La historia de Maje, la firma que llenó el vacío entre el lujo y la moda rápida con sus irresistibles prendas francesas
Hace 25 años, Judith Milgrom se ‘independizó’ de su hermana, dueña de Sandro, para fundar Maje, la firma que vende el estilo parisino al mundo.
Cuando en 1998 Judith Milgrom creó Maje, lo hizo para seguir la estirpe familiar de mujeres dedicadas a la moda. Su abuela y su madre, marroquíes, trabajaban como costureras. Años más tarde, ya establecidas en Francia, su hermana Evelyne creó Sandro, la otra gran firma que ha exportado el estilismo parisino al mundo; Judith trabajó junto a ella una década, “hasta que me di cuenta de que estaba preparada para emprender mi propio viaje. Quería crear prendas versátiles para todo tipo de mujer y todo tipo de ocasiones”, cuenta. Maje son las siglas de los nombres de su núcleo familiar (su abuela, su madre, su hermana y su hermano) y una enseña que lleva un cuarto de siglo siendo un éxito global: en 2023 facturó 462,5 millones de euros a través de su web y de los 640 puntos de venta que tiene repartidos en 45 países.
El longevo éxito de la marca se debe a dos elementos fundamentales; el primero, una identidad que explota la idea del chic francés, ese estilo entre el lujo y la despreocupación que aún hoy sigue fascinando a compradores de todo el planeta. “Aunque este concepto ha evolucionado. Sigue basándose en piezas básicas, pero es mucho más amplio y acoge influencias de otros lugares”, explica Milgrom. El segundo, y quizá más importante, es que desde su fundación Maje se ha enfocado en la gama media, “ha llenado el vació que existía entre el lujo y la moda rápida, es decir, ofreciendo ropa de buena calidad y duradera pero asequible. Cuidamos mucho la imagen y utilizamos buenos materiales. Siempre he querido además apostar por diseños diversos, que permitan a las mujeres de cualquier generación disfrutar de la moda, pero sin sentir ninguna presión”, asegura la empresaria y diseñadora.
En 2010, Judith fundó junto a su hermana Evelyne el grupo SMCP, un conglomerado de empresas que a día de hoy tiene en su porfolio a Sandro, Maje, Claudie Pierlot y la firma masculina (y también muy francesa) Fursac. Se trata de una de las muy pocas grandes compañías dedicadas a la moda comandada por mujeres (además de las cofundadoras, la directora ejecutiva y la financiera también lo son): “Vestir a las mujeres es mucho más que crear un estilo específico, es saber qué necesitan, con qué se sienten cómodas y seguras. Puede que hayamos evolucionado, pero nuestro compromiso sigue siendo ese desde el principio”, dice.
En estos más de 25 años, Maje ha ampliado su oferta hasta abarcar prácticamente todas las líneas de negocio posibles dentro del mercado femenino. Primero fueron los bolsos (con su superventas el bolso M a la cabeza), después los zapatos y, más recientemente, Milgrom ha lanzado deportivas, gafas de sol, una línea de vestidos para eventos y hasta una sección de prendas para novia asequibles, que abarca desde diseños versátiles de estética bohemia a trajes de chaqueta o tops de croché blancos: “Mi objetivo es seguir expandiendo la oferta, hasta transformarnos en una marca de estilo de vida, más allá de la moda y los accesorios, pero sin perder nuestros valores de feminidad y versatilidad. Hemos crecido a medida que evolucionaba la vida de las mujeres y su posición en la sociedad, y eso seguirá siendo así”, cuenta Milgrom.
Más allá de crecer sin perder la esencia, el otro gran reto que se le plantea a Maje a corto y medio plazo es el mismo al que se enfrenta cualquier marca de moda de gran tamaño: la sostenibilidad, es decir, cubrir la demanda con procesos más limpios y justos. Actualmente, todas sus prendas de denim se hacen sin agua (en colaboración con la empresa valenciana Jeanología), el 59% de los transportes se realizan en barco y más del 70% de su producción puede certificarse como sostenible por su trazabilidad y el uso de materiales responsables: “Nuestros principales objetivos a corto plazo consisten en ser totalmente circulares y totalmente transparentes, pero sobre todo animamos a nuestra comunidad a mezclar lo nuevo con prendas de segunda mano o a alquilar las piezas que sean para ocasiones especiales”, explica Milgrom. De ahí que la firma haya lanzado tanto un servicio de alquiler para sus piezas más lujosas o sus líneas de novia e invitada como una plataforma de segunda mano en la que los clientes pueden revender las piezas de Maje que ya no vayan a utilizar. Milgrom lo define como “el futuro del consumo”.
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