Dominatrix financiera, cuando lo que excita es que te toquen la cartera
Este tipo de amas por encargo humillan a sus esclavos a través del dinero que ganan. No hay esposas, ni ataduras ni látigos, sino cheques bancarios, regalos de lujo y control de sus finanzas.
Sexo, poder y dinero han sido siempre los tres motores de la Humanidad; los impulsos primarios, las principales motivaciones para llevar a cabo actos delictivos, el leit motiv de la mafia, las causas últimas que descarrilan o encumbran vidas. Tres elementos que han convivido juntos en infinidad de combinaciones y permutaciones destinadas a diversos fines. El mundo del BDSM siempre ha jugado con las nociones de sexo y poder; mientras que la modalidad llamada dominación financiera incluye un nuevo elemento, en torno al cual gira toda la relación: el dinero.
Si las tarjetas de crédito son ahora nuestras señas de identidad, no es extraño pensar que quienes disfrutan siendo dominados o sometidos encuentren tremendamente excitante que se les prive de su poder, es decir de su dinero, y las dominadoras financieras están ahí precisamente para eso. Una financial dominatrix, como se conoce en el mundo anglosajón a esta profesional, no tiene que tener sexo con su cliente o esclavo, no necesita atarlo, ponerle unas esposas ni darle latigazos. No tiene ni que conocerlo en persona, ya que todo puede hacerse online o por teléfono. Su misión consistirá, exclusivamente, en demostrar su superioridad humillándolo monetariamente, exigiéndole dinero, obteniendo regalos y administrando los gastos de su esclavo.
La red está llena de páginas que ofrecen servicios de dominación financiera, en los que cada chica anuncia sus particulares cualidades y donde no faltan el cuero, las medias, el látex y demás ornamentos propios del sado, además de looks más ejecutivos y propios de Wall Street. En una de ellas, concretamente financialenslavement.com, explican la razón por la que cualquiera al que le sobre algo de dinero y esté en completa posesión de sus facultades mentales puede aficionarse a esta curiosa práctica: “¿Te excita la idea de rendir tus finanzas a una inteligente y atractiva mujer? Los hombres pueden ser muy fáciles de manipular y estas amas disfrutan explotando a sumisos para satisfacer su sadismo y ganar dinero. ¿Alguna vez te has topado con una mujer que juega con tu cabeza y te utiliza solo por tu dinero? Probablemente le hayas hecho todo tipo de favores, sabiendo que ella está besando a otros hombres, mientras a ti no te deja ni tocarla. Pero a pesar de todo, tu has seguido dándole todo el dinero que podías, comprándole joyas caras, haciéndole recados; aún cuando ella no estaba interesada en ti como amante o pareja. Entonces desarrollaste un fetiche por ser utilizado. Te acostumbraste a tocarte en casa, mirando una foto suya con alguna prenda que tu le habías regalado, sabiendo que ella estaba con su novio, probablemente en la cama”. El culebrón sigue, pero les ahorro el final porque imagino que ya han empezado a captar la filosofía del asunto.
Cualquier ama financiera que juegue bien sus cartas puede llegar a ganar entre 50.000 y 70.000 dólares anuales, como sostenía un artículo en The Observer sobre el tema. Aún a costa de decepcionar a muchas, que a estas alturas estarán pensando en darle un giro a sus vidas profesionales, hay que decir que la dominación financiera no es tarea fácil y que meter la mano en las carteras de estos particulares y raros especímenes, lo que en inglés y en el argot de esta profesión se conoce como wallet rape, requiere de gran habilidad y pericia, ya que nos dirigimos al hipotálamo monetario. Aquí lo que cuentan son las habilidades y tácticas psicológicas, más que estar como un queso o tener el culo de la saga Kardashian. En una palabra, se necesita cerebro.
Lady Mia Harrington es una ama inglesa con base en Brighton, aunque muchos de sus clientes son peces gordos de la City, en Londres. Mia ejerce un montón de especialidades, además de la dominación financiera, entre las que están BDSM, momificación, jugar a médicos, dog training o humillación pública, entre otras. Como en tantas otras cosas lo más importante es encontrar a la persona adecuada en el momento justo. Según Lady Harrington, “la mayor parte de las profesionales como yo no somos solo financial dominatrices, porque el área está llena de hombres que fingen manejar mucho dinero para poder tener a una mistress a la que llamar cada día. Incluso muchas chicas renuncian a esta variante porque está llena de individuos que te hacen perder el tiempo. Mi regla es que jamás hago este tipo de dominación online, siempre tengo que conocer al cliente en persona. Es la única manera de saber si es auténtico. Si no, lo más probable es que te pases todo el día hablando por teléfono y no ganes nada”.
