¿Qué les da Mila Kunis que tanto les gusta?
La actriz proyecta una imagen entre gamberra y desacomplejada y acaba de ser escogida la mujer más sexy del mundo.
Dicen que toda elección estadounidense al final se reduce a una sola pregunta: ¿con cuál de estos dos candidatos se tomaría usted una cerveza? Aviso: que nadie lo intente con Mitt Romney. Es mormón y no bebe. Si la pregunta se circunscribe a actrices de Hollywood, pocas tendrían opciones de ganar. ¿Natalie Portman? "Disfruta de tu cerveza. Yo tomaré té verde orgánico. Pero, de verdad, disfruta". Blake Lively haría ver como que pilla los chistes. Keira Knightley podría llegar a pedir media pinta pero después querría hablar de su arte, su "craft", como dicen los actores anglo, de cómo exactamente se metió en la piel de Ana Karenina y de lo orgullosa que está de sus espasmos en Un método peligroso.
No, esa elección la tiene ganada de calle Mila Kunis, recientemente escogida "mujer más sexy del mundo" por la revista Esquire. La actriz, nacida en Ucrania (se trasladó con sus padres a Los Ángeles cuando tenía 9 años, sin hablar una palabra de inglés) ocupa un lugar bastante particular en el ecosistema hollywoodiense. Por su físico, obviamente, puede optar a los papeles que podemos denominar técnicamente como de pibón. Sus años de experiencia en la telecomedia That 70s show (en la que conoció a su actual pareja, Ashton Kutcher) y en la cáustica Padre de familia, donde pone la voz a Meg Griffin, la convierten en una opción perfecta para una comedia gamberra como Ted, el filme de Seth MacFarlane que destripó la taquilla estadounidense el pasado verano. Y su papel como némesis de Portman en Cisne negro, el rol que elevó su perfil en todos los sentidos, probó que también es apta para el drama. Pero más allá de sus opciones actorales, Kunis parece haberse hecho con un nicho mediático: Mila cae bien. No exige cláusulas restrictivas en sus contratos (del tipo "nada de pechos en cámara"), da entrevistas jugosas y menos robotizadas que el actor medio y proyecta una imagen carnal pero accesible.
Kunis con su actual pareja, Ashton Kutcher.
GTres
La actriz sustituye a Rihanna en el título de "mujer viva más sexy del mundo" y ocupará (con no mucha ropa) la portada de noviembre de la revista estadounidense, una apuesta segura según las estadísticas. En el último año, Kunis ha protagonizado portadas en todo tipo de revistas: Glamour, GQ, Interview…y, según datos del Audit Bureau of Circulation, que mide el impacto de los medios en Estados Unidos, poner a la actriz en la primera página hace que se disparen las ventas. Tan sólo Sarah Jessica Parker y Jennifer Aniston tienen un tiron comparable en el sector de las femeninas. Pero es que Kunis también hace que las revistas masculinas se vendan como churros. No hay muchas otras actrices, seguramente ninguna, que puedan moverse con facilidad en esos dos campos: protagonizando campañas de alto nivel como la que hace para Dior (ahí también comparte escdería con Portman, con la que siempre acaba topándose: ambas protagonizaron dos comedias de idéntica premisa, Sin compromiso y Con derecho a roce) y posando en topless para Esquire. El director de la edición española de la revista, Andrés Rodríguez, también subraya ese doble atractivo: "Aunque parezca mentira, a los hombres no nos gustan todas las mujeres y es mucho más difícil poner de acuerdo a las mujeres para que les guste otra. Mila lo hace". A Rodríguez le gustaría ver a Kunis "en un papel en el que el sexo no fuese un argumento interpretativo".
Pronto la veremos en todo un alud de estrenos: Tar, una peli de episodios con un excéntrico y amplio reparto (Chloe Sevigny, James Franco, Jessica Chastain, Whoopi Goldberg, Olivia Wilde…), la precuela de El mago de Oz titulada Oz, un mundo de fantasía, en la que comparte pantalla con Michelle Williams, Blood Ties, con Marion Cotillard y el drama mafioso The angriest man in Brooklyn.
En casi todas sus últimas entrevistas, Kunis, que es hija de un ingeniero y una profesora de Física, se enfrenta a preguntas sobre su vida sentimental y sobre su cuerpo. Antes de Kutcher, la actriz tuvo una relación de más de ocho años con Macaulay Culkin y se asegura que en los últimos meses le ha estado ayudando, ahora que Culkin no pasa por su mejor momento. Respecto a sus curvas, que la separan del parámetro habitual en Hollywood, Kunis siempre asegura que se alegró de volver a verlas, cuando recuperó peso tras rodar Cisne Negro. "Mi cuerpo nunca volvió a ser el mismo. Ahora tengo una forma diferente. Cuando llegué a los 43 kilos era solo piel y hueso. Al recuperar unos kilos, se pusieron en sitios distintos", asegura. Kunis suele ser crítica con el doble estándar al que se enfrentan las mujeres con una imagen pública, y no solo por lo que se refiere a la estética. En un diálogo con su amigo James Franco, en la revista Interview, afirmaba: "Siempre parece que una actriz siempre tiene que proteger más su reputación. Si un actor se vuelve loco y destroza una habitación de hotel, es una estrella del rock. Si lo hace una actriz, la mandan a una clinica rehabilitación y nunca vuelve a trabajar". En la misma entrevista también confiesa: "Admitámoslo. No tengo vergüenza". Y parece que le funciona.
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