Petra Collins, la chica que salió de la nada para convertirse en el icono de los ‘millennials’
Fotógrafa, videoartista y modelo, lo mismo dirige un videoclip para Selena Gomez que posa para una campaña de Gucci. Aupada a la fama gracias a Instagram, pontifica sobre cómo esta corriente ha dado voz a la mujer socialmente.
Abandera un movimiento rompedor; sus imágenes –difundidas desde la cuadrícula de Instagram y materializadas en decenas de revistas y libros como Babe (ed. Prestel)– han torpedeado la manera en la que vemos a la mujer y están reconfigurando los patrones sobre los que se asienta el canon femenino. La canadiense Petra Collins, fotógrafa, videoartista, modelo y comisaria, hurga con su cámara y sus luces cálidas en el corazón y la realidad del sujeto. En un juego caleidoscópico de ver y ser visto, la honestidad de su mirada, amable e irreverente, supone un jarro de agua fría a siglos de dictados masculinos en el arte.
¿Qué significa el boom de mujeres fotógrafas de los últimos años?
Estamos remozando el paisaje cultural. Durante mucho tiempo, las imágenes y pinturas se han abordado desde el punto de vista masculino. Las perspectivas se multiplican y eso es enriquecedor, porque el arte nace de la diversidad.
No es la primera vez que ellas rompen con los postulados: ahí están las feministas de los años 70 y las posmodernistas de los 80 y los 90. ¿En qué se diferencia la era Instagram de corrientes pasadas?
Nunca nos han inundado tantas imágenes. Todos podemos crear y difundir gracias a plataformas democráticas y abiertas. Por primera vez, las mujeres y otras minorías se expresan sin intermediarios y ante un gran público. Es una revolución. Las redes son la base del cambio.
¿Y qué ocurriría si desaparecieran redes como Instagram?
El fenómeno es fluido, si las plataformas se extinguen, nos habremos mudado. La gente, no la tecnología, lo convierte en pertinente.
Ha habido grandes mujeres retratistas; pocas con proyección. ¿Su generación burlará la dictadura de la crítica y trascenderá?
Pondremos el punto final a lo sesgado porque tenemos acceso a las historias. Vivimos una disrupción que debía ocurrir y que irá más lejos: veremos a más mujeres en mandos de decisión, en publicidad y en revistas. No me gustaría que la tendencia fuese un fetiche. Esto no es un producto, es una manera de reformar el paisaje visual.
Con sus riesgos…, ¿le molesta que la mayoría subraye que tiene 24 años y que es joven? ¿Una forma de pintarla como una niña sexualizada?, ¿de desacreditar sus fotos explícitas?
Molesta. La edad no debería destacarse. El sector no me sexualiza. Mi obra refleja procesos que suceden a las mujeres de cualquier edad.
¿Una de sus ideas ha sido capturar la modernidad de los milénicos y los selfies?
El punto de partida fue reflejar a la mujer. Poco a poco fui enganchándome. Es fascinante trabajar con capas: en el selfie nos miramos y luego vemos cómo nos miramos en la foto. Con la cámara añado otra capa. Cuando hacemos un selfie, controlamos el cuerpo, el pensamiento, la postura, la expresión y la estética pensando en el espectador… La estructura facial se transforma. Es poderoso capturarlo. El selfie puede ser un arma para el cambio porque permite tomar el control de la imagen.
Aún así, ¿no le cuesta desligarse del postulado de objeto sexual y comercial? ¿Acaso no es difícil fotografiar sin ese concepto?
Mucho. Llevo años trabajando en ello. Es mi prioridad. Hemos crecido en una cultura castrada por estereotipos ajenos. No es fácil romper y desaprender. Es una prioridad en mi obra y la relación con mi cuerpo.
Su colaboración con American Apparel –una camiseta con una mujer masturbándose con el periodo– fue muy controvertida.
Se nos ha conminado a avergonzarnos de los episodios clave de nuestra vida. Es importante que seamos nosotras quienes los narremos desde ahora. El primer paso es difundir este tipo de fotos.
¿Aunque las censuren? También cerraron su Instagram porque colgó una imagen de su ingle a medio depilar.
Todo eso irá cambiando. Recibo comentarios alentadores todo el rato.
¿Qué ha de tener una imagen para que le atraiga?
El fotógrafo y la modelo deben sentir una conexión y tener algo que contar. Más que la estética, me conmueve el tono.
¿El apoyo que ha recibido de la moda contribuye al cambio?
Sí, también las colaboraciones en publicidad. Esos escaparates poderosos permiten cambiar mentalidades, hacerlas más inclusivas.
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