Quiero invertir en un buen bolso, ¿en qué me tengo que fijar?

A la hora de ir a comprar un ordenador tenemos claras nuestras necesidades y en qué cosas debemos fijarnos… Y si no las tenemos, le planteamos a un amigo o familiar que sepa del tema, o al propio vendedor, y nos orientan rapidísimo. De antemano tenemos claro, por supuesto, que nos vamos a gastar una pasta. Ya está, nos hemos decidido, y en ese momento realizamos una compra siendo objetivos (o eso creemos). ¿Por qué ese proceso no es igual de ‘sencillo’ con un buen bolso? Que si qué caro, que si a ver si no va a ser para toda la vida, que si no me vale para todas las ocasiones… Una cosa es cierta: bolso llevamos siempre, todo el rato y en todo tipo de circunstancias… De noche, de día, al trabajo, a una cena o al cumpleaños de tu abuela. Si eres de las que a) está hasta de comprar bolsos malos y baratos que tienen obsolescencia programada y b) se pierde en su búsqueda del bolso bueno ideal, atenta a lo que contamos a continuación.

Para despejar muchas dudas hemos hablado con cuatro mujeres profesionales del mundo de los complementos. A la pregunta, ¿en qué me tengo que fijar para comprar un buen bolso? salen a la luz varios temas:

Diseño

Además de que la forma te resulte atractiva y práctica, es importante que la correa te convenza, que tenga un buen cierre, que la hechura te cuadre para lo que lo necesites… Para Loreto García Sánchez, diseñadora, “el diseño junto con la calidad del material y los acabados es lo más importante. Si un bolso tiene una buena piel y un buen acabado, lo notaras al tacto, a la vista y en el transcurso del tiempo. Envejecerá de una manera natural que lo hará incluso más bonito”. Y añade: “No hay que confiarse por comprar un bolso caro o de una marca determinada. Hay que fijarse bien en la piel, como está cosida y lujada (acabado de los cantos ), el forro interior, los herrajes…”.

Calidad

Pero, ¿cómo comprobamos que todos esos detalles están bien hechos? Ana Apezteguía Latasa, diseñadora de bolsos, da las claves: “Me fijo sobre todo en los acabados. Me refiero a cómo están las costuras: que estén rectas y bien rematadas; los herrajes: que no estén arañados ni parezcan de hojalata; y los interiores: cómo están hechos los bolsillos y cómo es el material empleado”.

Material

La piel sigue siendo la reina de la durabilidad y el confort. Hay muchas maneras de trabajarla y tratarla. Si te compras un bolso de piel tendrás que cuidarlo, pero aguantará temporada tras temporada. De todos modos, hay excepciones, y la innovación en materiales que imitan a la piel está llegando a productos de buena calidad que resultan igual o incluso más caros que algunas pieles. Stella McCartney, que no usa piel, es un ejemplo de ello.

Peso

Que no pese vacio es clave. Si es un accesorio que queremos usar y pesa vacío no nos va a resultar cómodo y no lo vamos a usar con regularidad. Cuando lo hayamos llenado con todo aquello que nos gusta llevar al hombro en el día a día agradeceremos haber escogido valorando esta característica.

Utilidad en tu armario

Es muy fácil caer en las modas, hay miles de ellas cada año. Entre los principales errores que se cometen están el comprar compulsivamente bolsos de plástico a precios reducidos y a los que luego muchas veces no se les da más que unos pocos usos, o dejarse llevar por las modas. “Ojo con los booms tipo la fiebre del Satchel, que después pasa y nosotros los seguimos teniendo en tres colores en casa”, comenta Aura Chavarría que trabaja en la industria de la moda. Para Marina Gómez, también diseñadora, un buen bolso que te guste tienes que poder usarlo prácticamente para todo: “Si has elegido bien, debe servirte en la mayoría de circunstancias. Yo llevo mi Mansur Gavriel con el uniforme dentro, cuando voy a una fiesta o compro en el supermercado”.

Precio

“Muchas veces el precio no depende solo de la calidad del propio producto, sino también del diseño, de la marca y de dónde se haya fabricado. Que sea exclusivo también es un valor. Debes de tener en cuenta todas estas variables”, comenta la diseñadora Loreto García Sánchez. En general, y dependiendo del tamaño, a partir de los 100€ o 200€ se pueden encontrar artículos de buena calidad y que cumplan con las expectativas. Para Marina Gómez “por algo más de 100 euros puedes hacerte con algo especial y hecho con cariño, como el modelo Anita, de Oficio. El mío lleva mi nombre grabado y cuanto más lo uso más bonito se vuelve. En cuanto al precio máximo, pagar más de mil euros me parece una inmoralidad”.

Relación calidad-precio

El tema del dinero no es solo una cuestión de la cifra, sino de la relación entre ésta y la calidad: ¿Cómo valorarla, y sobre todo, evitar que me den gato por liebre? Ana Azpeteguía nos da un consejo claro: “Si dejo de lado las grandes marcas de lujo y me dirijo a una tienda multimarca, que es donde creo que es donde nos pueden surgir las dudas, intentaría olvidarme del entorno y lo que rodea al bolso y cogerlo con las manos. La mejor manera de que nos den gato por liebre es hacernos creer que el bolso es exclusivo mediante su puesta en escena y en realidad lo que nos tenemos que preguntar es: ¿dónde está hecho?, ¿tiene algún detalle que esté hecho a mano?, ¿se trata de una marca que haga grandes producciones?”. Las respuestas a estas preguntas marcarán nuestra valoración de la relación calidad-precio.

Sentido común

Todos los anteriores son, sin duda, asuntos que viene bien tener presentes. Pero hay más, como en la vida misma, y nunca está de más hacer énfasis en ellos. Marina Gómez nos recuerda que “lo mejor es apelar al sentido común: que se vaya a adaptar bien al uso que quieras darle. Para mí es importante el color, el material, la hechura y que, como con las prendas de vestir, te haga sentir cómoda cuando lo estés usando a nivel práctico, pero también con cómo te sientes con él puesto”.

Visto todo esto y el amplio abanico, Ana Azpeteguía lanza una última reflexión: “Tan solo me gustaría subrayar que un buen bolso es para toda la vida. Parece que está mucho más aceptado en la sociedad gastarse 700 euros en un teléfono móvil de ultima generación, en cambio si dices que te has gastado esa misma cantidad o más en un bolso te miran como diciendo ‘pobre adicta’. Si comparo la durabilidad de ambas cosas, ¡por supuesto me quedo con mi bolso!”