Cristina Celestino: “Me fascinan los trabajos hechos a mano, ofrecen mayor libertad creativa”
Es una de las creadoras más influyentes del momento. Esta arquitecta italiana, que creó su firma, Attico Design, en 2011, representa el triunfo de la mezcla. Naturaleza, artesanía e historia son su inspiración.
Fue su profesora de arte en el instituto, arquitecta de formación, quien despertó la curiosidad de Cristina Celestino por el interiorismo. “Con ella aprendí a entender la arquitectura como diseño global, que va desde las grandes construcciones a los detalles más imperceptibles de un mueble”, recuerda la creadora italiana, convertida hoy, a sus 41 años, en uno de los nombres más demandados del sector. Ha ideado locales como el Experimental Cocktail Club de Venecia, habitaciones para el Palazzo Avino de la Costa Amalfitana y trabajado con firmas de diseño como Seletti, Maison Matisse o The Socialite Family. Su vínculo con el mundo de la moda es estrecho: vive en Milán; Fendi la ha elegido para crear piezas de mobiliario; Sergio Rossi y LuisaViaRoma para reinterpretar sus espacios y según AD Alemania figura entre los 100 creativos más influyentes de 2021.
Asegura que las ciudades por las que ha pasado han configurado su gusto: nació en Pordenone, al noreste de Italia, estudió arquitectura en Venecia y luego vivió en Florencia para mudarse a Milán en 2009. Allí creó, dos años después, la firma Attico Design, y luego su propio estudio. “Una de las cosas que más me impresionan de Venecia es la yuxtaposición de colores y materiales, que remite a la idea de estratificación, a múltiples intervenciones de distintas épocas que crean una armonía única. Intento recrearlo en mis proyectos”, sostiene. Y ese precisamente se ha convertido en su sello: la capacidad para mezclar, combinar tonos, estampados y materiales, siempre con guiños a la naturaleza y la historia. “Empecé a formarme como diseñadora de manera autodidacta, a través de catálogos de subastas y libros”, recuerda, “comprando en mercadillos y webs”. Se convirtió en una coleccionista inesperada de lámparas italianas de los sesenta, setenta y ochenta, de cerámicas de Gabbianelli y Lenci y de todo tipo de conchas. El buen diseño consiste, asegura, en “llevar a cabo un proceso iniciado por otros antes, agregando una visión personal y, lo más importante, innovación, ya sea tecnológica, formal o actitudinal”.
Celestino cree que ahí entra en juego la sostenibilidad, entendida como un punto de partida necesario. “Debería ser parte de todos los procesos de fabricación y logística, no solo del producto final. Por eso presto especial atención a los materiales, de dónde salen, la ubicación de sus proveedores y las técnicas de producción”, puntualiza. La artesanía, presente en muchas de sus colaboraciones, es otro de sus baluartes: “Me fascinan los trabajos hechos a mano, ofrecen mayor libertad creativa”. Constata que la pandemia ha acentuado el interés general por esos asuntos y por la personalización de unos hogares cuyo interior nos representa, según ella, tanto como las prendas que elegimos para vestir. “Antes”, explica, “se hablaba de un nomadismo extremo provocado por la forma de vivir el trabajo, con viajes continuos, y eso estaba cambiando la definición de hogar tradicional, y la de mobiliario, pero ahora el hogar ha regresado conceptualmente al centro de nuestras vidas”.
Para acentuar esa personalización, los materiales que utiliza en sus proyectos muchas veces remiten a otras épocas. “Escojo tejidos, alfombras, cerámicas, terracotas, mármoles… Porque ‘El futuro existe en el pasado y ambos son parte del todo’, como aseguró Nanda Vigo”, dice citando a la pionera creadora milanesa, uno de sus referentes. De los pocos que existen, lamenta mientras también reivindica a Gae Aulenti y Cini Boeri: “No creo que vivamos en la era de las diseñadoras. Solo hablar de ello significa que vemos el hecho de que algunas mujeres hayan llegado a donde suelen llegar los hombres como excepcional”.
Siguiendo la estela de una de las que sí lo lograron, Zaha Hadid, Celestino reconoce que “estaría interesada en diseñar un bolso, porque son como microarquitecturas”. De hecho, personalizó el Peekaboo de Fendi en 2019. Porque la moda es, sin duda, uno de sus intereses: “Más allá de los desfiles y el glamur, es un campo en el que se trabaja con mucha seriedad y sin tregua. Me gusta la rapidez con que se toman decisiones, incluso valientes y revolucionarias, y la libertad de investigación”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.