Carla Sozzani: “El fotógrafo más complicado con el que he trabajado fue Oliviero Toscani”

Buceando en su archivo fotográfico la editora italiana Carla Sozzani (Mantua, 1947) recuerda que Helmut Newton le regaló un autorretrato con el cuadro El origen del mundo de Gustave Courbet: en él se ve medio rostro del fotógrafo ante ese lienzo con un sexo femenino en primer plano. «La fotografía tiene una historia muy divertida, Helmut me dijo que estaba en el Museo de Orsay y le pidió a un grupo de turistas japoneses que se la hicieran, pero al ver el desnudo se escandalizaron y le dijeron que no, así que se la hizo él mismo y me la regaló acompañada de un texto muy bonito», cuenta Sozzani por Zoom desde su despacho de París, cuyas paredes están cubiertas por fotografías y estanterías repletas de libros de moda. Bruce Weber o Paolo Roversi también le regalaron obras, y así, sin apenas pretenderlo, nació una colección fotográfica de más de 2.000 imágenes, 210 de las cuales se podrán ver en septiembre en PHotoEspaña, dentro de la exposición Entre el arte y la moda que acoge CentroCentro en Madrid (del 23 de septiembre al 10 de enero de 2021).

Sozzani ha sido casi todo en el mundo de la moda: nombre perenne en la lista de las 500 personas más influyentes de la industria de Business of Fashion, en 1968 comenzó a trabajar en revistas; entre 1979 y 1986 fue la directora de especiales de Vogue Italia, revolucionaria cabecera dirigida por su hermana Franca; en 1987 fue nombrada directora de la edición italiana de Elle y cuando la echaron abrió una galería, creó una editorial e inventó las concept stores con la apertura en 1991 de 10 Corso Como en Milán, que concibió como «una revista viviente». Tuvo una relación muy cercana con diseñadores como Rei Kawakubo y Azzedine Alaïa (cuya fundación parisina preside desde inicios de este año) y trabajó mano a mano con los grandes nombres de la fotografía.

«Con Helmut [Newton] era todo superfácil, solo necesitaba un poco de flash, un asistente y un paraguas para el sol de Montecarlo y lograba las imágenes más hermosas del mundo. Hoy en día para hacer algo que ni siquiera se acerca a esa belleza necesitan mucha parafernalia, un gran equipo, ordenadores, móviles, asistentes… Colaborar con él y su mujer, June, era una lección de amor y respeto», recuerda. No todo fue sencillo: «El fotógrafo más complicado para trabajar fue Oliviero Toscani, hice fotos con él muy joven, no tenía seguridad. Cuando me nombraron directora de Elle, me dijo que no podía llevar esa revista, porque era una chica Vogue, y sufrí mucho por eso (…) Y al echarme de Elle, se vio que él tenía razón, no era la persona adecuada para dirigirlo», dice entre risas.

Su amigo Azzedine Alaïa fue el primero en descubrir que las fotografías que Sozzani iba reuniendo poco a poco eran algo más que imágenes sueltas. «Él me dijo que me había convertido en coleccionista y tenía que hacer una exposición. Yo le respondí: ‘No tengo una colección, son recuerdos de mi vida’, porque todas tienen un significado especial, un valor sentimental, son una especie de diario de mi vida». La primera que adquirió, en 1974, «fue una de Irving Penn, un clásico, pero no una de sus fotos de moda, sino de unos guerreros nigerianos». Luego llegaron muchas de las que podrán verse en la muestra de Madrid: obras de Sarah Moon, Francesca Woodman, Steve Hiet, Berenice Abbott, Richard Avedon, Man Ray… «Mi vida siempre ha estado entre el arte y la moda; nunca he podido tomar una u otra dirección por completo, he navegado entre ambas disciplinas toda mi vida porque realmente no encuentro la diferencia entre ellas. Para mí, todo tiene que ver con la belleza», subraya.

En un momento en que las exposiciones de moda baten récords en los museos de todo el mundo, Sozzani defiende que este sector «se ha convertido en parte de la cultura, tiene un significado, muestra los cambios sociales, refleja una época». Y la visión personal de quien plasma esa realidad ayuda a capturar ese espíritu: «Ahora cuando ves una imagen antigua las modelos parecen mucho mayores de lo que eran. Están muy estilizadas, pero todo resulta muy estático. Con los años la fotografía comenzó a soltarse, junto al street style nació una nueva forma de ver las prendas, más espontánea, y fue algo revolucionario. Los fotógrafos han tenido una gran influencia para cambiar la moda. Peter Lindbergh modificó la forma en que las mujeres vestían: en él todo es muy natural, hizo entender que no era tan necesario el maquillaje o llevar tacones para ser hermosa». Y ¿qué será lo siguiente?, ¿qué plasmará la moda –y la fotografía de moda– a partir de ahora? La editora no duda: «Reflejará la desaceleración del mundo. La nueva moda va a necesitar gran calidad y savoir faire, creo que va a estar muy centrada en lo artesano, las materias primas y cuidar todos los oficios que están desapareciendo. Ese es el futuro».