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Lapili: “Me he reunido con discográficas que me han pedido que adelgace para firmar el contrato”

La polifacética artista de música urbana mira “hacia dentro” para sumergirse por primera vez en una etapa manchega de gran calado emocional. Con ella hablamos sobre el arte como salvación personal, el auge del Ozempic entre las estrellas del pop o el machismo que sigue asolando la industria musical.

Lapili
La cantante manchega Lapili.Clara Lozano
Carlos Megía

Lapili (Ciudad Real, 30 años) está sorprendida por la recepción que ha tenido su nuevo EP, Llanto de secano. “Creo que es la primera vez que no he recibido una oleada de hate”, reflexiona sonriente mientras da el primer sorbo a una taza de café con leche de avena. Esta artista multidisciplinar en el sentido más literal de la palabra, capaz de conciliar en una misma jornada facetas como el canto, la performance, la dirección creativa, el estilismo de moda o el diseño de vestuario, es consciente de que su nuevo trabajo goza de un punto algo menos transgresor que éxitos virales como Muslona o No Depilada, pese a atreverse a fusionar folclores tan distintos como el manchego y el sudafricano. El reciente regreso a su tierra natal –”su cielo azul me da calidad de vida”– y la exploración de los sonidos y episodios que marcaron una difícil etapa vital para ella, dan identidad a su nuevo proyecto y contenido al discurso de una de las artistas con más cosas que decir –y bailar– del panorama nacional.

En tu nuevo EP, Llanto de secano, cambias completamente de estilo y apuestas por explorar sonidos propios del folclore y la identidad manchega.

Es verdad que mis influencias proceden sobre todo de ritmos africanos y caribeños, pero España no deja de ser mi origen. Desde muy pequeña he estado metida en grupos de coros y danzas; la primera vez que me subí a un escenario, a los tres años, fue para bailar jotas. Al mudarme de nuevo a Ciudad Real he reconectado con este pasado, invité a las compañeras que estaban en esos grupos a hacer estas canciones. Se trataba de ir hacia más adentro, que es algo que creo que siempre hago en mi música e inspirarme en lo que tiene que ver con el sitio donde he nacido, aunque no sea una cultura que haya consumido tanto.

¿Entraste al estudio ya con la intuición de que un fandanguillo manchego podía maridar bien con un trap?

Siempre parto de un concepto emocional. En este caso, de la herencia del trauma en las mujeres, de esa energía limitante y cuadriculada y de muchas cosas que he vivido allí. Siempre se intenta callar el drama interno que hay en las familias, que sea un tabú, que no se entere la vecina, aunque igual ella tiene un problema incluso más grande. Si todas esas mujeres se juntasen para compartir sus problemas y llorasen todo lo que no se permiten llorar se acabaría con la sequía en La Mancha. Esta es la alegoría de la que partimos.

¿Crees que hay una nueva generación de mujeres que están rompiendo con ese silencio crónico?

Sí, pero nos falta mucho. Somos una generación que partimos de una educación más feminista y comunicativa pero, quieras o no, esa censura está en nuestro ADN, ese “cállate todo lo que pase para guardar tu reputación”. Por no hablar de casos como el #MeToo, todo lo de Puff Daddy… Hay muchas cosas que siguen tapadas, pero estamos en el camino.

¿Tú has tenido hombros en los que poder llorar tus lágrimas de sequía?

Sí, hombros de mujeres. Los de mi madre, mi hermana, mi tía, mis amigas… Ellas son mi pilar. Entre todas generamos una red parecida a la de los árboles, que se mandan nutrientes a través de las raíces si notan que uno las necesita.

¿Cómo una niña aficionada al hip-hop y al reggae encajaba en un colegio público de la Ciudad Real de los años noventa?

Nunca he sentido que encajara en algo y también me lo han hecho saber. He sufrido bullying tanto en el colegio como en el instituto, pero la música me ha salvado siempre. Toda la fuerza y la confianza que tengo en mí misma me viene del baile. Me ha hecho estar conectada con mi cuerpo y me ha ayudado con todo lo que tiene que ver con la dismorfia corporal.

¿Sientes que sigues sin encajar allí todavía?

Hoy de camino al tren ya me he cruzado con tres personas que han hecho comentarios en toda mi cara. Se miran y dicen cosas como “¡Qué ordinaria!” o “¡Qué barbaridad!”. Esta es mi vida de siempre, ya estoy acostumbrada, así que he desarrollado la capacidad de ser muy educada en esos momentos para poder defenderme. Les mando a la mierda con la máxima educación posible y que así no me puedan decir nada.

