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Lo que el veto de la Unión Europea a los diamantes rusos puede suponer para el mercado global de joyas

Rusia, el mayor exportador de diamantes del mundo por volumen, no podrá vender sus gemas ni en la UE ni en los países del G-7 a partir del 1 de enero

Diamantes
Diamantes de distintos tamaños.Tetra Images (Getty Images/Tetra images RF)
Patricia Rodríguez

A partir del próximo 1 de enero los miembros de la Unión Europea no podrán comprar piedras preciosas procedentes de Rusia. Ni directamente ni a través de terceros países. La medida forma parte del 12º paquete del grupo europeo contra el país liderado por Putin en respuesta a su invasión de Ucrania y busca ahogar al gigante recortándole uno de sus principales ingresos más allá del gas o el petróleo.

Rusia es el primer exportador de diamantes en bruto del mundo. En volumen, el 30% de estas piedras preciosas procede de sus minas. Son muchos diamantes, sobre todo los de menor tamaño que recubren de pavé joyas de todo el globo, pero que también se utilizan en maquinaria de perforación o en clínicas odontólogas. Concretamente, en 2021 Rusia exportó el equivalente a más de 4.500 millones de dólares (unos 4.100 millones de euros), extraídos casi en su totalidad por uno de los gigantes del sector, Alrosa. La compañía concentra su actividad en Rusia (con pequeñas extracciones en varias regiones africanas), sobre todo en la zona de Sajá, en el centro del país. ¿Sus dueños? En un 33% el gobierno ruso y en casi otro 30% el gobierno de la república siberiana de Yakutia. El Kremlin utiliza este incesante flujo de capital para pagar parte de las facturas de la guerra.

La nueva prohibición afectará tanto a las compras directas de diamantes no industriales como también, a partir del 1 de septiembre de 2024, a las compras indirectas. La Unión Europea se une así a los países del G7, que ya aprobaron la misma medida el pasado 6 de diciembre, y a las sanciones individuales que habían impuesto países como Estados Unidos (primer comprador de productos finales con diamantes) o Reino Unido. También a las decisiones que tomaron diversas firmas a los pocos meses del estallido de la guerra. Tiffany & Co., propiedad del conglomerado LVHM, anunció en marzo que había cortado lazos con cualquier materia prima procedente de Rusia y el grupo Richemont (dueño de Cartier o Van Cleef & Arpels) fichó a consultores externos para que analizaran si sus proveedores indios se abastecían de piedras rusas.

Llegar a este acuerdo en Europa no ha sido fácil, han sido meses de negociación para superar el veto belga, que veía en la decisión una amenaza para su industria joyera. “Hay gente para la que los diamantes vendidos en Amberes es más importante que la batalla que estamos librando“, llegó a decir el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, el año pasado. Por Amberes, la capital mundial de la joyería, pasan en torno al 85% de los diamantes en bruto del mundo. El sector, según la asociación comercial Antwerp World Diamond Centre (AWDC), ocupa a unas 1.700 empresas y a 4.500 comerciantes, y veía en la normativa una desventaja competitiva para su propuesta, frente a competidores como Dubái.

La medida se debate desde hace meses, casi desde el inicio de la contienda que en febrero cumplirá dos años. Por ello es difícil que las empresas de joyería sufran un desabastecimiento inminente: si de forma habitual trabajan con margen de varios meses, entre tres y seis, no extraña que ahora hayan acaparado materia prima a más largo plazo. Hay diamantes acumulados de sobra: tantos que India, responsable de tallar el 90%, ha advertido que debería frenarse el flujo. La ciudad de Surat, al noroeste del país, depende en gran parte de la industria joyera y teme que las decisiones geopolíticas afecten a unos trabajadores que ya cobran salarios muy bajos. Ellos ponen la esperanza en distinguirse en el mercado de los diamantes creados en laboratorio, que necesitan el mismo corte y pulido que los naturales. Seguramente por ello el pasado verano el presidente indio, Narendra Modi, en su viaje oficial a Estados Unidos le regaló a la primera dama, Jill Biden, un diamante sintético de 7,5 quilates.

El viaje de los diamantes por el mundo antes de ser engarzados en una joya (pueden cambiar de manos entre 20 o 30 veces antes de llegar a su destino final) es precisamente el principal obstáculo que encontrará la sanción europea, que tendrá que unir muchos hilos para ratificar el verdadero origen y que ya prevé un sistema de ratificación. Lo que sí espera el sector es subidas de precios motivadas por el descenso de la demanda. Un aumento que se sumaría al que ya se dio en 2022, motivado por la euforia compradora pospandémica, que encontró en la joyería una brillante válvula de escape.

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Sobre la firma

Patricia Rodríguez
Periodista de moda y belleza. En 2007 creó uno de los primeros blogs de moda en España y desde entonces ha desarrollado la mayor parte de su carrera en medios digitales. Forma parte del equipo de S Moda desde 2017.

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