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¿El éxito en el amor se puede entrenar? Sí, según los expertos

Aunque cada pareja es un mundo, hay aspectos que no tenemos por qué dejar a la suerte si queremos que una relación llegue a buen puerto.

Quien más, quien menos, todos hemos experimentado uno o varios fracasos amorosos. A posteriori, analizando los porqués de la ruptura, solemos ver claro qué habríamos cambiado en nuestra actitud, cuándo habríamos tenido que decir basta, qué faltó o qué sobró, etcétera. Y, con ello, casi parejo, nos hacemos un propósito de mejora y enmienda para, de una vez por todas, no volver a tropezar con la misma piedra.

El problema es que es mucho más fácil de lo que parece tropezar una y otra vez. Primero, porque nunca existen dos relaciones iguales. Ni siquiera uno mismo es igual al ‘yo’ que se enamoró hace un año, un mes o una semana. Segundo, porque hay factores en el ámbito de la pareja en los que la práctica no es tan importante como el contar con herramientas útiles.

Entrenar algunos aspectos de nuestra personalidad puede ser el arma definitiva para sufrir menos y tomar una consciencia saludable de nosotros mismos y de cómo entendemos el amor. “Es posible trabajar ciertas capacidades para aumentar la posibilidad de que la relación funcione. Es verdad que cada persona busca cosas diferentes en su pareja, pero al final hay factores comunes: sinceridad, capacidad de escucha, flexibilidad, seguridad en uno mismo, expresión de sentimientos, compromiso, pasión…”, explica la psicóloga y sexóloga Marta Ibáñez. “Usamos herramientas diferentes para expresarnos, pero todos buscamos manifestar lo que nos une”, dice Gonzalo J. Sánchez, director y coach de Emotium.

El punto de partida es trabajarse uno mismo y no parapetarse tras el típico “es que yo soy así”. “Deberíamos empezar cambiando esa frase por un ‘yo, ante ciertas situaciones, actúo así”, explica la psicóloga Laura Landau. A partir de ahí, “cuanto más conocimiento tengamos de nosotros mismos y más habilidades emocionales desarrollemos, más y mejor preparados estaremos para tener relaciones saludables y satisfactorias”, añade Sánchez.

Así que, una vez decididos a tomar las riendas, este es el decálogo de consejos que los expertos nos han brindado para mejorar nuestra capacidad de ser la ‘saludable media naranja’ de otra persona.

1. Comunicación activa. “Debemos aprender a comunicarnos evitando juicios y reflejando lo que vemos a la hora de expresar lo que está sucediendo, sin añadir ni matizar, exactamente como si fuésemos un espejo que muestra la realidad sin distorsionarla. Cuando comunicamos desde el “yo siento esto” en vez de desde el “tú me haces sentir”, la comunicación se vuelve menos violenta”, explica Gonzalo.

2. Identificar la obsesión. “Una relación obsesiva no surge por sorpresa. Hay que tener una personalidad tendente a ella y, si ya se tiene una así, seguro que ha habido más, aunque sean de amistad”, dice Marta Ibáñez. “Es necesario trabajar la dependencia emocional en una terapia individual antes que en una de pareja”.

3. Controlar la ansiedad. “Los miedos más comunes en una relación son los celos, el dinero, el trabajo, el ocio por separado. Estos miedos producen ansiedad. Para aprender a gestionarlos de la manera más conveniente, tendremos que empezar aumentando primero nuestra confianza y seguridad en nosotros”, dice Gonzalo.

4. Expresar la ansiedad. Especialmente importante cuando la relación comienza: “reconocer y ponerle nombre a los miedos es fundamental para combatir eso que nos hacer creer que no disponemos de los recursos para gestionar lo que nos pasa. Callarse aumentará nuestro nivel de ansiedad. No se trata de evitar decir aquello que nos preocupa por no incomodar al otro, si no de no vivir incómodos con uno mismo”, añade el coach.

5. Ver el pasado desde otra perspectiva. Es imposible avanzar o aprehender herramientas si no echamos una mirada responsable a nuestro pasado como ‘media naranja’ de otra persona. “Más que de arrepentirse, se trata de comprender qué paso. De mirar la situación sin la carga emocional que tenía en ese momento, para ver dónde nos enredamos, dónde no sabemos poner límites. Esto no es más, en definitiva, que aprender a responsabilizarnos de lo que nos pasa”, añade la psicóloga Laura Landau.

6. Posicionarse como iguales. Hay quienes consideran que, en toda relación, hay una persona fuerte y otra débil. “Empiezan a conocer al otro tratando ya de posicionarse como el fuerte porque la alternativa es ser el débil. Eso es tóxico para la pareja y para la amistad. Las relaciones son entre iguales y hay que esforzarse por mantener ese equilibrio aunque en ocasiones cada uno tome un papel temporal”, explica Marta Ibáñez.

7. Las crisis no son necesarias pero pueden ayudar. A veces sentimos la necesidad de que haya pequeñas crisis para dar «vidilla» a la relación. Es un error pensarlo, “no son necesarias, pero pueden desarrollar vínculos más fuertes y duraderos si se pasan juntos como un buen equipo”, dice Gonzalo.

8. No sobreadaptarse. Porque la otra persona nos importa y la queremos, surge la necesidad en ambos de modificar algunos hábitos. “Lamentablemente, esto muchas veces se transforma en una sobreadaptación a las necesidades del otro, que termina por hartarnos y dejarnos muy resentidos. Toda relación de pares necesita, por definición, escucha, capacidad de negociación y flexibilidad. Con nosotros mismos y con el otro”, matiza Landau.

9. Frenar las expectativas. Aunque la experiencia que hayamos acumulado determina en buena medida las expectativas que nos hacemos al comenzar una relación, más vale pecar de prudentes. “Los primeros momentos de una relación son ficticios y no podemos basarnos en ellos para medir los tiempos venideros”, afirma la sexóloga.

10. El respeto, lo más importante. Concretamente, lo que nuestra pareja considera que es importante para él o para ella. “Es más fructífero ver qué valores nos unen que centrarse en la importancia que le damos nosotros a cada uno de ellos, porque los que haya en común serán las guías de por dónde queremos que transcurra nuestra relación”, explica Sánchez.

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