Le pregunto a Mia por el retrato robot del típico cliente al que le gusta esta clase de dominación. “Hay muchos clientes falsos y pobres, sin ningún sentido común. Pero si te encuentras a uno genuino es del tipo de persona a la que le gusta que le hagan chantaje, que está aburrido con su mujer y que gana demasiado dinero. Inconscientemente, tiene una enorme falta de autoestima o cree que no se merece su privilegiada situación económica. Algunos hombres han perdido un poco la dirección o el interés en sus vidas profesionales y tener un ama les motiva para volver a la lucha y a intentar ganar más dinero”. Aunque las mujeres que buscan este tipo de dominación son muy escasas o casi inexistentes, Mia recuerda que “he oído hablar de una millonaria a través de un cliente que yo tenía. Probablemente era alguien sin familia ni amigos, sin nada más allá de su dinero”.
Una buena ama financiera no se limita solamente a pedir cheques y caprichos caros a su esclavo, como cualquier hija de papá. En una relación ideal, ella debe estar al tanto de las ganancias de su pay pig –en el argot de la profesión–, y ser la que administre sus gastos; ya que gran parte de la excitación de la relación reside en que al dominado le quede poca calderilla para sus necesidades básicas y sus vicios, tras haber pagado todas sus facturas y mensualidades. Mientras su ama consume productos gourmet, el esclavo deberá conformarse con hacer la compra en Eroski.
El chantaje es una práctica muy habitual en este tipo de dominación y tener fotos comprometidas o emails acusatorios asegura una relación a largo plazo entre dominante-dominado. El mayor reto para la ama consiste en mantener el interés de su esclavo porque, aunque ellas aparecen como las que tienen el poder y lo ejercen sobre otro, el que realmente dice la última palabra es siempre el que maneja el dinero, el que paga y puede poner fin a la relación en cualquier momento. Algunas dominatrices cobran un sueldo fijo, otras por sesión y la mayoría exige, antes de empezar a trabajar con alguien, un tributo en forma de dinero o regalo para comprobar que realmente merece la pena gastar su tiempo con un ser tan insignificante como su potencial cliente. Los regalos y viajes están también a la orden del día, al igual que los vales de Amazon, otra forma corriente de pago.
Mazmorras, esposas, látigos, cuerdas, arneses… Para muchos aficionados a la variante financiera el rollo 50 Sombras de Grey es un juego de niños. En el artículo de The Observer, un cliente explicaba así su fascinación por este tipo de dominación: “Para mí, el atractivo está en que se trata de una forma real de humillación e intercambio de poder. El BDSM que utiliza cadenas y ataduras no es, en el fondo, más que un juego que se centra en las fantasías masculinas. Pero tener el dinero que ganas a disposición de una bella mujer que además te deniega cualquier tipo de relación ya sea sexual o romántica, eso es algo real”.
Mia tiene su particular explicación al trasfondo psicológico de esta monetaria forma de masoquismo. “Creo que el placer puede estar en restablecer la antigua posición masculina, en la que los hombres eran los proveedores. Algo que ha desaparecido en las sociedades modernas, con mujeres independientes que se mantienen a sí mismas, lo que puede haber causado que el hombre se sienta más superfluo e insignificante”. Pero puede que la crisis y el actual sistema financiero, basado más bien en espejismos y suflés contables, que en dinero contante y sonante, juegue un papel importante en este tipo de fetichismo. Como apunta en el artículo de The Observer George Collins, autor del libro Breaking the cycle: free yourself from sex addiction, porn obsession and shame y director de una clínica sexológica en Walnut Creek, California, hay mucha culpabilidad y vergüenza detrás de estas prácticas. “La gente que se valora a sí misma en función del dinero que gana tiene mucha ansiedad en torno a su autoestima. Hay mucho sentimiento de culpa por ganar tanto dinero, particularmente en el mundo de las finanzas en el que, a menudo, el éxito no proviene de hacer algo extraordinario, sino simplemente de hacer dinero”, apunta Collins.
Según Pilar Cristóbal, sexóloga, psicóloga y autora de varios libros de sexo, “la mayoría de los que encuentran placer en la dominación financiera son perfiles obsesivos, con una relación neurótica con el dinero, ya sea porque no lo gastan o lo despilfarran, con lo que muchos buscan a alguien que se haga cargo de esta faceta de su vida. Algunos pueden tener dificultades con tomar decisiones y, en la mayoría de los casos, cuando hablamos de personas que tienen carreras exitosas y unos sueldos astronómicos, que muchas veces no se corresponden con su rendimiento, existe también un enorme sentimiento de fraude”.
Por extraña e irracional que pueda parecer esta forma de dominación –especialmente para la gran mayoría de personas, que sudan cada euro que ganan–, es la consecuencia lógica a los sueldos inmorales de muchos ejecutivos o directivos. Yo lo veo como parte del orden cósmico. ¿Qué alguien gana mucho más de lo que se merece y de una forma poco ética? Es solo cuestión de esperar, ya habrá otro más inteligente que se lo quite.
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