Oto Vans, el ‘influencer’ que vivió en un centro de rehabilitación es la sensación de ‘Supervivientes’
El joven de 23 años, conocido por sus descarados vídeos y sus tutoriales de maquillaje, entra al concurso dispuesto a “darle a la heteronormatividad un tortazo en la boca”. Esta es su historia.
La nueva edición de Supervivientes comenzaba con el mejor dato de audiencia de su historia: 4.164.000 espectadores. La presencia de Isabel Pantoja y el salto desde el helicóptero de la tonadillera (momento álgido de la noche que batió el récord congregando a 4,8 millones de almas) fue el reclamo principal para muchos espectadores que, a buen seguro, no tendrían ni idea de quiénes eran los concursantes más jóvenes. En las redes sociales, sin embargo, un desconocido para el público tradicional robó la atención a la intérprete de Marinero de Luces.
Oto Vans, un joven de 23 años conocido por los millennial gracias a sus polémicas publicaciones en Instagram y Youtube, podría convertirse en la sorpresa de la edición. El concursante cuenta con un fandom tan entregado que lo catapultó como ganador del concurso de saltos y, como consecuencia, en líder de uno de los equipos. Su perfil responde a lo que en tiempos de redes sociales podríamos llamar influencer (327.000 seguidores en Instagram) y supone un soplo de aire fresco y ejemplo de diversidad en el casting del programa. Oto es abiertamente homosexual y conocido por sus tutoriales de maquillaje y su forma de expresarse sin pelos en la lengua: tan clara, tan directa y, muchas veces, tan políticamente incorrecta que Instagram ha eliminado su cuenta de Instagram hasta en cinco ocasiones.
Miembro del grupo de concursantes menos popular para el espectador medio, Vans destacó en la primera noche de edición por mantener un perfil más comedido que el resto de sus compañeros millennial –llamadas de atención por parte de la presentadora Lara Álvarez a Dakota (Hermano Mayor) o a la tronista de Mujeres y hombres y viceversa, Violeta, incluidas–. Detrás de su melena tratada con queratina para mantener su aspecto impoluto durante su paso por el reality, se esconde una existencia bastante complicada.
Según el propio Oto Vans contó en el programa de Las Uñas (Flooxer), ha vivido durante 14 años en una asociación que ayudó a sus padres a superar sus problemas con las drogas. Natural de Croacia, el youtuber huyó del país junto a su familia con cinco recién años cumplidos. Los servicios sociales amenazaban a sus padres con quitarle la custodia por culpa de sus adicciones y decidieron viajar en coche hasta España en busca de un centro de rehabilitación en el que empezar de cero. En Vitoria encontraron un lugar «religioso» en el que lograron superar la drogodependencia y donde la familia se quedó a vivir los siguientes 14 años. “Aunque mis padres se curaron rápido, trabajaban allí y al ser una familia enorme no podíamos salir de ahí porque no teníamos nada”. Por eso, según dice, cumplió los 16 años sin Internet ni móvil y no pudo mostrar su verdader condición sexual hasta su salida del centro a los 18 años. «Empecé a hacer el maricón cuando salí de ahí, porque dentro era pecado. Tenía que actuar como si fuera un machito», asegura.
Su fama en la red se desecadenó después de que la cuenta Cabronazi se hiciera eco de un vídeo viral que había publicado junto a uno de sus hermanos (en total son seis, él y su hermano nacidos en Croacia y otros cuatro más pequeños naturales del País Vasco). A partir de ese momento sus vídeos y contenidos empezaron a acumular cientos de miles de visitas (también forma parte del equipo de ‘influencers’ de Mediaset con su canal en Mtmad) despertando amores y odios a partes iguales. Muchos no entienden su sinceridad extrema ni sus comportamientos y le han llegado a tachar de «machista» o «racista» por la manera en la que se expresa. Él, según cuenta, «está haciendo ahora lo que otros jóvenes suelen hacer a los 13 o 14 años», pero no quiere utilizar su difícil adolescencia como excusa ni pide que lo entiendan.
En su Instagram ha colgado un vídeo despidiéndose de sus seguidores antes de irse a Honduras en el que se enorgullece de «representar a esa gente que somos tan especiales» en un concurso de televisión y «darle a la heteronormatividad un tortazo en la boca». Dejando a un lado el personaje que interpreta en sus contenidos, Vans asegura que quiere «mostrar lo buena persona que es por dentro».
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