Lola Índigo: «No hablo desde el victimismo. De misoginia hablo con datos y los datos son los que son»
La cantante madrileña publica su tercer disco, ‘El dragón’, alcanza el número uno en colaboración con Quevedo y enarbola un discurso de aceptación, empoderamiento y descaro que ha conquistado a su ejército de fans zeta.
No son ni las doce de la mañana y Miriam Doblas Muñoz (Madrid, 31 años), ya bebe una bebida energética con pajita. Necesita reponerse después de tres días de celebraciones por haber alcanzado el número uno con su nuevo ‘single’ El tonto, un tema que ha hecho en colaboración con el cantante de reguetón y trap Quevedo. Tras formarse como bailarina en China y Estados Unidos y ser la primera expulsada de la edición de Operación Triunfo de la que salieron Amaia y Aitana, por fin es el momento del alter ego que creó al salir de aquel talent show, esta muchacha arrolladora llamada Lola Índigo. Su otra identidad, a la que sus amigos llaman Mimi, todavía recuerda cómo también la humillaron en el programa Fama (un profesor le dijo: “Eres un estorbo para mi vista”) y por qué siguió adelante: ella confiaba en que acabaría encontrando un hueco porque “era diferente y sabía bailar”. No se equivocaba. El concierto de presentación de su nuevo trabajo, en el WiZink Center de Madrid agotó entradas, y hablamos de un aforo de 15.000 personas. Ella sabe bien cómo conectar con los miles de chicas de la generación que son sus fans. “La clásica imagen de artista prudente no va conmigo”.
¿Es posible ser una superestrella 24 horas al día?
Yo no sé quién puede. Yo no puedo. En el escenario o grabando un videoclip es donde me transformo en Lola Índigo. Creo que sé diferenciar muy bien las dos facetas. Mis amigos de toda la vida, cuando me acompañan a los conciertos, dicen que es como mirar una peli o a otra dimensión porque aparece una persona muy diferente.
Se ha definido como una feminista que hace canciones, no como una persona que hace canciones feministas.
Es que me sale natural. Yo no lo pretendo. No es premeditado. No digo: “Pues venga, ahora voy a hacer una canción feminista”. En El tonto, por ejemplo, canto que me siento poderosa y que me da igual que hayas pasado de mi culo porque voy a salir con mis amigas a escuchar reguetón de los de antes. Es un mensaje empoderador que me sale solo.
¿Se le está dando a las mujeres el sitio que merecen en la industria musical?
Lamentablemente, no. Hoy he visto un cartel de un festival y he dicho: “Esto es una vergüenza”. La presencia de mujeres era mucho menor. Qué impotencia cuando luego tenemos que escuchar que exageramos o que estamos locas.
Contó públicamente que sufrió anorexia. ¿Siente que los fantasmas siguen ahí?
Hay veces que me veo mal, que alguna foto no te gusta. Hace poco paré un concierto en Argentina, porque quería contar una cosa que me había pasado. Un día antes había leído un comentario en redes, que seguramente la chavala lo hizo con su mejor intención, lo que me parece más grave todavía… Como yo siempre llevo la tripita al aire porque me encanta dijo: “Qué bien que Lola Índigo, que no tiene un cuerpo normativo, se atreva a ponerse esa clase de ropa’. Es que a mí, que hago campañas de biquinis, me dicen que no tengo un cuerpo normativo. ¿Qué van a pensar el resto de chavalas que lo lean? ¿Entonces, qué es un cuerpo normativo? ¿Una chavala que está muriéndose de hambre o una chavala superdelgada por constitución y que tú nunca vas a conseguir esa constitución porque no la tienes y punto? No, amor, tú come lo que te apetezca, sobre todo tienes que estar feliz.
En el mundo de la moda vuelve a haber quejas porque las modelos están muy delgadas.
Mira a mí ahora la que me inspira es Rihanna, Nathy Peluso… A lo mejor si niñas como yo hubiéramos tenido esos ejemplos no nos hubiéramos obsesionado con la comida. Aunque lo mío empezó en China. Allí hay otra mentalidad. Me dijeron que si quería seguir trabajando tenía que estar delgada como un palillo. Me echaron de trabajos porque para ellos estaba gorda. En China te vuelven bastante loca con el físico a niveles que no te puedes ni imaginar. No he sido yo la única que me he sentido así allí, pero ahora tengo más referentes. El problema es que, cuando yo era una niña, de Kate Winslet, que para mí era la mujer más guapa del mundo, se decía que estaba muy gorda y que se la veía muy grande al lado de Leonardo DiCaprio. Pues vaya.
Se ha declarado bisexual. ¿Lo hizo público por alguna razón?
Me sale de dentro, como el feminismo. No hay demasiada visibilidad hacia la bisexualidad. En mi casa nunca tuve problemas con estas cosas. Hasta a mi abuela, que en paz descanse, le dije tranquilamente que estaba harta de los hombres, y que algún día me echaría una novia. También es cierto que las pocas relaciones largas que he tenido han sido con hombres, y no puedo contar la experiencia de haberle presentado una novia a mi familia.
