De Dior a Zara: todos quieren posar en el Palais Bulles, el palacio de burbujas de Pierre Cardin que obsesiona a la moda
Esta espectacular construcción, adquirida en los noventa por Cardin, se ha convertido en el escenario favorito de las marcas para disparar sus campañas o celebrar sus desfiles. No hay lugar más fotogénico para cosechar ‘me gusta’ en Instagram.
A la Muralla Roja de Calpe, ese edificio levantado por Ricardo Bofill en los sesenta y convertido en uno de los lugares favoritos de las marcas de moda para disparar sus campañas, le ha salido competencia. Bordeando la costa mediterránea, a más de mil kilómetros del edifico patrio más instagrameable, se erige otra construcción tanto o más fotogénica en la que Zara acaba de disparar algunas de las imágenes de su colección para esta primavera. Hablamos de Le Palais Bulles, un palacio construido a base de burbujas, como su nombre indica en francés, por el arquitecto Antti Lovag a mediados de los ochenta. Un delirio de aires futuristas en plena Riviera Francesa creado para el empresario industrial Pierre Bernard y adquirido tras su muerte por un propietario más célebre: el desaparecido diseñador Pierre Cardin.
En manos del creador, que se encargó del cuidado interiorismo encomendando la decoración de cada una de sus diez habitaciones a un artista distinto, Le Palais Bulles se convirtió en un lugar dedicado a «exhibir obras de diseñadores y artistas contemporáneos”, así como un destino de ensueño para las firmas de moda. El palacio de las burbujas acogió en 2008 un desfile del propio Cardin, siempre obsesionado con el futuro y su estética, y ocho años después ejerció como idílico escenario de la colección Crucero de Dior, firma para la que, por cierto, el modisto había trabajado junto a Christian Dior antes de fundar su propia marca. Desde entonces, la construcción de formas sinuosas se convirtió en obsesión para el mundo de la moda. El diseñador Simon Porte Jacquemus, al frente de la firma que lleva por nombre su apellido, disparó los likes de su cuenta de Instagram tras compartir varias instantáneas veraneando en esta villa de más de mil metros cuadrados, tres piscinas y un anfiteatro al aire libre con capacidad para 500 personas. El mismo lugar que ahora hace las veces de espectacular plató para lo último de Zara.
La arquitectura del burbujeante palacio, inspirada en la vida prehistórica en cuevas y diseñada sin esquinas (Lovag, su arquitecto, afirmó que consideraba la línea recta como «una agresión contra la naturaleza»), está escoltada por infinitos jardines tropicales y cascadas, lo que la hace aún más espectacular. Tanto que se ha convertido en uno de los edificios favoritos de Instagram, siempre dispuesto a admitir una imagen más de su marciano paisaje, a pesar de que se trata de una propiedad privada que no admite visitas. Puesta en venta por Cardin antes de su muerte, en su página web es posible contactar para alquilar el espacio para fiestas o sesiones y, aunque las tarifas no son públicas, The Guardian recogía que podían rondar los 30.000 euros por día.
El éxito de esta construcción como perfecto marco para desfiles, revistas, campañas de moda y eventos confirma la tendencia de las firmas del sector por elegir excentricidades arquitectónicas para desarrollar sus proyectos. Ocurrió con La Muralla Roja, a la que peregrinaron firmas como Delpozo, Zara Home, El Corte Inglés y hasta la neoyorquina Mansur Gavriel para inmortalizar sus creaciones. También con Casa Corberó, un espacio concebido por el escultor Xabier Corberó en Barcelona que gracias a su laberinto de arcos atrajo la atención de etiquetas de lujo como Miu Miu, así como del grupo Inditex (Uterqüe o Zara Home). Y ahora le toca el turno a Le Palais Bulles. ¿Cuál será la próxima gran firma en viajar a la Costa Azul? Hagan sus apuestas.
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