, el South Pop pone en marcha su quinta edición en Isla Cristina, una pequeña localidad costera en la provincia de Huelva. Al comprar la entrada, se consigue la opción a reservar una habitación o apartamento en el Hotel Barceló de la localidad a precio reducido. También incluye el transporte desde la estación de Santa Justa en Sevilla. Aparte de disfrutar de grupos como Herman Dune, Sound of Arrows, El Columpio Asesino o Nosoträsh, los asistentes tienen actividades extra como sesiones de DJs en la divertida piscina del hotel o una parrillada de despedida el domingo. Como curiosidad, y para ilustrar el carácter de andar por casa del festival, cabe comentar que es habitual que durante el desayuno (incluido en el precio) se mezclen público y artistas en las mesas para comer y reponer fuerzas.
Esta es tan solo una selección, y la oferta irá aumentando a medida que los promotores vean el filón en el público más adulto. Con un poder adquisitivo mayor, más tranquilos y agradecidos que el adolescente desatado, es sin duda un objetivo de lo más atractivo. Larga vida al festival (de verano o no).
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