¿No encontraste en el colegio a otros marginados para poder hacer piña con ellos?

Tampoco encajaba con los bichos raros, no llegaba ni a ser parte de la minoría (ríe). He ido pasando de grupo en grupo todo el rato, intentando ser aceptada. Yo también he sido mucho de discman y auriculares. Obviamente se sufre mucho, pero también aprendí y me hice fuerte.

La cantante manchega Lapili.
La cantante manchega Lapili.Clara Lozano

¿En casa sí encontrabas esa comprensión?

Tampoco. De pequeña yo decía que iba a cantar y bailar una música que en España no se conocía todavía, que iba a estar sobre el escenario y a hacer mi propia ropa. Lo visionaba muy claramente y en mi entorno le seguían la risa a la niña, pero conforme iba haciéndome mayor y continuaba con esto un día me dijeron: “Pilar, ubícate, no tienes ni una gran voz ni el cuerpo para ser bailarina, no tienes lo que se necesita para estar encima de un escenario. Olvídate”. Con diez años ya me habían hecho descartar la posibilidad de ser artista. Sí me han dejado bailar, pero era como: “Que haga ejercicio la niña gordita, que es lo único que le gusta del deporte”.

Pero el arte se abrió camino…

Quería ser artista, pero no sabía cómo. Siempre se me ha dado bien la artesanía, así que cuando estudié arte textil pasé de aprobar con un cinco raspado cada examen a llevarme un premio de la Junta de Andalucía. Estaba motivada porque por fin amaba lo que hacía y mi madre vio que destacaba en eso. En el instituto me costaba levantarme de la cama para ir a clase porque no podía con la vida, era una tras otra, tenía ansiedad y no sabía ni qué era. También te digo que he sufrido más bullying por parte de los profesores que de los compañeros.

¿Ahora las cosas han cambiado en casa?

Ahora están orgullosos. Les entiendo porque lo que yo hago es muy concreto y hace diez años, por ejemplo, hubiese sido impensable ver en España conciertos de música urbana que ahora te llenan un Bernabéu. Lo único que ocupaba la radio era el pop y cualquier cosa que tuviera que ver con lo urbano era como “estás haciendo el ridículo, no te damos la oportunidad”.

¿Sientes un menor escrutinio sobre tu aspecto en una gran ciudad como Madrid?

Sí, Madrid es más abierta porque están acostumbrados a ver más cosas. Amo España como país, pero tiene una mirada más limitante que otros países y donde más lo vivo es con lo que tiene que ver con mi cuerpo. Yo tengo premios de moda, pero solo me llaman cuando toca hacer un editorial sobre la inclusión o la diversidad. Me he reunido con managers o con discográficas y me han pedido que adelgace para firmar el contrato. Tienen su concepto de cómo tiene que ser una artista encima del escenario. Acabo de estar un mes trabajando en Colombia y cuando cuento estas cosas se quedan flipando porque allí es impensable.

Con el éxito de fármacos como el Ozempic cada vez son más las cantantes que han estrenado nueva figura. ¿La artista con sobrepeso es un animal en peligro de extinción?

Por supuesto. O sea, es como “Adele salió del grupo” y Lizzo va por ese camino también. Sé que es importante cuidarse y estar sano, las personas que tienen discursos gordofóbicos tiran mucho de eso, pero la salud no es un físico, la salud son muchas cosas.

Muchas de estas estrellas que mencionas eran antes abanderadas del body positive.

Mucha gente se adueña de los discursos, pero al final toda esta presión siempre es hacia las mujeres. Cuando Drake engordaba en las revistas decían que estaba más guapo que nunca y no he visto a nadie preocupado por la salud de Sech y DJ Khaled. O con el propio Quevedo antes, no existía esa presión de decirle a Quevedo que tenía que adelgazar. Siempre es hacia las mujeres.

¿Crees de verdad que si estuvieras más delgada te iría mejor? ¿Tendrías más oportunidades con un físico más normativo?

Yo sé desde pequeña que por mucho que adelgace nunca voy a tener un físico normativo. A no ser que pase por el quirófano, mi fisonomía es la de ser una mujer grande. Por ejemplo, durante la pandemia lo pasé mal y tuve un pequeño trastorno de la conducta alimentaria. Estoy acostumbrada a ser muy activa y al estar encerrada, dejé de comer, hice mucho ejercicio y adelgacé muchísimo. Al salir me ofrecieron muchas oportunidades, sobre todo de cosas relacionadas con la moda, pero de nuevo solo me querían para hacer el personaje de la gorda.

