«Ponchocracia»: cómo una capa ayudó a Cristina Kirchner a ganar las elecciones
La nueva Vicepresidenta de Argentina se decantó en su campaña electoral por una prenda que es un emblema nacional (y un poderoso instrumento propagandístico).
Que Cristina Fernandez de Kirchner haya escogido el poncho como prenda central de la campaña electoral que la ha devuelto a la primera plana de la política como vicepresidente de su país no es accidental. “En Argentina nadie se solía poner esa prenda para desenvolverse en un ámbito urbano; no veía a la gente en las ciudades vistiendo poncho: es algo eminentemente rural”, nos cuenta al otro lado del teléfono la periodista de la revista Página/12 y escritora argentina Soledad Vallejo, autora de ‘Vida de ricos”.
Otra gran publicación argentina, el diario La Nación, se atrevía a denominar irónicamente “ponchocracia” a la estrategia estilística de la candidata.
Kirchner ha usado la prenda indiscriminadamente durante toda su carrera vicepresidencial. Aunque hay que señalar también la que ha escogido con frecuencia en la misma carrera su opositora, Maria Eugenia Vidal. “Y eso es muy notable”, añade Vallejo.
¿La elección esconde un significado político?
El neoliberalismo nunca más en nuestro país.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) October 18, 2019
Esta es la tercer experiencia neoliberal que sufre el pueblo argentino. La primera allá muy lejos con el Golpe del 24 de marzo de 1976, se instala en el país por primera vez un proyecto neoliberal. #17deOctubre #DiadelaLealtad pic.twitter.com/JWqv25btA1
Como cuenta La Nación, Kirchner se puso poncho en La Pampa el día de la Lealtad Peronista, lo volvió a vestir para presentarse ante la multitudes en el Monumento de las Banderas, en Rosario, y cerró la campaña en Mar de Plata con uno celeste y blanco que los argentinos tardarían evocaba los colores de la bandera patria, realizado con lana de oveja e hilado en rueca. Ese último poncho en concreto (primera foto de esta pieza), era el de mayor carga simbólica de todos los que escogió pues apareció por primera vez en la escena pública en 1810 y fue usado hasta principios del siglo XX por la policía y por el ejército. Sin embargo, todos ellos tenían cierta enjundia semiótica: como explica Vallejo “se vincula a cierta forma de liderazgo porque ha habido muchas figuras políticas muy importantes a lo largo de los siglo XIX y XX que se lo pusieron”. Se refiere a Artigas, al general José de San Martín a los generales Gregorio Aráoz de Lamanadrid, José María Paz y Gregoria las Heras, a Facundo Quiroga, a Manuel Dorrego y Rosas, a Justo José de Urquiza… todos ellos militares, estadistas y prohombres de la patria.
El poncho una prenda de origen andino, que formaba parte de la vestimenta habitual de los pueblos originarios de la región y que une a todos los pueblos de Latinoamérica pero que muy pronto fue adoptado por los criollos, momento en el que se convierte en un símbolo inequívoco del rural. Esa asociación con lo “campestre” ha derivado en que la prenda claramente esté identificada con las costumbres y tradiciones argentinas más ancestrales. Por eso muchos de los prohombres mencionados anteriormente lo escogían para recubrirse de “patriotismo”. Y ese significado es probablemente uno de los que interesa a la candidata política a la hora de ponérselo.
Por otro lado, el poncho también representa en Argentina una cierta idea de diversidad nacional: transversal en un sentido territorial, cada provincia tiene su propio poncho con significado, entramado, tejido y diseño diferentes. “Es como una suerte de bandera o camiseta de fútbol. Porque el poncho indica pertenencia”, explica Evangelina Himitián en La Nación, quien continúa: “Hacer un poncho artesanal demanda esfuerzo: entre uno y cuatro meses. Insume un kilo o un kilo y medio de lana, que puede ser de oveja, llama, vicuña o guanaco. Originalmente era una prenda multiuso, que servía de abrigo, era impermeable por su tejido tupido, y también ofrecía protección simbólica a su portador. Los primeros en usarlo fueron los nazcas y los incas y después lo adoptaron otros pueblos andinos. Durante el día era la prenda de abrigo y, de noche, la manta para dormir. Servía incluso como prenda mortuoria el día del funeral”. Pero “rural” no significa necesariamente “pobre”.
La ensayista argentina especializada en moda Victoria Lescano, sin embargo, añade una puntualización importante que le añade una connotación adicional al poncho: “En Argentina existe un furor que se remonta ya a 2015 con todo lo artesanal vinculado a una estética chic. Las grandes damas ahora tienen mucho interés en lo artesanal. Entre la gente de la moda y las clases con sensibilidad artística en Buenos Aires hay un boom de las artesanías. Estamos más latinoamericanistas que nunca y esto se ha enfatizado aún más después del avance de la derecha de los últimos años”. Eso podría explicar que la candidata Vidal también se lo haya puesto de vez en cuando.
De cualquier manera, aunque la elección estilística de ambas llame la atención y se presente a interpretaciones, no es del todo nueva.“No es la primera vez que en nuestro país el poncho se convierte en una prenda asociada al poder femenino. En los años setenta, Paco Jaumandreu, incluyó el poncho en una de sus colecciones”. Jaumandreu era el modista y confidente de Evita.
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