Ahora hablamos mucho de la sexualización de todo, de la música, de los videoclips, de las imágenes y filtros de redes… ¿Qué piensa cuando a usted la acusan de esa sexualización?
Bueno, es que a mí con el videoclip de La santa me llegaron a escribir madres diciendo que prohibían a sus hijas ver mis vídeos. Pues muy bien, para eso está el control parental, para que dejes ver a tus hijos lo que creas conveniente. Pero ¿qué pasa con la violencia en el cine y en los telediarios? ¿Eso no incomoda? ¿El problema es que asusta que yo baile en bodi y se me vea el culo? Para mí como bailarina la desnudez es algo natural. Los bailarines nos quitamos la ropa en un camerino con el resto de compañeros sin problema. ¿Es que no venimos al mundo desnudos? Me dan rabia estas cosas.
Usted sabe lo que es haberse criado rodeada de mujeres.
Sí, mi padre vive en Mallorca. Entonces en el día a día estaba con mi madre, mí tía y mi abuela. Y así he salido. Lo que ves.
¿Siente que a las mujeres se nos educa de tal manera que cuando triunfamos dudamos sobre si lo merecemos?
A veces cuando hablo del patriarcado parece que estoy loca. En este caso las dos somos mujeres y sabemos que no es así. Pero luego veo a hombres en Twitter opinando sobre lo que nos pasa y lo que sentimos nosotras… Respecto a dudar, claro que sí, muchísimas veces. Nos hemos criado bajo el patriarcado, aunque yo he tenido suerte de que en mi casa no se me transmitía eso. A lo típico que se suele decir de “cásate con un hombre rico”, yo siempre pensaba: “El hombre rico soy yo”.
¿Qué ha sentido cuando ha visto que alcanzaba el número uno en Spotify en apenas unas horas?
Ha sido muy intenso porque siento que al oído de la gente he tenido muchos hits, pero nunca había sido número uno. Y es increíble tener esa recompensa después de cinco años. Lo digo desde el trabajo y no desde la arrogancia: me he esforzado mucho para conseguirlo. Me tiro muchas horas de estudio perfeccionando cosas.
Se fue a grabar El tonto con Quevedo a Canarias. ¿Descubrió algo de él que no conociera?
Me he dado cuenta de que es una persona muy vulnerable. Es un niño al que le ha venido todo de golpe. Está en el ojo del huracán todo el rato. También es objeto de muchas críticas y de mucho amor. Este tiempo que hemos trabajado juntos yo le decía que se quedara con el amor y con las cifras. Odio las cifras, pero están ahí y la gente lo escucha y lo ama. El problema es que, aunque sean pocos los que dicen cosas malas de nosotros, nos duele mucho.
¿Por qué duelen tanto las críticas?
Porque te estás esforzando, porque eres una persona con ilusión y muy rara vez la gente empatiza con eso. Y luego es muy fácil criticar anónimamente. Hace un par de días tuve movida porque me preguntaron qué opinaba de la misoginia en la industria musical y contesté. Doy mi opinión como mujer dentro de la industria y hay una serie de personas que me dicen que estoy exagerando, que una lloradita y a dormir y un montón de cosas que me faltaron el respeto a mí y a todas las mujeres. Daban a entender que yo hablaba desde el victimismo. Yo de misoginia hablo con datos y los datos son los que son.
¿Hasta qué punto sus canciones reflejan historias personales?
El dragón, la balada del disco, es muy personal. La escribí en un avión a Buenos Aires. Yo estaba muy triste. Lo estaba pasando mal por un asunto familiar y sentía mucha presión, esa falta de aire al respirar. Mi abuela estaba muy enferma y yo me preguntaba por todo ese sacrificio, por estar lejos de mi gente, de mi familia, dándome palizas de viaje increíbles. En ese momento me pregunté si quería dejarlo, si quería vivir así porque no me quería sentir siempre así de mal. En una parte de la canción hablo de querer abrir la puerta del avión porque me faltaba el aire. Este trabajo a veces es muy pesado y la presión muy alta. Estos días que estoy muy feliz miro atrás y veo que mereció la pena.
En esa balada dice: “Mamá, tengo miedo de quedarme atrás”. ¿Qué es ese quedarse atrás para usted?
Es la presión por mantenerte siempre arriba. He sido número uno con El tonto. La siguiente canción ojalá también lo sea. Ser el favorito de la gente no es una cosa que te va a pasar todo el rato, todo el tiempo, entonces la presión es muy muy dura. También es el miedo a perder la energía y la motivación. Pero me he dado cuenta de que tengo muchas ganas todavía. Me siguen haciendo muchísima ilusión las cosas.
¿Qué queda de Mimi en Lola Índigo?
Yo siempre digo que Lola es la diva en el escenario. Luego en el día a día, en cualquier cosa fuera del espectáculo, soy Mimi porque tengo que salvaguardar mi tranquilidad y no estar siempre en alerta. No puedo estar siempre megaproducida y pensando todo el rato en lo que voy a decir.
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