Por otro lado, también están las artistas que se apropian de este discurso cuando realmente no están para nada gordas…

Es verdad que a algunas les viene bien, pero también pienso que esta industria le hace mucho daño a la cabeza de las mujeres: hay artistas femeninas hablando de que son gordas sin serlo porque de verdad lo piensan. Es algo muy problemático, mirarte en el espejo y verte gorda sin serlo. Es un trastorno enorme. Como industria ha llegado el momento de que le demos visibilidad y su lugar. Aunque mira, la primera vez en la historia que presenta las campanadas en La 1 una mujer gorda y mira la que se ha liado…

¿Te sorprendió toda la polémica generada alrededor de la elección de Lalachús?

Para nada, sabía lo que se venía. Y no estoy de acuerdo con Dabiz Muñoz, el marido de Cristina Pedroche, cuando dijo en La Revuelta que lo que vivía Lalachús era el mismo tiempo de violencia que había vivido ella. Obviamente por el hecho de ser mujer vives violencia en torno a tu físico, en cualquier parte del mundo se han inventado algo para jodernos a las mujeres, y estoy en contra del acoso que tiene que vivir Pedroche, que debe ser horrible, pero es una vez más invisibilizar el problema de gordofobia tan grande que hay en este país. Estamos en 2025 y es la primera vez que una mujer gorda da las campanadas… ¿Cuántos años lleva Pedroche? ¿Cuántas fotos y cuántas campañas habrá hecho? ¿Cuántas cosas para las cuales no van a pensar en Lalachús en la vida? No se puede generalizar de esa forma. Es la oportunidad perfecta para darle voz a este problema y ponerle soluciones.

¿Te molesta tener que responder en cada entrevista preguntas sobre la gordofobia?

Cuando tengo muchas entrevistas de seguido en España entro un poco en colapso. No tengo por qué ser activista de nada, pero cuando hago retrospectiva, me ubico los momentos del pasado en los que lo he pasado mal, veo que ahora soy un poco lo que yo siempre quise tener de referente. Casi todos los días me llegan mails o mensajes de gente que tiene problemas, hospitalizada o tal, que me dice que les he salvado la vida con mi música. Me encanta poder inspirar a otros.

¿Qué es lo próximo para ti?

Ya quiero empezar a lanzar cosas del nuevo álbum en el que estamos trabajando. No puedo contar mucho todavía, pero es un cambio bastante grande. Voy a hacer gira por España, también algunos festivales, y cosas fuera de aquí.

Otro de los debates recurrentes en la industria es la escasa representación de las mujeres en los festivales, ni siquiera llegan al 30% en los carteles. ¿Culpa de los promotores o del público?

Mucho más de los promotores. Yo llevo conmigo cuatro bailarinas, una percusionista, una DJ, las técnicas… somos un equipo de doce mujeres y no sabes la que se lía cuando llegamos a un sitio a montar. Nos tratan como si no supiésemos lo que estamos haciendo, como si no llevásemos muchísimos conciertos encima. Los hombres no quieren negociar con mujeres y es complicadísimo que te programen. Estamos en desventaja en muchas cosas. Si eres mujer y haces algo malo te van a cancelar la vida. JC Reyes es una de las personas con más escuchas de este país y se hizo viral porque cogió una foto de Rosalía con IA y la falseó para parecer que ella le había mandado fotos desnuda. Tienes todas las plataformas y festivales a tu disposición y gran parte de tu estrategia de marketing ha sido utilizar el cuerpo de una mujer como mercancía para venderte. Pero a él no se le cancela, no pasa nada. Si hace eso mismo una mujer ya te digo que no tiene conciertos en un año. Todo es así. No me gusta centrarme en la queja, lo negativo, prefiero mantenerme positiva y centrada en avanzar, pero creo que soy de una generación que no va a vivir cambios muy profundos. Los que vengan detrás quizá sí los vivan.

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Sobre la firma

Carlos Megía
Especialista en cultura, estilo de vida y 'celebrities', colabora en diferentes secciones de EL PAÍS desde 2015, además de publicar en cabeceras como 'Harper’s Bazaar' o 'InStyle'. Creador de ‘Un Podcast de Moda’, es licenciado en Periodismo y Comunicación Audiovisual y Máster en Guion por la Universidad Carlos III.
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