La escena de ‘El resplandor’ que Kubrick repitió 127 veces y otros directores que torturaron a sus actrices
Llevar la angustia del personaje al límite con humillaciones en el rodaje o incluso casos de acoso sexual son algunas de las historias que se escondían y aún se esconden detrás de las cámaras.
Todos podemos entender que a la hora de dirigir una película, una de las claves está en conseguir sacar lo mejor de cada uno de los actores. Conseguir que sean capaces de meterse en el papel y que puedan empatizar con las emociones y sentimientos de sus personajes, para convencer al espectador. De hecho, hay actores de método que son capaces de las mayores locuras con tal de vivir de una forma más intensa el papel. Sin embargo, existe una diferencia entre que un actor o actriz elija hacer una inmersión psicológica por su cuenta y riesgo, a verse sometido a una tortura no consentida por parte de su director.
No siempre llegamos a conocer lo que pasa detrás de las cámaras pero, en ocasiones, hay historias que consiguen desvelarse años después. Una de las más escandalosas, fue la vivida por Maria Schneider, al mando del director Bernardo Bertolucci en El último tango en París, cuando este no avisó a la actriz de cómo iba a suceder una escena entre Marlon Brandon y ella, en la que utilizaron mantequilla como lubricante, y que tenía como objetivo que la humillación de la actriz, que entonces solo tenía 19 años, resultase real. Pero este no es el único caso que la industria de Hollywood ha desempolvado años después, dando a conocer cómo diversos y afamados directores llevaban a sus actores, y en especial a sus actrices, a situaciones límites, bajo la idea de que el fin justifica los medios.
1. Kim Basinger y Adrian Lyne
Recientemente, ICON relataba la presión psicológica a la que tuvo que someterse la actriz Kim Basinger en la película Nueve semanas y media. Podría pensarse que el motivo por el que el director eligió a la actriz fue que encajaba con el personaje, aunque lo que realmente encajaba era la vulnerabilidad que desprendía una joven Basinger delante de la cámara. Una vulnerabilidad que Adrian Lyne decidió llevar al límite con tal de conseguir una buena interpretación. Tal y como relataba The New York Times el objetivo del director era que Basinger realmente tuviera miedo de Rourke, para que esa tensión se trasladase al rodaje.
Kim Basinger, años después, declararía que la experiencia resultó tan traumática, que incluso le creó algunos problemas durante un tiempo en su matrimonio con Ron Britton. Sin embargo, también afirmó que ese mal trago la ayudó a crecer como actriz. Por su parte, cuando le preguntaron a Lyne dónde estaba la línea roja, este declaró: “Si no pudiese soportarlo se notaría ante la cámara. Se volvería loca. Se derrumbaría”. ¿Pero si la escena precisamente necesita que el personaje se derrumbe? “Entonces es legítimo. Lo estás haciendo por la película”.
2. Shelley Duvall y Stanley Kubrick
Stanley Kubrick fue conocido por ser un gran director, pero también por ser muy obsesivo. Esa obsesividad le condujo también a llevar al extremo a Shelley Duvall en El Resplandor. Precisamente ahora que está en cines la secuela de esta ficción, cabe recordar anécdotas de la película, como que el director obligó a la actriz repetir hasta a 127 veces la famosa escena en la que ella se defiende de Jack Nicholson con un bate de béisbol. Las lágrimas que vemos en el film son reales y la actriz perdió parte de su cabello como consecuencia del estrés.
Sin embargo, lo peor fue la humillación pública a la que sometía a la actriz por cualquiera de sus errores. Hasta el punto que ella definió este rodaje como “enloquecedor” e “insoportable”. Pese a ello, reveló en el documental Life in Pictures, que Kubrick era “un director querible”, que a su vez podía ser cruel, “porque pensaba que el fin justificaba los medios”. Aun así la actriz declaró que “no cambiaría la experiencia por nada del mundo”.
3. Tippi Hedren y Alfred Hitchcock
Otro de los grandes directores de la historia del cine es sin duda Alfred Hitchcock, aunque no dejó el mismo buen recuerdo en los espectadores que en la actriz Tippi Hedren, tras el rodaje de la película Los pájaros. La actriz afirmó en su libro de memorias Tippi: A Memoir que durante los meses que trabajaron juntos en la película sufrió acoso sexual constante, intimidación y crueldad a manos del director. Antes de comenzar el rodaje, el director ya había advertido al reparto, en particular al atractivo Rod Taylor, de que no socializaran o “tocasen a la chica” lo que ya creó un ambiente tenso.
Tippi Hedren guardó en secreto durante mucho tiempo todas esas vejaciones porque, según ella misma explicó, “el acoso sexual era un término que no existía” a principios de la década de 1960. Finalmente, Hedren fue tan elogiada por su actuación que volvió a colaborar con Hitchcock, en Marnie, la ladrona solo un año después, película en la que el acoso del director, según relata, se volvió aún más escandaloso.
4. Björk y Lars von Trier
Otra de las historias que ha ocupado múltiples titulares fue la relación entre Björk y Lars von Trier, durante el rodaje de Bailar en la oscuridad. Si bien Björk inicialmente solo afirmó haber sido víctima de acoso sexual por parte de un cineasta no identificado, finalmente fue el representante de Björk, Derek Birkett, quien emitió un comunicado a través de Facebook, acusando a Von Trier de infligir “abuso físico y verbal” a su cliente. Por su parte, Lars Von Trier confesaba en rueda de prensa de Cannes que «trabajar con Björk ha sido terriblemente doloroso. Ha sido horrible, pero muy beneficioso también”.
No obstante parece que Björk podría no haber sido la única en “sufrir” al director danés. Nicole Kidman decidió dejar la trilogía de Dogville tras la primera película negándose a rodar la secuela. Uno de los posibles motivos se observa en un momento de Dogville Confessions, en el que la actriz le recrimina a Von Trier: “Yo sería muy cuidadosa con estos temas sexuales. La cosa es que tú haces demasiadas bromas sobre ello… y todo el mundo se siente incómodo”.
5. Amy Adams y David O. Russell
El ejemplo de que este tipo de historias siguen sucediendo lo podemos ver en las declaraciones de la actriz Amy Adams tras rodar La gran estafa americana bajo la dirección de David O. Russell. Ante la pregunta de si el director la hizo llorar, la actriz afirmó rotundamente que sí, aclarando que fue un rodaje duro. “Estaba realmente devastada en el set. No todos los días, pero sí la mayoría”.
La actriz hizo estas declaraciones después de darse a conocer un correo electrónico entre el ejecutivo de Sony Michael Lynton y el periodista Jonathan Alter, en el que relataban que el director “abusó tanto de Amy Adams que Christian Bale se enfrentó a él y le dijo que dejara de actuar como un imbécil”. En el mismo también insistían en que “su abuso y comportamiento lunático son extremos incluso para los estándares de Hollywood”.
Si bien otras actrices afirmaron que pese al sufrimiento en el rodaje, el éxito de las películas o su crecimiento como actriz pudieron compensarlo, no fue en caso de Adams, pese a las puertas que le abrió esta película. “No, no está bien. La vida para mí es más importante que las películas”, zanjó en su momento la actriz.
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