Londres, Milán y París: Una desconcertante visión de la masculinidad
Analizamos las contradicciones y los discursos análogos que conviven en las colecciones para hombre del próximo otoño. En la confusión florecen pequeños oasis de cordura.
Londres, acostumbrada a sorprender con sobresaltos y supuestas odas a la rebeldía, prendió la mecha. El carrusel de presentaciones masculinas del próximo otoño desengrasó su maquinaria el pasado 9 de enero en la capital británica. La primera de las semanas de la moda se estrenó con la intención de sabotear las ventas de anticoagulantes en las farmacias. ¿Quién podía esperar un alarde tan vigoroso como el de las colecciones de Sibling, Agi & Sam o el mismísimo Christopher Bailey para Burberry Prorsum? En realidad, todo el mundo. Los rumores que auguraban un Pitti Uomo correctísimo, un Milán para millonetis de après-ski o un París para dandis disfrazados en festivo demandaban un contrapunto de difícil catalogación –como así ha sido– en Londres: una bomba de relojería con efectos irremisibles que animara el comienzo de año y pusiera al borde del vahído a los defensores de la rutina. En definitiva, un poco de diversión.
El baggy fit de Joseph o Rory Parnell-Mooney actuó como una llamada a la rebelión. Christopher Shannon respondió con una apuesta por los pantalones cortos –cabe recordar que la idea consistía en vestir el invierno– y un concepto algo repetitivo de las bolsas de plástico con mensaje ilustrado en camisetas. Craig Green montó su propio guateque con un homenaje al rojo sangre –"rojo pop", según la nota de prensa–. Agi & Sam, la marca fundada por Agi Mdumulla y Sam Cotton, cuya identidad algunos críticos intentan traducir al cristiano con vagas asociaciones al espíritu conceptual de Issey Miyake, alimentó el carnaval londinense con juegos estampados y chaquetas imposibles, tanto en la forma como en la vertiente cromática. Sus modelos desfilaron con máscaras de Lego y zapatillas blancas. Los colores primarios de KTZ y los diseños siempre interesantes de Sibling –y sus modelos con el pelo rosa– aportaron más confusión a un circo cuyo resultado muchos anticipaban catastrófico, no tanto por el ejercicio creativo sino por la incierta salida comercial de las prendas.
Look de Sibling y detalle de Agi & Sam.
Getty
Los guardianes de las esencias, que nunca abjuran de su responsabilidad, asomaron la patita en este viaje al Toys "R" Us. Burberry Prorsum y Alexander McQueen, veteranos potentados que cohesionan como nadie el discurso de todos, se unieron a la fiesta con discreción. El primero articuló un mix and match de capas de estampados, animal print y flores –"bohemio clásico", en palabras del director creativo–; el segundo apostó todo al negro y cedió con alguna concesión floral en escala de grises. J.W. Anderson ofreció un nuevo capítulo de su empeño por fusionar lo masculino y lo femenino –todo el mundo vio un esfuerzo interpretativo de la década de los 70 pero Anderson aclaró que se trataba de una mezcla de influencias–. Topman Design rindió un homenaje a la psicodelia setentera y los zapatos bowling. Los mods de nuevo cuño de Hardy Amies –enésima revisión de una de las tribus más rentables– y las pieles de Coach aportaron el punto conservador al eclecticismo rampante.
A pesar de que algunos románticos hayan decidido rescatar Stone Island del olvido y The Guardian se ponga estupendo presentando los estilismos de Seinfeld como modelo de conducta, la fecha de caducidad de la mítica firma de moda de los 90 y la serie que triunfó en esa década parece próxima. A juzgar por lo visto en Londres y Milán, los 70 vuelven a inspirar la próxima temporada invernal. Los pantalones se tornan ampulosos en firmas como Gucci, Bottega Veneta o Vivienne Westwood –con su redefinición del esmoquin para joggers–. La primera colección de Alessandro Michele al frente de la casa fundada por Guccio Gucci supone una sonora ruptura con la época de Frida Giannini: del rock and roll a los besos de fresa con una fusión de géneros al más puro estilo J.W. Anderson. Los trajes aterciopelados de Etro y la visión retro de Fendi confirmaron la vuelta a los 70.
Desfiles de Etro y Gucci.
Getty
Brioni y su fantástica fusión del negro y el azul y la locura por la seda de Dolce & Gabbana pusieron la nota singular en esa tendencia incansable. Por ahí se dejaron ver Prada, colección injustamente subestimada por haber centrado su trabajo en los detalles y las medidas, y Philipp Plein, cuyas pretensiones futuristas algunos las consideran fuera de contexto. Salvatore Ferragamo, Versace y Marc Jacobs sorprendieron con sus bufandas oversize. Todo transcurrió según el guion previsto, tal y como había ocurrido días antes en la franquicia masculina del gigante ferial Pitti Immagine. Más de 1.000 firmas de ropa para hombre y 30.000 compradores potenciales sumieron Florencia en la más absoluta de las correcciones: un gran despliegue de estilismos fuera del recinto y normalidad intramuros.
En la semana de la moda de París quienes concitaron toda la atención mediática fueron Maison Martin Margiela y Rick Owens. Uno por incomparecencia y el otro por un afán desmedido por figurar. John Galliano, en plena resaca tras su primera colección de alta costura para la firma que le ha redimido, brilló por su ausencia en el desfile de la línea masculina, de la que también es responsable. La colección fue una oda a la década de los 70 –una vez más– y principios de los 80. Rick Owens se descolgó con un desfile que hubiera pasado sin pena ni gloria si no fuera por las prendas mordisqueadas a la altura del pubis. Algunos modelos incluso dejaron ver sus genitales, lo que provocó el rápido ascenso del hashtag #dickowens en Twitter.
Más allá del papel desempeñado por Owens y Galliano en París, Louis Vuitton rindió tributo al trabajo del diseñador Christopher Nemeth y Riccardo Tisci propuso una elegante oscuridad con su colección para Givenchy. Si tomamos como referencia las partes íntimas de unos y la psicodelia setentera de otros quizás debamos prepararnos para ver en las colecciones femeninas de febrero una batalla de propuestas entre el trending topic y los diseños comerciales. Pero con la moda nunca se sabe, el desconcierto es la norma.
Looks de pasarela de Rick Owens.
Getty / Instagram (@kollektivnoir)
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